Dulcepsicópata Paladín
Mensajes : 2149 Fecha de inscripción : 27/01/2011 Localización : África Tropical Empleo /Ocio : Cultivar mientras canto la canción del ColaCao Humor : Harto pésimo
| Tema: Re: Capítulo V Sáb 26 Feb 2011, 03:02 | |
| <<CAPÍTULO 5>> El valle de Laran es una enorme depresión de las montañas provocada por el caudaloso Río Yszen, que nace al sur en la Peña del Águila, y por el mar de Ubáid al norte, una enorme ría que se adentra en la tierra, cercana a las heladas tierras de Nordmar y que es usada actualmente como ruta comercial. El valle tiene salidas por el desfiladero de Ágras al oeste, el mar de Ubáid al norte, y la Estepa Baldía, una extensa zona al este donde desaparecen las montañas y dejan paso a los fértiles campos y mesetas de Mirna. En organización territorial, Laran es un condado más del nuevo reino que esta creando Rhobar, subdividido en tres alfoces. Las Montañas Altas, a este otro lado, son el origen de muchos de los ríos que desembocan en el Yszen, creando en muchas ocasiones pequeños valles ocultos, lejanos a la civilización, idóneos para refugios de bandidos o escondrijos de tesoros. Mientras pasaban las horas, el mar de nubes que cubría el valle se fue desvaneciendo y el cazador pudo contemplar la vista mientras bajaba la ladera. En la lejanía se apreciaba una columna de humo que se alzaba más allá del valle, cerca de la Estepa Baldía. El humo nunca presagiaba nada bueno, y en una situación de guerra aún menos. El cazador llegó a una pradera alta, muy parecida a la Majada que había atravesado al otro lado de las montañas. En los tres días que había tardado en pasar el desfiladero de Ágras no había comido otra cosa que carne cavador, unas setas comestibles muy abundantes por regiones montañosas, pastosas y de sabor amargo, y un trozo de pan que guardaba; así que empezó a preparar trampas en las madrigueras de conejos que había por la pradera. Estuvo esperando dos horas mientras veía como el humo se extendía por el alfoz de Qerkos, colindante con la Estepa Baldía. Esperaba no ser molestado mientras buscaba su tesoro. El diario que había encontrado le posicionaba por delante de cualquier buscador de tesoros pues la leyenda que conocía todo el mundo sólo hablaba de la fuga de Bardas de la ciudad cargado de oro y de cómo se le encontró un mes después completamente loco sin una moneda de oro en la ciudad de Tabriz. Las notas de viaje, aunque no especificaban ni mucho menos qué ruta había tomado para llegar a la fortaleza, sí dejaban algunas indicaciones de lo que había visto en su descenso a la locura. Pasado el tiempo necesario, fue a comprobar las trampas. Una de ellas había atrapado a un conejo, que agonizaba en la boca de la madriguera, cubierto de sangre, apachurrado por la rama afilada que había usado el cazador como trampa. Sin miramientos, cogió el conejo y le partió el cuello. En general los conejos siempre tienen poca carne, pero bastante sabrosa. El cazador cogió un palo bastante recto y atravesó al conejo para asarlo. Cuando lo hubo cocinado siguió caminando a la par que comía la brocheta de conejo. Después de estar caminando durante varias horas vio a la izquierda del camino un antiguo templo dedicado a Innos, excavado en la roca y con evidencias de abandono. En su interior había un pedestal con unos pies, sin embargo el resto del cuerpo estaba hecho pedazos en el suelo del lugar. A la izquierda había una pequeña capilla con una lápida en el suelo que rezaba: “Aquí Arsián, el valeroso guerrero, sirviente de Innos, vio por primera vez la luz, y aquí reposan sus restos. Que su tumba sea venerada pues con su sacrificio condujo al ejército a la victoria contra las huestes enemigas de Beliar. Y en honor a aquella insigne victoria que comportó la fundación del reino de Vengard se construyó este templo a nuestro dios creador.”Cuando la civilización de Adanos pereció a manos del clan orco de Khorinis, todo el continente pasó a manos de los orcos, que lo gobernaron durante cuatro siglos. Y cuando los orcos acabaron