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 El Mago Guerrero

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Taokanimemetal
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MensajeTema: Re: El Mago Guerrero   El Mago Guerrero - Página 3 EmptyDom 25 Sep 2011, 15:44

Vaya, parece que sigues con las historia, yo me he leido el primero y voy por la mitad del segundo.
He de decir que esta genial cheers
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Dulcepsicópata
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MensajeTema: Re: El Mago Guerrero   El Mago Guerrero - Página 3 EmptyLun 03 Oct 2011, 17:44

Increíble historia Loco, al fin me la leí entera
Me encantan las escenas de acción y los personajes principales (me gusta que Leo no sea el típico héroe, es más casi un antihéroe por sus valores "poco éticos" por así decirlo.)

Felicidades por tu historia, leeré con gusto los siguientes capítulos!

PD: me ha parecido que hay un error: En el primer capítulo se dice que Leo tiene la cara completamente quemada, sin embargo en uno de los últimos capítulos tras el enfrentamiento con el Custodio se quema la cara. ¿Cómo es eso posible?
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MercenarioOrco
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MensajeTema: Re: El Mago Guerrero   El Mago Guerrero - Página 3 EmptyLun 03 Oct 2011, 21:12

estoy un poco liado con los relatos de los demas, ya casi no me acuerdo del capitulo tuyo que leí. En fin voy a supervisar este tema para asegurarme de que tarde o temprano lo lea
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MensajeTema: Re: El Mago Guerrero   El Mago Guerrero - Página 3 EmptyDom 09 Oct 2011, 00:23

Habrá que cambiar un poquitín la descripción entonces. Gracias por el aviso, Psico. Que uno espacia demasiado la escritura de los Capitulos y luego pasa lo que pasa...

A ver si esta semana que entra subo el siguiente.
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MensajeTema: Re: El Mago Guerrero   El Mago Guerrero - Página 3 EmptyDom 25 Dic 2011, 00:59

Con más retraso del esperado os traigo el capitulo. He estado reamente ocupado -no solo con la universidad sino con algunos asuntillos personales que me robaron más tiempo del deseado, aunque por suerte me los quité ya de en medio-, por lo que no me he conectado últimamente al foro. Sin embargo no me he olvidado de vosotros, y he destinado buena parte del rato libre que tenía a seguir avanzando con mi parte de la tradu del mod de Velaya y a redactar este capitulo.

CAPITULO 11. Camino de Bradmont
Durante el tiempo que estuvo Lacroix fuera, visitando la aldea más cercana, Leo se ocupó de varias cosas. En primer lugar, utilizó algunos hechizos para reparar el daño que el fuego mágico del Genehham había causado en su armadura, devolviéndola, por suerte, a su estado normal. Por otro lado, se curó algunas de las quemaduras menores -pues habían sido bastante amortiguadas por la armadura del Mago Guerrero, aunque eso no quita para que algunas de ellas fueran graves, aunque ninguna alcanzaba el grado de gravedad de la gran quemadura que ahora asolaba su cara- y que Lacroix, cuya energía mágica era escasa después de la lucha contra el Custodio y el prolongado encierro mágico al que se había visto sometido por el misterioso hechicero rival, el cual, por lo visto, parecía también estar aliado con el Imperio del Sur; no había podido curar. Aún así, seguía pendiente la quemadura de la cara, así como la adquisición de una capucha para tapar su cara quemada -pues ahora era fácilmente reconocible, en caso de que el hechicero que le había encerrado en una prisión mágica siguiera buscándole-. Además, también se adentró en el bosque cercano y cazó un jabalí, el cual cocinó en una hoguera que hizo después de recoger algunos maderos dispersos por el suelo del bosque, así como yesca y pedernal -de la que había un poco en los aperos que el hechicero Lacroix había dejado en el claro en el que habían aterrizado, los cuales incluían objetos de diversa naturaleza, desde el ya mencionado pedernal o la yesca a algunas pociones mágicas, algún libro de hechizos, alquimia, varios mapas, dinero, etc... Después de cocinar el jabalí y comer parte de su carne -guardó el resto para cuando regresara el hechicero, pues ambos tendrían mucha hambre después de su aventura en la prisión mágica-, Leo decidió ir a buscar agua a un arroyo cercano para llenar su cantimplora -pues, por fortuna, había conservado su cantimplora durante todo el jaleo, dado que había estado atada a su cinto en todo momento-. A continuación se sentó a descansar un poco, y se quedó dormido.

Al poco rato regresó Lacroix, y le despertó. Antes siquiera de que Leo pudiera decir nada, el hechicero le tendió una capucha, con la que el Mago Guerrero cubrió su cabeza. A continuación le dijo:
-Bien, he ido a la aldea más cercana, Bradmont, y me he enterado un poco de por dónde andamos.
-Ilústrame.
-Bradmont es, como ya supondrás, una aldea sin absolutamente nada del otro mundo. Su única función de su miserable existencia es abastecer de alimentos a la ciudad más cercana, Berkilund.
-Berkilund... -Leo murmuró, pensativo, después de colocarse la capucha-. He viajado durante muchos años por todo el Imperio del Norte, por motivos de trabajo, y a estas alturas me conoceré hasta el último villorrio y ciudad de todo el Imperio del Norte, a pesar de ello no me suena de nada ninguno de los nombres que me das.
-Estamos en el Imperio del Sur -explicó Lacroix-. Por desgracia, dado que nuestro enemigo, aquel nigromante, está por aquí también.
-Y no sólo él -le explicó Leo-. También están aquí algunos Magos Guerreros que han dado la espalda a nuestra organización y que se han atrevido a levantar sus espadas contra nosotros, robándonos nuestros secretos y vendiéndonos al Imperio del Sur. Por lo tanto, ambos somos enemigos del Emperador del Sur y sus lacayos...
-Sí... por cierto, también aproveché para comprar suministros. Y aún tengo noticias más importantes...
Entonces, Lacroix buscó en su túnica y sacó de uno de sus bolsillos un pergamino, que tendió al Mago Guerrero, que lo leyó brevemente, frunciendo el ceño.
-Así que nos están buscando por todo el Imperio del Sur...
-Sí -confirmó Lacroix-. Además la recompensa por capturarnos no es pequeña precisamente. He estado meditando en ello mientras me dirigía aquí, y creo que, cuando acabamos con la prisión mágica dando muerte al ser al que el nigromante había vinculado su hechizo, la explosión de esa estructura mágica debió de causar una profunda resonancia mágica, que los hechiceros más poderosos o sensibles a las corrientes mágicas habrán podido percibir, y por ello, él ya sabe lo que ha ocurrido, y sabiendo que estamos por acá, enseguida habrá movilizado los recursos imperiales para darnos caza por métodos más normales. Seguramente haya tanto patrullas, como mercenarios, sicarios, asesinos a sueldo, bandoleros, hechiceros de poca monta o hasta algún Mago Guerrero renegado buscándonos por activa y por pasiva.
-No nos darán caza -dijo Leo-. El que lo intente morirá.
-Estoy seguro de ello, pero ahora mismo no estamos cerca de los Pantanos del Límite, y por lo tanto estaremos en peligro constante de caer en las manos del enemigo -o muertos- al menos durante un tiempo.
-¿Cuánto tiempo nos llevaría llegar allí?
-A caballo, a golpe tendido, unas dos semanas, dado que el terreno es llano durante la mayor parte del territorio entre la frontera con el Norte, pero a pie nos podemos tirar fácilmente dos meses. Y estamos sin caballo. Aunque hay que tener en cuenta que estamos en la provincia más norteña del Imperio, o sea que tenemos aún una cantidad de terreno más vasta a nuestras espaldas.
-Osea, que estamos en medio de la nada.
-Más o menos, sí -admitió Lacroix.
-Bueno, deberíamos partir.
Organizaron sus aperos, depositando en él sus provisiones, y abandonaron el claro del bosque.

