<<CAPÍTULO 2>>
Tabriz es una pequeña ciudad a escasos veinte kilómetros de la costa oriental de Myrtana. Durante años formó parte de uno de los muchos reinos humanos diseminados por el continente, sin embargo, con la llegada de Rhobar, sus gentes se han unido a él y el territorio ha acabado por integrarse en su imperio. La región fue devastada años antes por los constantes saqueos de los bandidos de las montañas, las aceifas de los reinos del sur y las incursiones macabras de los seguidores del Culto.
Al pertenecer al condado de Vengard, la región se distribuye en un alfoz, al mando de un condestable, súbdito del autoproclamado rey de Myrtana. Los lares que comprenden el condado de Vengard, donde reside actualmente el rey, y las regiones limítrofes de Arcudia y Xsathra se conocen popularmente como los Llanos de Tabriz, un ancho pasillo de prados y bosques de casi trescientos kilómetros flanqueado paralelamente por la costa y las Montañas Altas...
Mientras caminaba por la ciudad en busca de provisiones para su largo viaje, el cazador observó la destruida fachada del templo de Innos. Durante los cuatro años anteriores a la llegada del rey, un dragón colosal presuntamente invencible había estado devastando las poblaciones de Myrtana. Muchas ciudades del continente quedaron arrasadas, otras,simplemente desaparecieron. En Tabriz, la Bestia atacó una vez, destruyendo parcialmente el barrio de artesanos y el templo, y completamente el hospicio. Es por todo ello por lo que muchas de las regiones de Myrtana se unieron a Rhobar cuando bajó de las tierras altas de Nordmar. La cultura de los bárbaros fue rápidamente influenciada por las de Myrtana, concretamente la del antiguo reino de Vengard. Rhobar no tardó en adoptar la mayoría de los aspectos de esa civilización más avanzada, tomando las leyes jurídicas, la organización territorial y la organización del ejército, incluyendo en sus filas a los paladines. Además impuso el fanatismo religioso a Innos, aunque toleró el credo al dios hermano Adanos.
Cuando pasó cerca del antiguo hospicio para comprar provisiones, sintió náuseas pues su madre había muerto cuando el edificio se vino abajo el día que atacó la Bestia. Aunque en su interior sabía que no era verdad se obcecaba en pensar que fue culpa de su padre por no cuidarla y permitir que contrajese la lepra.
Calmado el espíritu, empezó a pensar sosegadamente. El comerciante de Vengard que compraba sus trofeos de caza tardaría un par de días como máximo en aparecer; podía esperar a que llegase para conseguir suficientes provisiones pero según habían contado algunos refugiados el día anterior el rey había empezado a hacer reclutamientos forzosos en los Llanos de Tabriz y supuestamente las levas de reclutamientos se dirigían directas a la ciudad, la última población de los Llanos. Pensó durante un rato en ir directamente a Vengard a encontrar al comerciante, al estar la capital a sólo dos jornadas de viaje, sin embargo no tardó en darse cuenta que era un despropósito aún mayor siendo esa ciudad el centro del imperio. Finalmente se decidió por marcharse de inmediato y no esperar nada más, si se veía falto de comida podría cazar alguna bestia. Con los trofeos de su última caza podría haber comprado algún animal de carga para ir más rápido pero prefirió partir cuanto antes por si acaso. Llegar hasta el valle de Laran lo estimaba en ocho jornadas de viaje, aunque bien podía ser más tiempo por las inclemencias del clima a la hora de atravesar la cordillera de las Montañas Altas que separaban los Llanos del valle de Laran y el resto de Myrtana. Las Montañas Altas tenían un sólo puerto para cruzar la sierra, un estrecho paso conocido como el desfiladero de Ágras. En tiempos antiguos el paso tenía un buen adoquinado y era muy transitado por los comerciantes del continente, sin embargo, las guerras y las frecuentes emboscadas de bandidos propiciaron su decadencia y posterior abandono. Es por ello por lo que las rutas comerciales en estos tiempos turbulentos se han desviado hasta el pequeño mar de Ubáid, que permite comerciar con las regiones al otro lado de las Montañas Altas, si bien se tarda el triple de tiempo...