por conquistar también las Islas del Sur los adoradores de Innos huyeron hasta el continente, donde se refugiaron en las montañas, hasta el momento en que, organizados, llevaron la guerra a Myrtana para expulsar a los orcos de la tierra. La Batalla de Laran, liderada por Arsián supuso la fundación del reino de Vengard cuyo primer rey fue Aszerón, hijo de Arsián. Durante dos centurias los seguidores de Innos consiguieron hacer retroceder a los orcos hasta las lejanas montañas de Yereván. Sin embargo las luchas internas provocaron la decadencia del reino, y su disgregación en múltiples reinos independientes. Cuando el cazador se alejaba de la tumba de Arsián oyó algo inquietante en el oscuro templo. Un explorador orco apareció de entre la oscuridad, con el hacha levantada, gritando y corriendo directo hacia él. El cazador desenvainó su espada; nunca se había enfrentado a un orco, pero por lo que había oído la única forma que tenía el ejército regular de matarlos era con espadas de mineral, pues los orcos les duplicaban en tamaño, fuerza y resistencia: eran unas criaturas formidables. Asustado por la potencia con la que blandía el hacha el cazador decidió rodar en el suelo, en vez de bloquearle con la espada, y mientras caía esgrimió la espada a la derecha, haciéndole un corte en la pierna. Sin mostrar ningún tipo de reacción el orco volvió a lanzarse al ataque. Con la espada en ristre, el cazador desvió la dirección del hacha cuando lo estaba bajando hacia su cabeza y aprovechó la ocasión para hacerle un tajo en el cuello. El orco retrocedió, empezó a escupir sangre y a convulsionar, quedándose de rodillas ante el cazador que con un limpio movimiento segó su cabeza. El combate de apenas unos minutos le había dejado exhausto. Mientras se recuperaba observó la fisonomía de aquella cabeza cubierta de sangre. En aspecto se parecía a la de un primate, tenía grandes ojos, con los iris achatados como los de los gatos y en vez de nariz tenía dos orificios nasales. El hacha del orco, era muy basta, pero lo suficientemente grande para partir en dos a una persona. Cuando salió del templo la luz del sol le cegó. Siguió caminando ladera abajo durante media hora hasta que vio una brigada de cincuenta soldados acampada en el lindero de un bosque pantanoso. La actitud de los hombres era vigilante y habían construido una barricada mirando al bosque. Alrededor de la mitad eran soldados de la milicia, los típicos guardias de las ciudades, y los menos experimentados; el resto lo conformaban soldados regulares y cinco paladines. Cuando vieron acercarse al cazador por el camino, uno de los paladines se acercó corriendo hacia él y le detuvo. -Alto, ¿quién sois y qué os trae hasta este lugar? -Soy un cazador de Tabriz, he venido buscando el Tesoro de parias del que tanto se habla, respondió el cazador sabiendo que no tenía porque mentir pues seguramente habría más de uno por la región buscándolo. -Pues por si no lo sabes, anoche los orcos invadieron la región de Mirna, y varias unidades de exploración han penetrado en este valle -Mmm, creí que la guerra iba bien, dijo el cazador. -Pues como ves el ejército aún tiene mucho que purificar, con la ayuda de Innos. Sería de agrado que la gente se uniese más a la milicia por la causa y no que se pusiese a buscar infames tesoros. -Creo que me pensaré lo de unirme a la milicia, pero primero necesito llegar a la civilización, estoy hambriento y necesito cobijo. -Me temo que no puedo dejarte marchar, lo siento pero en función de los acontecimientos, Lord Kerag ha ordenado reclutamientos forzosos en el valle. -¿Y qué esperas de mí, que me una a la milicia? -Pues podrías hacerlo pero no, no te obligaré a unirte, sin embargo necesito la ayuda de alguien ágil y sigiloso para poder eliminar una partida de orcos que se esconde en ese pantano. Si me ayudas con eso te dejaré marchar a que busques ese tesoro. -Muy bien, te ayudaré. Si te sirve de algo he matado a un orco hará media hora en el templo abandonado que hay subiendo el camino. -Toda