Después de una hora y media de caminata, llegaron al camino imperial.
-Si es verdad que nos están buscando, deberíamos evitar los caminos, donde el tráfico de mercaderes y patrullas es más intenso, y avanzar a través de los bosques -objetó Lacroix-. Así como evitar todos los asentamientos.
-No -se negó Leo-. Al contrario que tú, yo tengo asuntos pendientes aquí, ya te he explicado contra quiénes estoy combatiendo y que quiero recuperar los secretos de nuestra Organización. Tú, en cambio, quieres abandonar el Imperio del Sur...
-¿Y planeas superar a todos los recursos de un inmenso Imperio para alcanzar tu objetivo?
-Sí, si es necesario. Pero no te preocupes, eres libre de partir rápidamente. Especialmente si sólo vas a ser un estorbo, claro está...
-Oye, recuerda que si no fuera por mí estarías encerrado en la prisión mágica o muerto...
-Si no fuera por mí -replicó Leo-, tú tampoco habrías podido derrotar al Custodio...
En estas andaban ambos cuando se acercó una patrulla de seis soldados del Imperio del Sur. Al ver a los dos encapuchados discutiendo y los ropajes que llevaban, así como como estaban armados, el sargento que comandaba la patrulla le pidió al cabo que le pasara unos legajos de papeles. Los vio y sonrió.
-Soldados, cargad las ballestas y disparadlos ya, antes de que reparen en nosotros. Habrá buena recompensa para todos nosotros, os lo garantizo. Podréis tiraros tres meses sin salir del burdel si es necesario.
Los soldados, al oír la mención al lupanar y a la recompensa, enseguida cargaron sus ballestas y apuntaron a los dos encapuchados. Éstos seguían discutiendo, pero Leo no sólo escuchaba las quejas del hechicero, sino que también sintió, a lo lejos, gracias a su poder de Mago Guerrero, el crujir de las cuerdas de la ballesta al tensarse. Entonces sacó su espada y conjuró un hechizo, apareciendo una barrera mágica de protección alrededor de él. Lacroix, creyendo que el Mago Guerrero lo iba a atacar, empezó a conjurar un hechizo de ataque poderoso para poder defenderse si era necesario del Mago Guerrero, pero éste lo ignoró y se dirigió hacia los soldados. Éstos le dispararon, pero la barrera de protección rechazó los virotes de las ballestas, y entonces desapareció. Leo empezó a correr, mandoble en mano, hacia ellos, preparándose para matarlos. Lacroix, al ver lo que sucedía, conjuró el hechizo, aunque esta vez lo dirigió contra el sargento de la patrulla. Una bola de fuego envolvió al sargento en llamas, incinerándolo y matándolo al instante. El cabo desenvainó su espada y se arrojó contra Leo, seguido por dos de los soldados rasos. Sin embargo, antes siquiera de frenar su carrera y poder dar una estocada a Leo, éste frenó y con su habitual precisión sobrehumana le clavó el mandoble en el entrecejo, sin dar siquiera tiempo al cabo para reaccionar. Entonces, al ver cómo caía el cabo, frenaron un poco y avanzaron con más cautela. De poco les sirvió, al fin y al cabo, pues Leo enseguida le lanzó su daga al primero, acertándole también entre el entrecejo. El segundo llegó hacia él vivo, y trató de atacarle con cautela, pero con demasiada lentitud, pues Leo enseguida le bloqueó el golpe con mucha destreza, haciendo que la espada del soldado retrocediera más de lo que él había previsto. Leo aprovechó el descuido del soldado para aprovechar y clavarle el mandoble en el corazón. Los dos soldados que se habían quedado más atrás, cargando otra vez sus ballestas, titubearon ante tal demostración de destreza, y soltaron sus armas y huyeron. Uno de ellos fue alcanzado por un rayo mágico conjurado por Lacroix, pero el otro huyó, en dirección contraria a Bradmont -la sección del camino imperial al que habían llegado el hechicero y el Mago Guerrero unía Bradmont con otra aldea, Blackwater.
Leo envainó su espada y se dirigió al hechicero.
-Deberíamos evitar montar escenas como ésta a partir de ahora, o tendremos más encuentros desagradables.
-No volverá a ocurrir -prometió, solemne, el hechicero.
-Eso me lo creo. Porque voy a ser muy claro contigo, Lacroix: te agradezco tu ayuda, pero no es necesario que me acompañes a partir de ahora. Sé cómo apañármelas...
-Puede ser -dijo el hechicero-, pero no quiero que me apartes de tu lado como si yo fuera un inútil que no hace nada salvo estorbar. Te acompañaré y te ayudaré en la consecución de tus objetivos, si es necesario. Pues ambos estamos, al final de todo, del mismo lado de la alambrada.
-Eso es cierto -admitió Leo-. Bueno, pues acompáñame si quieres, pues para combatir mejor son cuatro manos que dos. Normalmente me gusta trabajar sólo, pero estamos en tierras para mí desconocidas y no me vendrá mal algún aliado, más cuanto mis objetivos me enfrentan con tanta gente en esta parte del mundo.
-¿Qué planeas hacer ahora? Para encontrar a los traidores a tu Organización, quiero decir...
-Empecemos a investigar por Bradmont. No creo que allí encontremos nada, pero tenemos que empezar por alguna parte. Además -explicó Leo-, necesito encontrar a unos compañeros -dos Magos Guerreros y un amigo enano- que me estaban acompañando y ayudando en mi búsqueda.
Así pues, ambos hombres -muy poderosos, aunque cada uno a su manera- emprendieron el camino a Bradmont, conscientes del peligro y riesgo en el que se encontraban en esos momentos.

FIN DEL CAPITULO 11.
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MensajeTema: Re: El Mago Guerrero   El Mago Guerrero - Página 3 EmptyDom 25 Dic 2011, 13:30

Muy bien, si señor. Me encanta que hayas retomado tu alucinante relato, ( no hace mucho que acabé los anteriores chapters así que me he podido situar )
Te digo una cosa: En un prinipio, me encantó el antihéroe que es Leo, pero con el tiempo ha ido degenerando y ahora es un tio noble y con buenas intenciones. No digo que no me guste, eh? Razz
En fin: La trama se humedece. Espero que no tardes tanto en continuar, ok? Sigue en tu linea.
PD: en mi mente, me imagino a Leo como a Torres del G1 xD
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MensajeTema: Re: El Mago Guerrero   El Mago Guerrero - Página 3 EmptyDom 25 Dic 2011, 14:39

No es que se haya vuelto noble, es que sencillamente tiene un objetivo fijo en su mente y las peripecias que tiene no le permiten ser, por ahora, excesivamente hijo puta xD

Además lo de la cara quemada de manera irreparable le ha afectado bastante.
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MensajeTema: Re: El Mago Guerrero   El Mago Guerrero - Página 3 EmptyDom 25 Dic 2011, 19:15

CAPITULO 12. Metidos en otro lío.