Mientras andaba por la senda de Corte, al cazador le asaltó un sentimiento de éxtasis, imaginándose con todo el tesoro en sus manos. Como el pensamiento enfermizo iba a más y empezó a dolerle la cabeza paró unos segundos para descansar. Al fondo del prado vio una cabaña que pasaba por la senda. Al acercarse, salió por la puerta una señora vieja para observarle.
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Buenas tardes, dijo el cazador,
decidme anciana ¿es este camino el que me llevará a la posada del conde?-
Así es joven, está a tres horas a pie.-
Muy bien, gracias anciana, seguiré mi camino entonces, que Innos se lo pague.-
¡Un momento por favor!, dijo la anciana con un tono de angustia en la voz,
mi hija ha sido raptada por un grupo de pequeños monstruos infernales, se la llevaron al bosque en aquella dirección, dijo señalando el bosque del oeste, por favor rescátala por mí, yo no tengo fuerza y ella es lo único que tengo, le pagaré...
Mientras la vieja contaba más detalles, el hombre fijó sus ojos a través de la puerta entreabierta en una estatuilla de Innos de oro que había sobre una mesa en el interior de la casa. Sus ojos volaron hasta los de la vieja y como un autómata hizo un movimiento afirmativo con la cabeza. Sin reconocerse a sí mismo se quedó esperando y cuando vio a la vieja dormirse a través de la ventana creyendo que había ido a rescatar a su hija entró sigilosamente y robó la estatuilla sin ningún tipo de escrúpulos...
Cuando llegó a la posada del conde se quedó a ver si alguien se atrevía a decirle algo e iba con la mano en la empuñadura de la espada. En una esquina de la sala vio a un mago joven quizá algo mayor que él, llevaba las típicas túnicas de mago del círculo del fuego pero los diseños eran diferentes.
Mientras le servían un vaso de leche estuvo pensando en lo que había ocurrido en la cabaña; no podía explicar porque lo había hecho, pensó que se estaría volviendo loco, dentro de pocos días iba a encontrar un gran tesoro y no necesitaba una pobre estatuilla robada a una anciana. Irónicamente pensó para sus adentros que ese repugnante acto seguramente habría enorgullecido a su padre. En el momento en que contemplaba su vaso de leche derribaron la puerta de la posada y unos hombres con la cara pintada y vestidos de negro entraron con las espadas en ristre cortando miembros en rápidos y ágiles movimientos creando un espectáculo nefasto. La sangre flotaba como si fuese el mismo aire y aquellos individuos remataban en el suelo a los borrachos, dejándoles una cara desagradable mezcla de alegría y susto. Lo último que recordó el cazador fue un fuego extendiéndose desde la esquina de la izquierda.
Se levantó. Le dolía levemente el brazo pero no tenía ningún tipo de herida, sólo sangre seca alrededor del brazo. Al fondo se veía un humo lejano, fruto del incendio de la posada. Sus pertenencias habían desaparecido y a su izquierda había un individuo leyendo un libro titulado “Un Regalo de los Dioses”, era aquel mago de la posada. Tenía los ojos y el pelo negro y llevaba una perilla sin bigote. Su cara desprendía brillantez e inteligencia. Cuando advirtió que el cazador le miraba puso un pequeño trozo de papel y cerró el libro.
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¿qué tal estás? ¿te duele la herida del brazo?, preguntó el joven mago.
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Emmm no, estoy bien, supongo que tú me has curado, el cazador no sabía bien que responder.
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Sí, no te preocupes.El hombre empezó a recordar.
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¿qué pasó? ¿quienes eran esos hombres?, preguntó.
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Hombres del Culto, seguramente, no te se decir porque no soy de aquí, vine hace dos semanas de la isla de Khorinis-
Khorinis..-
Sí, he venido a aprender del maestro Barthos de Laran, en mi comunidad ya me han seleccionado como mago pero creo que el Mago Supremo de la orden podrá ayudarme a entender mejor los círculos y los secretos de la magia. Estoy de camino al monasterio de Innos que hay cerca del paso abandonado de las montañas, ¿adonde te diriges tú?-
Necesito llegar al valle de Laran, por ...motivos personales, su voz sonó poco convincente
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Muy bien, dijo el joven mago con una mirada un tanto inquisitiva,
pongámonos en marcha. Por cierto, puedes puedes llamarme Xardas.