la región se ha llenado de orcos, debía pertenecer al grupo que se esconde en el pantano. -¿Y porque quieres que me encargue yo? ¿Porqué no mandas a la brigada a que ataque? -Antes de atacar había el doble de soldados de los que ves; los orcos se esconden en la bruma del pantano para atacarnos por sorpresa. Creo que están planeando atacar la ciudad de Carfa, a veinte kilómetros de aquí. -¿Y quieres que haga lo que cien hombres no han podido? -Te mandaré con los paladines Kero y Axo, quiero que sigilosamente acabes con los orcos que están apostados entre la bruma. Cuando lo hayáis hecho dadme una señal y mandaré a la brigada para que ataque su campamento. -Es increíble como haces parecer fácil lo imposible, dijo el cazador sarcásticamente. -Lo tomaré como un cumplido. Lo importante es que el trabajo debe hacerse. Atacaréis por la noche, ve a hablar con los muchachos y procura dormir, te levantaré a medianoche.* * * -Despierta, es hora de matar orcos. -Muy bien, ahora me preparo, dijo desperezándose. Cuando los paladines y el cazador se hubieron preparado, el comandante, que se llamaba Nélcar, dio las últimas indicaciones: -A pesar de que no eres del ejército creo que una armadura te protegerá mejor que esas pieles andrajosas que llevas, así que te ofrezco estas piezas, aunque eso no significa que te la regale, cuando acabes el trabajo tendrás que devolvérmela. ¿la quieres? -Claro, cualquier cosa para hacer de esto algo menos suicida. -Seguidme ahora, vamos a correr durante tres kilómetros al oeste. No quiero ni un sólo ruido, y nada de hablar, ¿entendido?, dijo Kero, el paladín. -Entendido, respondieron al unísono Axo y el cazador, que se estaba poniendo la armadura. Los tres individuos se internaron en el bosque pantanoso, procurando no hacer ningún ruido. Dentro se oían infinidad de ruidos de insectos, moscas de sangre y otras criaturas. Después de una larga caminata, Kero detuvo la marcha y señaló al fondo de unos juncos. Dos orcos dialogaban, entre la maleza. Mediante gestos se posicionaron en diferentes lugares. Cuando recibió la orden, el cazador lanzó una precisa flecha al orco más bajo de estatura, clavándose entre los ojos y cayendo desplomado. Cuando el otro orco se volvió rápidamente para averiguar qué pasaba, la bola mágica de Kero le traspasó el cuerpo y le fulminó en el acto. Para asegurarse, a los dos cuerpos les cortaron el cuello. Siguieron caminando y encontraron un pequeño grupo de seis orcos sentados en una fogata. Axo el paladín de menor rango, sacó uno de sus pergaminos e invocando a Innos en un gesto lo transformó en un aura rojo. -La señal para que la brigada ataque es el uso de este pergammino. Cuando Axo lo lance, los restantes orcos que vigilan en la bruma vendrán hasta aquí así que tenemos que sacar ahora mismo la espada. Cuando hayan muerto esperamos a que llegue la brigada y atacamos con ellos. Axo usa el pergamino ahora, dijo Kero en susurros. -Muy bien.Axo usó su pergamino y una tormenta de bolas de fuego empezó a caer del cielo, incinerando por completo a los seis orcos que había. Los tres desenvainaron sus espadas. Casi al instante, los gritos de los orcos inundaron la noche y empezaron a aparecer de entre la bruma. Algunos de ellos llevaban espadas gigantes y la mayoría hachas de dos manos. El cazador preparó su espada y al primer orco que se le abalanzó le bloqueó con la espada y le degolló el cuello, tal y como había hecho la primera vez, haciéndole brotar chorros de sangre de la boca y el cuello. En un instante miró a los paladines. Kero usaba espada a dos manos, y su habilidad era impresionante, los orcos le venían de dos en dos y tranquilamente los aniquilaba en rápidos movimientos. Axo era bastante más torpe pero superaba con creces la habilidad del cazador, usaba espada a una mano y con frecuencia retrocedía por la presión de los orcos. El cazador siguió peleando todo lo que pudo hasta que en un momento un orco le hundió su hacha en el estómago. El cazador se sintió morir y se desplomó. Veía como los