Después de caminar durante varias horas, Leo y Lacroix avistaron, desde lejos, un poblado rodeado por una modesta empalizada de madera. Bradmont, como le dijo el hechicero al Mago Guerrero.
-¿Y qué planeas hacer aquí? -le preguntó Lacroix a Leo-. No creo que aquí sepan nada sobre Magos Guerreros traidores ni nada por el estilo, y tampoco te lo dirían en todo caso. Todo ello, claro está, suponiendo que no nos reconozcan e intenten acabar con nosotros como los soldados de antes.
-¿Ya vuelves a quejarte? -suspiró Leo, cansado-. Mira, hechicero de pacotilla, llevo toda la vida matando, sin piedad en muchos casos, a todo tipo de gente, de todas las razas. Por dinero o por otras razones. ¿Crees que tengo miedo de que me ataque otro puñado de soldados de los que se cagan encima en cuanto ven un combate de verdad?
-No, pero...
-Pues ya está. Y ya sabes por dónde se va al Norte si no quieres meterte en líos.
Después de la contundente respuesta de Leo, ambos se dirigieron a la puerta principal de la aldea, que estaba vigilada por cuatro milicianos armados con alabardas toscas.
-Alto -dijó uno de ellos, el que parecía el cabecilla, mientras dos de los milicianos cruzaban sus alabardas para cerrar el paso a los dos encapuchados-. ¿Qué negocios os trae aquí?
Lacroix formuló un conjuro por lo bajo. Entonces dijo, con una voz aterciopelada muy diferente de la que tenía en verdad:
-Nada fuera de lo normal, sargento, sólo pasar la noche y comprar provisiones.
-De acuerdo -dijo el sargento, sorprendentemente amable viendo la hosquedad inicial-, podéis pasar.
Entraron a la aldea, la cual no tenía absolutamente nada de especial. Estaba anocheciendo, por lo que la mayor parte de los campesinos estaban abandonando los campos de cultivo en dirección a sus casas o a la única taberna del pueblo, donde cenarían y se tomarían unas cervezas.
-Vamos a la taberna -dijo Lacroix-. Allí nos hospedaremos por esta noche.
-¿Tienen putas? Necesito follar.
-Algo habrá, supongo -dijo el hechicero-, aunque ten en cuenta que no estamos en ninguna gran ciudad...
Leo negó con la cabeza al escuchar como hablaba el hechicero. "Este hombre no ha visto una buena ramera ni en pintura", pensó, mientras atravesaban la calle principal.
Cabe destacar que incluso aquí, en una aldea perdida en medio de las inmensas llanuras del norte del Imperio del Sur, se notaban los efectos de la movilización militar del ejército de Roberto III, pues se veían soldados y mercenarios -unos acampados en tienda tanto en medio de las calles como fuera de las murallas, otros, más afortunados o con más dinero en sus bolsillos, hospedándose en la taberna o en alguna casa- a lo largo de toda la aldea. El hechicero comentó al Mago Guerrero que se estaba preparando una guerra y que el Condestable de Norganmark estaba reuniendo un gran ejército, y que seguramente estas tropas se disponían a partir en unos días al campamento principal del ejército del Condestable, el cual se hallaba a las afueras de una poderosa fortaleza llamada Zadratt, el bastión más poderoso de la zona.
Entraron a la taberna. Había mucho bullicio, aunque los campesinos, por lo general, estaban bastante silenciosos. Observaban, con un cierto ápice de miedo, el trato que los soldados y mercenarios estaban dando a las mujeres -y algunos hombres- que se encontraban en la taberna -algunas de ellas habían sido conducidas a la fuerza por esos soldados-. Aprovechándose de su fuerza, los soldados -salvo honrosas excepciones- se apoderaban de toda la cerveza y comida que tenía el posadero sin pagar por ella, y abusaban de algunas mujeres. Varias -un puñado de hermosas campesinas, y una cazadora elfa- fueron violadas. Tres campesinos intentaron defenderlas, pero fueron ensartados por las armas de los soldados, los cuales, sin duda alguna, deseaban pasar una última noche divertida antes de partir a la guerra.
-Escoria -murmuró Lacroix. Leo le ignoró. Cosas así pasaban en casi todas las concentraciones militares. Ley de vida, el fuerte abusa del débil. Él también acostumbraba a hacerlo, aunque en esta ocasión no pudiera por el hecho de que le convenía pasar de incógnito. Pensándolo mejor, se dijo a sí el Mago Guerrero, creo que tampoco buscaré a una puta esta noche. Al fin y al cabo, aunque odie admitirlo, el hechicero tiene razón: no me conviene atraer muchas miradas, especialmente si mañana voy a dedicarme a hacer preguntas.
Cenaron una cena frugal, y bebieron algo de vino aguado, antes de irse a dormir en una habitación doble que alquilaron al posadero, el cual, como vio Diego, también estaba temblando de miedo viendo el ambiente de la taberna. Lacroix se dirigió primero a dormir, aunque Leo no le siguió inmediatamente. Salió afuera de la taberna, fuera del bullicio. El aire fresco de la noche le permitió recuperar la claridad de mente. Leo sonrió. Sentía como se volvía a fortalecer. Y con él, también se fortalecía su sed de sangre, propia de un Mago Guerrero.
Conjuró un hechizo.
"¿Leo?" dijo, en su cabeza, una voz, femenina, con un cierto toque de inseguridad.
"Soy yo, Irina. ¿Estáis bien?"
"Sí, aunque hemos perdido de vista a los traidores y te estamos buscando. Acabamos de abandonar Berkilund y estamos cabalgando hacia Bradmont, donde nos han dicho que estás en compañía de un hechicero, un tal Lacroix"
"Os han informado bien, por lo que veo. Muy extraño, dado que estamos en terreno enemigo. ¿O es que habéis leído los carteles de "Búsqueda y captura?"
"De hecho, nos han 'contratado' para que acabemos con vosotros. A mí, Diego y Mariusz, quiero decir", dijo la voz de Irina, riéndose. "¿Por qué no has intentado contactar antes con nosotros?"
"No pude. Estuvimos encerrados en una prisión mágica, incomunicados, y luego estuvimos unos días bastante débiles como para contactar con vosotros. Aunque supongo que ya va siendo hora de que nos reunamos otra vez y demos caza a esos hijos de la gran puta que tanto nos han jodido últimamente. Y echemos un polvo, claro"
"Siempre pensando en los mismo..."
"Pues tú nunca has dicho que no, por algo será... de todos modos, ya sabes, querida, que yo sólo valgo para matar y follar, pero que esas cosas las hago muy..."
"¿Dónde nos reuniremos?"
"No tenemos caballo, por lo que tardaremos más que vosotros en recorrer camino. ¿Tienes alguna sugerencia?"
"Espera, que consulto con Diego y Mariusz, que son los que tienen el mapa..."
Pasaron varios minutos antes de que el Mago Guerrero volviera a sentir la voz de su aprendiza.
"¿Y bien?"
"La ciudad de Smolots será un buen sitio de reunión. Es una ciudad al suroeste de Bradmont, y podréis llegar a tiempo. Además, será lo suficientemente grande para que, si podéis, paséis desapercibidos... o no, dado que os han visto donde estáis."
"Antes de entrar a Bradmont, nos encontramos con un puñado de soldados que nos identificaron y trataron de matarnos, pero uno de ellos consiguió huir. Supongo que informaría a algún oficial superior, y por eso saben donde estamos. Aunque es sobrecogedor cómo, en tan poco tiempo, se ha extendido la noticia sobre nuestra posición actual por toda la zona... De todos modos, si tenemos más cuidado, nos las apañaremos para entrar sin mayores problemas a dicha ciudad"
"Estás perdiendo facultades, Maestro. Espero que tu lanza no la esté perdiendo también."
"No digas tonterías, Irina. He estado algo débil últimamente, ya hablaremos en más detalle cuando nos encontremos otra vez. Aunque te garantizo que estaré completamente recuperado para entonces..."
"Hasta entonces"
"Adiós"