orcos pasaban a su lado en dirección a los paladines y arriba la bóveda celeste estrellada. Muriéndose de dolor no pudo pensar en otra cosa que aquel era un buen final. Sin embargo en el momento en que le fallaban todas las fuerzas sintió una energía que le abordaba y le revitalizaba por completo. Kero el paladín le estaba curando mágicamente. Tenía un rasguño en la sien y Axo sangraba en las costillas. En aquel momento de vuelta a la vida, la brigada hizo acto de presencia liderada por Nélcar y emprendió el asalto al campamento a dos kilómetros de allí. Kero, Axo y el cazador se fueron a la retaguardia, mientras que los otros tres paladines que no habían intervenido lideraron la vanguardia, creando tres grupos de ataque. La fuerza principal atacaría de frente mientras que los otros dos atacarían por los flancos. El campamento tenía quince tiendas y estaba completamente desprotegido: no habían oído el primer ataque. Los paladines usaron bolas de fuego para crear confusión en el campamento. A la señal de Nélcar, la brigada al completo desenvainó las espadas, provocando un ruido desgarrador en el campamento. El comandante desenvainó su espadón, y con un sólo golpe cortó por la mitad al primer orco que se había asomado a atacarles. Los soldados se lanzaron sobre los orcos, que estaban confusos y no llevaban armadura, diezmándoles en pocos segundos. El cazador se acercó a una de las tiendas y con una certera flecha atravesó la cabeza de uno de los orcos. Al verle convulsionar en el suelo sacó su cuchillo de caza y le arrancó la cabellera, haciéndole brotar chorros de sangre. El líder de los orcos estaba mutilando a los soldados que pasaban por su tienda. Ante semejante amenaza, Kero el paladín se le acercó corriendo y le lanzó un aura de fuego a la cabeza, que hizo estallarle el cráneo en varios cachos, esparciendo sus sesos por toda la tienda. Terminada la masacre, formaron una pira y, entonando a Innos, quemaron a los trece soldados de la milicia descuartizados por los orcos. Después de aquello se marcharon a su campamento en el lindero para descansar después de aquella sangrienta e inolvidable noche.
Última edición por dulcepsicopata el Dom 28 Ago 2011, 15:18, editado 9 veces | |
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xSigmax Sombra
Mensajes : 112 Fecha de inscripción : 29/01/2011 Localización : Limpiando Khorinis Empleo /Ocio : Gothics & Design's Humor : porlaputa.com xdd
| Tema: Re: Capítulo V Dom 27 Feb 2011, 02:17 | |
| wooow, la accion en este capitulo fue de locos jeje Me imagino cada movimiento de las batallas que tan bien logras narrar Psicopata, Por favor sigue asi que queremos saber como termina esto!, solo te tengo una pequeñitaaa pega "Cuando los tres paladines se hubieron preparado, el comandante dio las últimas indicaciones:" A no ser que al cazador lo metieran no solo a la avanzadilla sino que tambien a la orden de innnos... debería decir 2 paladines & nuestrp heroe o algo parecido xd, Aun así es increíble tus narraciones psicópata! por favor continua ^·^ Tienes todo mi apoyo en esta increible narracion | |
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Dulcepsicópata Paladín
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| Tema: Re: Capítulo V Dom 27 Feb 2011, 11:58 | |
| Tienes razón, eso está mal, se me fue la olla. Ya lo he cambiado, también le he dado nombre al comandante paladín, y puede que añada alguna escenita cuando la brigada asalta el campamento, que me parece que está muy light.
He cambiado la batalla final, creo que mola más así. | |
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Antiheroe Mago del Concilio Supremo
Mensajes : 1010 Fecha de inscripción : 05/12/2010 Localización : inchandome de martillo de lou en jakendar Empleo /Ocio : el unico paladin con hacha Humor : No se necesitan gafas para ver lo mal que va el mundo
| Tema: Capítulo V Dom 27 Feb 2011, 15:57 | |
| te esta quedando de cine, buenisimo relato, enserio continualo | |
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