Leo cortó la comunicación. Comunicarse entre sí a distancia era una habilidad que la mayor parte de los Magos Guerreros dominaban antes o después, aunque se necesitaba una considerable cantidad de energía para poder utilizarla, especialmente si la distancia que los separaba era, como en este caso, bastante grande. Por ello hasta ahora, a pesar de llevar dos días despierto, Leo no había podido utilizarla.
En esos momentos, oyó una serie de pasos acercándose a él. Cuatro pares de botas, contó. Sospechoso que se estén dirigiendo justo a mí.
-¡Eh, tú! ¡El Mago Guerrero! -dijo una voz tosca a su espalda.
Se avecinaban problemas, aunque nada que un Mago Guerrero no pudiera arreglar matando, pensó Leo. Se dio la vuelta, preparándose para empuñar la espada en cualquier momento.
-¿Qué quieres, mamarracho? -dijo, provocativamente, al ver que su interlocutor era un hombre de unos dos metros, corpulento, que empuñaba un hacha de batalla enorme-. ¿Estás buscándote problemas?
-Más bien estoy a punto de hacer mucho dinero -sonrió el interlocutor, que estaba acompañado por tres hombres más bajitos que empuñaban sendas espadas y que vestían cota de malla-. Tu cabeza vale mucho dinero, especialmente con el serrín que debe tener dentro.
-Mira tú quién fue a hablar -dijo Leo, burlón, intentando ganar el tiempo-. ¿Por qué no te inflas tu cerebro antes de hablar? Aunque incluso así nó alcanzaría el tamaño de un guisante. No se puede pedir peras a un manzano, al fin y al cabo...
Enfurecido, el cazarrecompensas empuñó su enorme hacha y corrió hacia el Mago Guerrero, que no hizo, por el momento, ademán de desenvainar su espada. En vez de eso, sonrió y formuló un hechizo. Cuando el interlocutor llegó a él, alargó la mano y le tocó. Antes siquiera de que el cazarrecompensas pudiera reaccionar dándole un hachazo, se vio sacudido por una corriente poderosa de energía mágica, que le hizo reventar. Entonces Leo desenvainó la espada y se preparó a combatir a los otros cazarrecompensas, que empezaron a disponerse en forma de triángulo equilátero, buscando, de un modo o de otro, rodear al Mago Guerrero. "Deben de ser asesinos profesionales", pensó Leo, viendo cómo se disponían para el combate, en vez de lanzarse a lo loco al ataque como suelen hacer la mayor parte de los matones que él solía combatir.
La mención a la recompensa y el funesto fin de aquel cazarrecompensas atrajo la mirada de algunos milicianos y soldados que enarbolaron sus armas, dispuestos a colaborar en el fin de aquel Mago Guerrero, para luego poder reclamar al menos parte de la recompensa. Leo los vio venir, y decidió que tenía que acabar rápidamente con los tres asesinos a los que estaba confrontando. Entonces, hizo amago de dirigirse al del centro, pero al mismo tiempo lanzó su daga a la cara del que estaba a su derecha, sorprendiéndole y atravesándole la frente. Aquel asesino cayó muerto al instasnte, pero entonces el que estaba a la izquierda de Leo atacó con su espada. Leo bloqueó una serie de estocadas de aquel asesino, y entonces dio una media pirueta, bloqueando un golpe que de improviso le vino por detrás, proveniente del otro asesino que quedaba en pie. Entonces lanzó una serie de estocadas a aquel asesino, pero, antes de que este tuviera tiempo de reaccionar tras haber bloqueado, a duras penas, las estocadas del mandoble del Mago Guerrero, el Mago Guerrero rodó por el suelo y se colocó a la espalda del otro asesino, al que cortó el cuello de un mandoble por detrás, sorprendiéndole cuando éste se disponía a atacarle por la espalda. Entonces rechazó otra estocada del asesino restante y le dio una estocada por el flanco izquierdo, que el asesino había dejado descubierto, alcanzándole en la yugular, y matándole al instante.
Entonces, dos alabarderos milicianos se lanzaron a por el Mago Guerrero, pero, antes de que pudieran siquiera darle un golpe como es debido con sus pesadas armas, el Mago Guerrero se deshizo de ellos con una serie de mandobles certeros. De un modo similar dio muerte a varios soldados más, todos ellos poco bregados en combate, como observó Leo viendo la lentitud y la poca destreza con la que manejaban sus espadas. Pronto el Mago Guerrero estuvo rodeado de cadáveres de enemigos muertos, pero, para aquel entonces, toda la aldea estaba ya en guardia y un gran número de soldados, milicianos, mercenarios y hasta campesinos armados con horcas se dirigían a por él.
Entonces se oyó un estruendo procedente de la taberna, que ardió en llamas, y Lacroix apareció al lado de Leo.
-Me han intentado apuñalar mientras intentaba dormirme, pero no lo han conseguido. Luego he bajado abajo y muchos han intentado atacarme con todo tipo de armas, pero con una gran bola de fuego he conseguido abrirme paso.
-Lo celebro -dijo Leo irónicamente, mientras esquivaba un virote de ballesta y bloqueaba un espadazo de otro soldado-. Ahora debemos salir de ésta.
-Espera, que enseguida saldremos de aquí -dijo Lacroix, mientras Leo mataba, de una serie de certeras estocadas, a otros tres soldados y milicianos que a él se acercaban. A pesar del auténtico baño de sangre que el Mago Guerrero, sin ningún tipo de remordimientos, estaba causando, muchos soldados y milicianos seguían tratando de cercar a los dos buscados, aunque ya parecía que titubeaban antes de avanzar, especialmente viendo todos los cadáveres desparramados por el suelo de la calle.
Entonces, Lacroix conjuró un hechizo, y ambos se teletransportaron fuera de aquella aldea, que se estaba empezando a convertir en una verdadera ratonera para ellos, a pesar de sus poderes. Aparecieron unos siete kilómetros al oeste de la aldea, a medio kilómetro del camino imperial que unía Bradmont con otras aldeas, y, enventualmente, con Smolots.

FIN DEL CAPITULO 12.
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MensajeTema: Re: El Mago Guerrero   El Mago Guerrero - Página 3 EmptyLun 26 Dic 2011, 00:20

buen chapter loco
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MensajeTema: Re: El Mago Guerrero   El Mago Guerrero - Página 3 EmptyMiér 28 Dic 2011, 19:02

Aquí os traigo otro capitulo.

CAPITULO 13. De viajes y conspiraciones.

Leo y Lacroix continuaron su camino hacia la ciudad de Smolots. Para ello evitaron, en su mayor parte, utilizar los caminos imperiales, así como las aldeas y diferentes asentamientos presentes a lo largo del camino, para evitar ser vistos y que se diera la alarma sobre su destino, pues ninguno de los dos estaba interesado en que se diera la alarma en Smolots, imposibilitando el encuentro con Irina, Diego y Mariusz en la susodicha ciudad. Para encontrar el camino sin recurrir a los caminos imperiales, Lacroix aplicó un hechizo sobre su mapa del Reino de Norganmark –unidad territorial componente del Imperio del Sur en la que se encontraban-, que les permitiera encontrar su camino a través de bosques, pantanos, colinas, y llanuras sin cultivar, todo ello con el fin de llegar a Smolots pasando desapercibidos.
Su viaje les llevó varias semanas, por ello tuvieron que recurrir, durante el camino, al saqueo, para así obtener provisiones. Sin embargo, debido en parte de los escrúpulos de Lacroix, quien no quería causar ningún daño a campesinos inocentes, y al hecho de que ser vistos los dos juntos en una acción de este tipo permitiría a aquellos que les buscaran encontrarles más fácilmente, o peor, deducir el camino que estaban siguiendo y el destino al que viajaban. En cambio, Leo no tenía problemas en saquear granjas si era necesario para obtener provisiones, dado que no le importaba en absoluto ni lo que pensaran ni sufrieran los campesinos, por ello recurrió en más de una ocasión –sin piedad de ningún tipo, dado que algunos de los campesinos que, en los diferentes saqueos intentaron defenderse horca en mano, murieron a manos de su espada- al saqueo, por lo que no necesitaron parar en ninguna aldea para comprar provisiones.

La fortaleza de Zandratt era, sin lugar a dudas, el castillo más poderoso y grande de todo el norte del Imperio del Sur, y llevaba mucho tiempo cumpliendo la función de base militar desde la cual dirigir acciones fronterizas contra el Imperio del Norte. Al mismo tiempo, servía no solo como lugar de acantonamiento de ejércitos para la guerra –y de aprovisionamiento, dado que, al contrario de lo que sucedía con la producción en la mayor parte de las ciudades, la inmensa mayor parte de la producción alimentaria y artesanal de la fortaleza y las tierras colindantes a ella se destinaban a fines militares-, sino también como residencia permanente de la mayor autoridad militar del Imperio del Sur en el Reino de Norganmark: el Condestable.
Aquel día, la sala señorial del castillo estaba más llena de lo habitual, pues el Condestable estaba dando una comida y una cena –sendos banquetes en el mismo día- a sus caballeros vasallos de mayor confianza, así como a varios Magos Guerreros traidores que colaboraban con el Imperio del Sur –entre ellos su cabecilla, el antiguo Maestro Supremo Laskett –quien había heredado la posición de líder de los traidores tras la muerte del Maestro Supremo Olaf en misión en el Imperio del Norte, a manos de Leo, cuando trataba de asesinar a Abdul Ja-Maja, líder del Árbol del Equilibrio-, y varios Maestros Supremos más –el único Maestro Supremo que a estas alturas seguía fiel a la Organización era Conz, quien seguía en la fortaleza de la Organización- y a dos hechiceros que iban a colaborar en su inminente campaña. Uno de ellos era el nigromante Oxram de Rottarbarg, quien había ganado bastantes enteros e influencia en la compleja alta sociedad imperial después de haber conseguido encerrar en una prisión mágica a Leo, incluso aunque el Mago Guerrero y el hechicero Lacroix consiguieran, contra todo pronóstico escapar, lo cual Oxram, hábilmente, echó la culpa a la habilidad de Leo y Lacroix más que al hecho de que el Custodio que él había invocado no fuera más poderoso de lo que fue –el cual, a estas alturas, era considerado en el Imperio del Sur una de las mayores amenazas a sus planes definitivos de conquista, de los cuales la guerra inminente solo era un preludio, una especie de táctica de desgaste del menos compacto Imperio del Norte –sacudido, cada vez más, por disputas internas y por la acción del Martillo de Guerra, a pesar de la labor de contraespionaje realizada por el Árbol del Equilibrio- para allanar el camino a la conquista definitiva cuando Roberto III, el Condestable y Laskett consiguieran por fin convertir a la variopinta banda de Magos Guerreros traidores en una Organización compacta de carácter militar y mucho más numerosa, plan que, calculaban, sólo necesitarían un puñado de años para llevar a cabo.
Después del banquete de ese mediodía, la mayor parte de los convidados se fueron a sus lujosos aposentos a echar la siesta, si bien algunos caballeros se fueron al patio de armas a practicar de cara a la inminente campaña y a los torneos que se producirían en el Imperio del Sur a la conclusión de la misma. Por su parte, Oxram y el otro hechicero se fueron a sus aposentos para discutir algunas cuestiones, principalmente de índole mágica. Sólo el Condestable, cuyo nombre era Jacques du Delinard, y Laskett se quedaron en el comedor, solos después de que Jacques convocara a unos pajes para que les trajeran vino.
-Bueno, ¿qué opinión te merece el ejército que estamos reuniendo? –le preguntó el noble al Mago Guerrero.
-Impresionante, aunque no deberíais subestimar al Imperio del Norte. Ten en cuenta que, incluso con sus disputas internas, siguen teniendo una capacidad militar bastante respetable, y que el Árbol del Equilibrio ya ha dado las alarmas sobre la probabilidad de un ataque nuestro. Esta campaña no será fácil, ni siquiera con la participación de algunos de mis hombres.
-Cierto, pero no es menos cierto que la Organización que estáis creando tú y tus hombres, Laskett, no ha hecho más que empezar a formarse.
-Sí. Hemos entrenado a muchos aprendices, y bastantes miembros de la antigua Organización se han unido a nosotros. Algunos que no intervinieron en la defensa de su fortaleza, al enterarse de las noticias, han decidido unirse a nosotros antes que a Conz, el cual, a pesar de su gran poder y habilidad, nunca fue bien visto. Sólo los supervivientes del asalto a la fortaleza se han apiñado en torno a Conz, quien está acariciando el título de Gran Maestro Supremo.
-Y sin embargo, todavía hay un Mago Guerrero, en particular, que se empeña en llevar la contraria a nuestros planes, incluso cuando no tiene esperanza de derrotarnos.
-Sí. Leonardo. Una de las personas más crueles y con menos escrúpulos y respeto por las normas y la autoridad que ha visto nuestra Organización en mucho tiempo, pero también, a pesar de que a nadie le guste reconocerlo, de los mejores en lo nuestro.
-Eso soy capaz de creérmelo. Ya me han informado de la escabechina que realizó en aquella aldea dejada de la mano de Dios.
-Ya os avisé de que no valdría para nada poner una recompensa a su cabeza –le reprochó Laskett-. Estáis desperdiciando soldados, mercenarios y demás recursos humanos útiles en una tarea para la cual ya he destinado yo a tres de mis Magos Guerreros, que, creo yo, serán capaces de acabar con él. Pero bueno, son VUESTROS recursos, y no los míos, al fin y al cabo.
-Poco puedo hacer yo a ese respecto, Maestro. Son órdenes del Emperador –se encogió de hombres el Condestable.
-No sabía yo que tuvieras tanto respeto por las órdenes del Emperador, más allá de lamerle las botas de manera pérfida para que no sospeche de ti y te haga empalar, como hace con los traidores –sonrió, pérfidamente, Laskett.
-Sabes de sobra que si quiero llevar a cabo mis planes, de momento necesito todos los recursos que él pone a mi disposición. Por ello finjo que sigo a su leal servicio, y trato de desacreditar en la corte a otros nobles influyentes que pueden resultar un estorbo para mis planes en un futuro dado. Y tú también los necesitas. Aunque hayas establecido en mis catacumbas tu laboratorio y base de operaciones para ir formando Magos Guerreros consagrados y construir tu organización.
-Por eso colaboro contigo, claro –dijo, con una sonrisa cínica, su interlocutor.
-¿Y son hábiles esos Magos Guerreros que has mandado a dar caza a ese fastidioso bastardo? –preguntó el Condestable, tomando un sorbo de su copa de vino,
-Son un Maestro y dos Magos Guerreros Consagrados. El maestro, Arnaiz, es –era, más bien- amigo suyo, y se entrenó y creció junto a Leo. No sé si estará a la altura de alguien tan poderoso y habilidoso como Leo, pero en cualquier caso no es ningún asesino de pacotilla como esos “profesionales” –bien conocido era el desprecio que sentían los Magos Guerreros por los asesinos profesionales, puesto que los consideraban, a pesar de tener mejor fama que ellos –quienes eran considerados poco más que carniceros- inferiores-, y en cualquier caso también es muy habilidoso. Junto a él he mandado dos Magos Guerreros Consagrados que, si bien algo inexpertos, creo que son muy talentosos y que le serán de gran ayuda a Arnaiz cuando tenga que conseguir la cabeza de Leo.
-Brindemos, entonces, por el éxito de su misión.

Mientras se producía esta escena en Zandratt, Diego, Irina y Mariusz ya habían llegado, cabalgando –lo que explicaba su enorme rapidez- a la ciudad de Smolots. Allí habían sido recibidos con mucha desconfianza tanto por los ciudadanos y burgueses de la ciudad como por las autoridades de la misma, sin embargo, contaban con una carta del caballero Eleazar que acreditaba que estaban trabajando en una misión para el Imperio del Sur, y que les otorgaba privilegios como descuentos en los precios de los artículos o aposento gratis en la ciudadela, siempre y cuando siguieran buscando a Leo y Lacroix, como quería Eleazar, por orden del Condestable, que hicieran. Por ello, las autoridades de la ciudad no tuvieron más remedio que plegarse a los deseos de Irina y Diego –quienes, no obstante, moderaron mucho sus peticiones para tratar de no ganarse más enemigos y poder permanecer, sin ningún tipo de problema, en la ciudad, hasta el encuentro con Leo y Lacroix-. Nada más llegar a la ciudad, los tres se aseguraron de que Leo y el hechicero no habían llegado a la ciudad antes que ellos, y entonces utilizaron sus privilegios para permanecer, de manera tranquila y cómoda, en la ciudad. Como pretexto, afirmaron que estaban preparando una expedición de batida en los bosques cercanos a Smolots, donde “sospechaban” que se encontraban las personas que buscaban. De hecho, hicieron –en solitario, y varias veces- varios viajes al bosque para darle credibilidad a su paripé, aunque, naturalmente, jamás encontraban a nadie escondidos allí, lo cual, por supuesto, no quitaba que sospecharan que debían estar escondidos en alguna parte de ese bosque. Sin embargo, el paripé cumplió su objetivo, dado que nadie pareció sospechar siquiera que podían estar mintiendo. Y, de todos modos, Diego se ocupó de “silenciar”, de manera muy silenciosa, a aquellos que pudieran albergar una sospecha.

FIN DEL CAPITULO 13.
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MensajeTema: Re: El Mago Guerrero   El Mago Guerrero - Página 3 EmptyMiér 28 Dic 2011, 19:23

bueno, voy por el capitulo 12 todavia, espero que me perdones Laughing
Por el momento creo que esto va a mejor. Se estan pegando un buen viaje y me gustan las escenas de acción. Sigue asi tio!!
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MensajeTema: Re: El Mago Guerrero   El Mago Guerrero - Página 3 EmptyMiér 28 Dic 2011, 19:24

buen capitulo aunque se me a hecho corto xd
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MensajeTema: Re: El Mago Guerrero   El Mago Guerrero - Página 3 EmptyJue 29 Dic 2011, 03:39

En un principio, la verdad, planeaba añadirle más acontecimientos a este capitulo, pero me habría quedado demasiado largo para mi gusto y por ello lo he tenido que partir en 2, este y el siguiente. Mañana empiezo con el siguiente capitulo.
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MensajeTema: Re: El Mago Guerrero   El Mago Guerrero - Página 3 EmptyDom 01 Ene 2012, 01:20

Bueno, para empezar me alegro muchísimo que hayas vuelto por el foro. Se te echaba de menos tío xDD Y también me alegro de que retomes el relato.. Sigue increíble como el primer día!! Continúalo por favor Wink

PD: Eres un amo con esta frase: "¿Tienen putas? Necesito follar."
Joder lo que me he reído, Leo mola demasiado xD
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MensajeTema: Re: El Mago Guerrero   El Mago Guerrero - Página 3 EmptySáb 07 Ene 2012, 19:54

CAPITULO 14. Amigos enfrentados.
Era completamente de noche, se podía ver tanto la luna como un gran número de estrellas en la bóveda celeste, pues las nubes brillaban por su ausencia. Eso reconfortó al Mago Guerrero Arnaiz. Por alguna extraña razón, siempre le había gustado más luchar en esas condiciones que en cualquier otra. Tal vez porque su Consagración, la cual se realizó hace ya mucho tiempo, y en la que también estuvo su otrora mejor amigo, Leonardo, quien se había consagrado un par de meses antes que él, se había realizado en esas condiciones. Al fin y al cabo, el Día –en este caso más bien Noche- de la Consagración solía ser el día más importante de un Mago Guerrero, si sobrevivía.
Detrás de él aparecieron otros dos Magos Guerreros, que, al igual que Arnaiz, se tapaban con la capucha que llevaban todos los Magos Guerreros traidores. Sus nombres eran Socks y Orrit, y eran más inexpertos que él, si bien hasta ahora habían demostrado talento y lealtad a su causa de refundación de la denostada Organización. “Serán útiles”, pensó Arnaiz.
-¿Ya estamos allí? –preguntó Socks.
-Casi –dijo Arnaiz, impertérrito-. Ahora comprobaremos si ese hechizo ha funcionado.
-¿Y no se habrá dado cuenta Leo de que intentábamos buscar contacto con él para poder localizarle, incluso sin haberle hablado? –preguntó Orrit, quien, por lo general, solía ser más perspicaz y reflexivo que Socks-. Ese hechizo ha sido muy ingenioso, intentar localizarle mediante la habilidad de contacto a distancia de los Magos Guerreros para acto seguido plasmar su localización en el mapa y poder teletransportarnos allí, pero es posible que Leo se haya dado cuenta y haya decidido poner pies de por medio.
-Es posible, yo mismo me había planteado esa posibilidad –reconoció Arnaiz-. Será un sanguinario, un cruel, un hijo de puta, pero no tiene ni un pelo de tonto, y seguro que ya tiene alguna sospecha. De todos modos, estamos muy cerca. No huirá, está demasiado cerca ya, y de todos modos no está, para nada, en su carácter. Aunque fuéramos diez y le atacáramos todos a la vez, lucharía, y tal vez hasta saldría airoso del intento. Aunque seamos tres y él uno –pues vosotros dos os vais a deshacer de ese hechicero mientras distraigo a Leo, los informes que me dieron Oxram y Laskett me indicaban que el hechicero era bastante menos poderoso y suspicaz que Leo-, ésta será una lucha muy, muy dura. Os lo digo porque en más de una ocasión he luchado junto a él, y creedme, cuando le invaden las ganas de matar se convierte en una verdadera máquina de matar.
-También nosotros nos ocurre eso, al fin y al cabo somos Magos Guerreros –replicó Socks.
-Sí, pero ninguno de nosotros es tan cruel y despiadado como él, y por lo tanto jamás las canalizaremos de manera tan eficiente –le advirtió Arnaiz-. Tened mucho cuidado. Bueno, pues empecemos.
Arnaiz avanzó hacia un bosque cercano al camino imperial en el que los tres Magos Guerreros habían aparecido después de teletransportarse. Socks y Orrit formularon sendos hechizos y se volvieron invisibles, hechizo que, aunque todo Mago Guerrero domina incluso antes de la Consagración, rara vez lo utilizan. Pero el plan que había trazado Arnaiz para poder llevar a cabo el trabajo que les había encomendado Laskett requería que hicieran uso de esa habilidad.

Mientras tanto, Lacroix y Leo habían acampado en un claro del mismo bosque al que Arnaiz y sus invisibles compañeros se estaban dirigiendo. Acababan de tomar una cena frugal, pues habían resuelto administrar sus provisiones con mucho cuidado y mesura, y así desviarse lo menos posible de su camino para no perder demasiado tiempo aprovisionándose de nuevo, y encontrarse cuanto antes en Smolots con Irina, Mariusz y Diego. En esos momentos, el Mago Guerrero, después de murmurar para así, le preguntó al hechicero:
-¿Puedo preguntarte una cosa un tanto inusual, que me lleva ocurriendo casi desde que salimos de Bradmont?
-¿De qué se trata?
-Son unos temblores muy extraños y repentinos, y que me causan dolores muy agudos y una especie de furia muy irracional, casi de modo inmediato, y prolongado. Además hay noches que no me dejan dormir.
-Según tengo entendido los Magos Guerreros Consagrados, cuando entran en una lucha, son invadidos por sed de sangre y ganas de matar… ¿es a esa sensación a la que te refieres?
-No. Eso para mí no es inusual –gruñó Leo-. Es otra cosa, que sólo me está ocurriendo en los últimos tiempos, pero cada vez más a menudo, y que me está empezando a debilitar.
-Muy curioso –afirmó Lacroix-. Es la primera vez, entonces, que oigo algo similar. Si te llevara a la Torre Excelsa donde me formé tal vez pudiera encontrar a algún hechicero o hechicera con más experiencia y poder que yo, para que investigaran esa dolencia y te ayudaran. Sin embargo, estamos muy lejos en estos momentos de ese lugar.
-¿Y dónde se encuentra? Es muy importante la labor que tenemos ahora entre manos, pero nada más acabar tal vez realice una visita a ese lugar.
-En una isla llamada Neuve Caledoine, pero me temo que estamos, en estos momentos, bastante lejos de cualquier puerto en el cual coger un navío a ella, por lo que pasará mucho tiempo antes de que podamos ir allí. Un lugar muy, muy bello.
-¿Qué pasa, que no podemos teletransportarnos allí en cuanto surja la ocasión? –dijo Leo, a quien claramente le traía sin cuidado la belleza del lugar del que hablaba Lacroix. No olvidemos que la belleza, quitando la de alguna mujer en casos muy excepcionales, es completamente ajena a la vida violenta y despiadada, llena de maldades, de un Mago Guerrero, los cuales solo eran capaces, y ni a veces eso, de dejarla aparte tal forma de ver la vida con personas muy cercanas a él.
-No es tan fácil –suspiró Lacroix-. Aparte de que se necesitaría para teletransportanos allí una cantidad enorme de energía de la que tal vez yo no disponga, las Torres Excelsas tienen hechizos protectores que impiden que nadie que no haya estudiado y se haya hecho hechicero en ellas pueda teletransportarse allí.
-Ya…
En esos momentos, se oyeron pasos cercanos. Leo, de manera instintiva, empuñó el mandoble. Un ruido similar se oyó cerca.
-Es un hombre armado, tal vez más –le dijo Leo a Lacroix-. Colócate más detrás de mí, para que me cubras con tus hechizos en caso de que haya que luchar.
Lacroix obedeció sin dudar, hasta ahora, a fin de cuentas, el Mago Guerrero, con todos sus defectos y su forma tan despiadada de comportarse –al menos con los demás-, había sabido en todo momento qué hacer a continuación.
Entonces, apareció Arnaiz, desprovisto de capucha, en el claro, y, al igual que Leo, empuñando su mandoble.
-¿No reconoces a un viejo amigo? –preguntó, con una voz fría, desprovista de sentimiento y que poco parecía corresponderse con esa frase, la cual sonaba, a oídos de Leo, muy diferente que si la pronunciara algún otro de sus pocos amigos, como el enano Mariusz.
-Arnaiz. ¿Qué quieres? ¿Vienes a por la recompensa que dan por mí y mi amigo?
-No exactamente, me manda el nuevo Gran Maestro Supremo de la Organización.
-¿Conz? ¿Qué cojones quiere ahora? Nosotros estamos haciendo lo que él debería hacer, vengarnos de los traidores y recuperar nuestros secretos, mientras él está ganseando y manteniendo sus posaderas de Maestro Supremo en la fortaleza…
-No, no me manda Conz. Por suerte, dado que de todos los Maestros Supremos que conozco él es el más prepotente y cobarde de todos ellos.
-Pues de nuestra Organización, sin contar a los traidores que se han vendido al Imperio del Sur, traicionando a nuestra Organización y su líder, es el único Maestro Supremo que quedó vivo en…
-¿Por qué piensas que estoy de tu lado, Leo?
-No llevas la capucha de los traidores… Si la llevaras ya te habría matado.
Silenciosamente, Arnaiz se sacó la capucha de traidor y la tiró al suelo.
-O sea, que tú formas parte de los hijos de la gran puta que nos han vendido al Imperio del Sur a todos por ganar poder… o convertirse en un Poder, como dijo un traidor de los menos afortunados de los que atacaron la fortaleza
-¿De verdad te piensas que todo esto se reduce a ganar poder político, viejo amigo? No es sólo eso, tenemos planes mucho más grandiosos.
-Sí, convertirse no en un Poder sino en EL Poder, derrocar a quien haga falta para que vuestro líder de turno se convierta en un Emperador, y demás, ¿no?
-No se reduce a eso. Todo eso no es más que un medio para limpiar nuestra contaminada Organización, que ya no es más que un nido de asesinos crueles y despiadados con más habilidades que un sicario normal y capaces de disparar rayitos.
-¿Y vosotros no sois eso acaso? ¿O es que os créeis más elevados, por encima de todo eso y de toda maldad? –preguntó, con voz asqueada e irónica a un mismo tiempo, Leo.
Arnaiz siguió hablando, ignorando la pregunta capciosa de su viejo ya no tan amigo.
-Volver a la verdadera Senda de los Magos Guerreros, cuya tarea era llevar a cabo las tareas necesarias para el mantenimiento de…
-Una sociedad corrupta, llena de violencia y de injusticias –terminó por él Leo-. No sé con qué cuentos te habrán contaminado, pero los Magos Guerreros sólo somos las herramientas necesarias para hacer los más sucios trabajos de una sociedad corrupta, llena de violencia, de injusticias, de chanchullos para ganar poder, y los Magos Guerreros sólo somos los asesinos crueles y despiadados con más habilidades que un sicario normal, ah, y también capaces de disparar rayitos, que llevan a cabo esos trabajos. Lo que me lleva a la conclusión de que vuestro líder, quienquiera que sea, sólo quiere ganar más poder para él, sacrificando a todos nosotros si es necesario.
Arnaiz no supo que contestar durante unos tensos instantes, en los que dijo:
-Incluso si fuera sí, ¿qué? Todos nosotros, amigo, hemos sido, y seguimos siendo, despreciados y aborrecidos por la gente normal, que odia lo que hacemos y representamos. ¿No te gustaría cambiar eso?
-Si eso significa renunciar a la única entidad y al único hogar que ha dado sentido a mi vida desde que quedé huérfano, no. Lo único bueno de mi vida, aparte de mis excepcionales capacidades para hacer el mal y las cosas más crueles, es esa Organización, sin la cual seguramente ahora sólo sería un mendigo o un esclavo, también despreciado por todos, por otro lado. La Organización, adoptándome cuando quedé huérfano, me libró de eso y dotó mi vida de un sentido, macabro, pero sentido al fin y al cabo. ¿Cómo podéis ser tan miserables para olvidar eso y tratar de cambiarlo a vuestra conveniencia?
Arnaiz, de nuevo no respondió. No se esperaba tal resistencia verbal por parte de su viejo amigo. Enarboló una vez más su mandoble.
-Veo que no se puede razonar contigo, viejo amigo. En ese caso morirás. Ya llevas demasiado tiempo siendo una traba para nuestros planes.
Entonces, todo ocurrió muy rápido. Arnaiz intentó dar un golpe muy rápido dirigido a la yugular de Leo, sorprendiéndole, pero Leo lo vio venir y esquivó el golpe con mucha habilidad, para acto seguido descargar su mandoble sobre uno de los flancos que había dejado Arnaiz descubiertos en su movimiento. El mandoble no dio a la yugular del traidor por puro milagro, sino que chocó contra su armadura con tal fuerza que la abolló en su costado. Arnaiz resopló de dolor, pero acto seguido rodó hasta más atrás, poniéndose de cara a Leo. Entonces dijo:
-¡Ya!
Socks y Orrit aparecieron detrás de Lacroix que, había permanecido apartado todo el rato, sin intervenir, y que estaba muy ensimismado, pensando qué hechizo podría ser útil en el combate contra otro Mago Guerrero. Entonces, corrieron hacia el hechicero, quienes no los había visto llegar, y sólo ahora percibió su presencia. Demasiado tarde, aunque no lo suficiente para morir. Orrit llegó antes que Socks y dio un tajo preciso, buscando atravesar el corazón del hechicero. Lacroix murmuró un hechizo en voz baja, y el mandoble de Orrit no acertó donde buscaba, sino en el pulmón derecho, que perforó al completo, si bien el izquierdo y el corazón quedaron intactos. Entonces Lacroix, lleno de dolor, cayó al suelo, pero se controló lo mejor que pudo para no chillar, intentando hacer creer a los dos Magos Guerreros, Orrit y Socks, que estaba muerto. Estos cayeron en la trampa, y avanzaron, corriendo, hacia la parte del claro en la que luchaban Leo y Arnaiz. Lacroix quedó atrás, gravemente herido, pero con fuerzas suficientes para, al menos, intentar un hechizo para ayudar a Leo en aquel combate, el que, de un momento a otro, se había hecho mucho más complicado de lo que parecía.
Leo, al contrario que Lacroix, lo vio venir, mientras combatía contra Arnaiz, quien, a pesar de haber empezado el combate con mal pie, seguía luchando con mucha habilidad. El combate estaba, en esos momentos, muy igualado, y, si bien Leo parecía estar en mejor condición, Arnaiz tampoco lo tenía todo en su contra. En ese momento, Leo lanzó una combinación de golpes precisos hacia diferentes zonas del cuerpo de Arnaiz –que incluían desde la pechera de su armadura hasta su yugular y su rodilla-, midiendo perfectamente el tiempo que tardaba, coordinando sus movimientos, intentando atrapar al traidor con la guardia bajada. Sin embargo, ambos se habían entrenado juntos, y Arnaiz conocía esa secuencia de movimientos, una de las que Leo utilizaba en combate con más frecuencia, lo que le permitió esquivar los golpes hábilmente para, acto seguido, tratar de sorprender a Leo con otra certera estocada a uno de sus flancos, intentando alcanzar su yugular. Leo bloqueó hábilmente el golpe, aunque no pudo desviar la hoja del mandoble de Arnaiz. Entonces, de improviso, formuló un hechizo. Arnaiz se vio empujado hacia atrás, cayendo al barro, justo al lado de un árbol en el límite del claro. Leo aprovechó esa ocasión para darse rápidamente la vuelta y bloquear, sin excesivas dificultades, sendos espadazos provenientes de Orrit y Socks, que intentaban atacarle por detrás. Entonces, Socks intentó atacar a Leo por el flanco derecho mientras Orrit se apartaba hacia el otro lado para poder sorprender a Leo por el otro lado, pero Leo ya conocía de sobra este tipo de tácticas, y pudo esquivar, de manera muy hábil, ambos golpes. Acto seguido, hizo un amago: se giró hacia Orrit y realizó un largo y fuerte golpe descendente, que Orrit pudo bloquear sin apenas dificultades, pero entonces Leo trazó una media pirueta, hacia Socks, a quien lanzó una estocada certera, aunque Socks pudo desviar la espada de Leo, quien, entonces, dio otra media pirueta para esquivar la daga que le acababa de lanzar Arnaiz hacia su cara…

FIN DEL CAPITULO 14.

PD. Me ha vuelto a ocupar mas de lo que esperaba, por ello he tenido que dividir el capitulo que un principio planeaba para este en otros dos.
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MensajeTema: Re: El Mago Guerrero   El Mago Guerrero - Página 3 EmptySáb 07 Ene 2012, 20:54

nooooooooooooooo, pero como nos dejas el combate a medias O.O
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MensajeTema: Re: El Mago Guerrero   El Mago Guerrero - Página 3 EmptyDom 08 Ene 2012, 14:51

Impresionante tío, me encantó este capítulo. (la conversación leo-arnaiz sublime en mi opinión)

Como a todos los que escribimos nos gusta que nos digan errores o pequeños fallos te diré lo único que he visto en mi opinión: esta frase queda muy cargada en mi opinión: "Tal vez porque su Consagración, la cual se realizó hace ya mucho tiempo, y en la que también estuvo su otrora mejor amigo, Leonardo, quien se había consagrado un par de meses antes que él, se había realizado en esas condiciones. ". Pero vamos es mi opinión. Y como ya te digo, me ha encantado el capítulo Wink
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