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 El frío del alba.

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Dulcepsicópata
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Drakan
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Drakan
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Drakan


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MensajeTema: El frío del alba.   El frío del alba. EmptyDom 04 Sep 2011, 00:04

Hola foro, guau llevo demasiado tiempo sin pasar por aquí, haber si ahora que vuelvo a tener Internet me paso mas a menudo. Bueno solo quería dejaros por aquí un relato corto que escribí hace un tiempo y ahora me han publicado en una revista online. Si hay alguien que la quiera que me pida el link por privado. Un saludo, y espero que os guste.

El frío del alba.

La gota de agua se deslizó por el desigual techo de la caverna, avanzó por una de las estalactitas que colgaban sobre el pequeño campamento improvisado y cayó sobre la cara poblada de barbas del Vagamundos. La fría gota despertó al hombre. Abrió los ojos poco a poco, los párpados le pesaban, aún estaba adormilado pero ya era consciente de lo que ocurría a su alrededor. Fuera aún nevaba y el frío viento, que entraba en la caverna, le calaba hasta los huesos. No se escuchaba el trinar de los pájaros pero si el ligero aleteo de algún murciélago acompañado por el chillido penetrante e inconfundible. En algunas partes de la caverna el suelo estaba completamente encharcado y las gotas, que caían de las demás estalactitas, formaban un eco sordo que se propagaba y chocaba en las paredes del lugar. El hombre se puso en pie y salió de su confortable refugio, donde la ventisca de la noche anterior le había obligado a ocultarse, fuera la nieve no daba tregua, pero ahora no era nada más que una débil capa de fina y blanca cellisca lo que caía, aún estaba oscuro, el amanecer se retrasaba, pero era hora, ya, de partir.

El Vagamundos recogió el espontáneo campamento, apagó los rescoldos de la hoguera que lo habían mantenido caliente durante la noche, se colocó las altas botas de piel y se cubrió con una gruesa manta de viaje hecha de piel de ciervo y armiño sobre su jubón de cuero; se colocó su arco y su lanza a la espalda y aseguró la espada en su cinto.

Salió de la caverna con las primeras luces del alba, el viento frío le calaba los huesos, atravesando como cuchillas su oscura piel. Añoraba su hogar, en el lejano sur, lejos de aquellos parajes nevados y fríos donde apenas nadie quería vivir, tan solo aquellos que habían nacido en aquel lugar lo deseaban. Añoraba las praderas verdes de su tierra, la suave brisa del aire y el tostado sol que acariciaba los campos al atardecer, pero eso era algo que le sucedía a todos los Vagamundos, todos añoraban la tierra que habían tenido que abandonar.

Él, al igual que los demás Vagamundos, convive con el desprecio y la humillación por parte de los demás, en un viaje continuo sin rumbo fijo. Había vivido en el asesinato y en la caza una vida en constante conflicto con la muerte, la huida del destino que tarde o temprano finaliza y te alcanza, una evasión que jamás fue real, pues solo consistía en aplazar la muerte hasta que ésta quisiera. En muchos lugares solo lo nombraban como Vagamundos o simplemente lo llamaban asesino, en otros, en cambio, recibía el nombre de Drafen que en la lengua común significa ¨acechador¨.

Ningún Vagamundos podía volver a su hogar, pues todo el que recibía ese nombre era porque había sido desterrado de su tierra por crímenes y atentados. En todos lugares eran despreciados y considerados como asesinos fríos e implacables, sin escrúpulos. Drafen no era menos.


Su historia comenzó cuando aún era un simple muchacho de no más de diez años. Drafen aún llevaba grabado a fuego los sucesos de aquella noche, recordaba como en mitad de la madrugada se despertó al oír los chillidos desesperados de una mujer, recordaba que la mujer que chillaba era su madre y que una vez más, como siempre, ésta aguantaba los golpes que el padre de Drafen le propinaba. Pero aquella vez era distinto, el padre de Drafen, un hombre alto y fuerte, curtido en el campo de batalla y muy diestro en el manejo de la espada, golpeaba, de manera enajenada, a su mujer con un grueso leño envuelto en llamas. Drafen contempló aquella escena con una mueca de horror en el rostro, su madre sangraba y en la cara de su padre se dibujaba la locura, en sus ojos saltones la demencia era, más que visible, palpable. Impulsado por una fuerza, aún desconocida para Drafen en aquel momento, se lanzó a la habitación de sus padres y cogiendo la espada de su padre, la misma espada que hoy día aún lleva colgada de su cinto, Drafen salió de la habitación y se dirigió al salón, donde se estaba produciendo la macabra escena. Allí, la madre de Drafen había dejado de llorar y de temblar, incluso había dejado de respirar, ahora solo sangraba. Su padre lo miro con sus ojos saltones y perturbados. Mientras reía estrepitosamente, zarandeaba con su otra mano el cuerpo sin vida de su mujer.

-¡Se lo merecía, muchacho, ella misma se lo buscó! –ladraba como un perro acorralado-No me mires como si fuese un asesino, pues no soy más que el brazo ejecutor que ha hecho lo que debía; solo he hecho lo necesario hijo, solo lo que tenía que hacer.

Drafen no respondió, no tenía nada que decir. Odiaba a aquel hombre desde hacía tiempo, para él solo era un despojo de la guerra, un pobre demente que recordaba los campos de batalla cada noche en la posada y que luego lo pagaba con su mujer a golpes. Lo odiaba, lo odiaba con todas sus fuerzas. En aquel entonces era un pobre necio, un muchacho estúpido que se alimentaba de aquel odio, ahora sabía que ese odio lo acabaría destruyendo.

Drafen miró a su padre mientras una fugaz lágrima se escapaba por su mejilla. Sus ojos viajaron de su padre al cuerpo sin vida de su madre, de ahí a la afilada hoja de la espada que sostenía en sus manos y de nuevo a su padre. Impulsado de nuevo por aquella extraña fuerza se lanzó contra él. Drafen solo agradecía una cosa a aquel hombre, haberlo enseñado a luchar.

No tuvo que esforzarse demasiado, aquel borracho ya no era lo que una vez fue, con maestría, haciendo un veloz quiebro, esquivó el leño que su padre le lanzó, éste se estrelló contra el cristal de la ventana, rompiéndolo y saliendo a la calle. Drafen se recompuso del quiebro y se estabilizó con los pies. Haciendo una pequeña finta se colocó justo a la diestra de su padre, quien, con un movimiento torpe y fallido, trató de coger del cuello al muchacho. Drafen se zafó con una nueva finta y se coloco justo detrás del hombre, el siguiente movimiento trató de hacerlo con los ojos cerrados, pero aquella extraña fuerza se lo impidió. La afilada hoja entró por la nuca del padre atravesando su cuello y saliendo por la garganta, la hoja brilló en un color carmesí oscuro, mientras caía al suelo junto con el cuerpo sin vida del padre del muchacho.
Drafen se sentó junto a los cuerpos de su familia. Allí, completamente solo, comenzó a llorar. Se envolvió en un llanto frío, un llanto más de rabia que de dolor, un llanto que el mismo pensó que no era real.

Mientras se perdía entre las lágrimas, frente al muchacho apareció un enigmático gato de larga cola y de pelaje oscuro como la noche. Drafen no lo había visto llegar, pero allí estaba frente a él. Los insondables ojos del gato eran brillantes y profundos y en uno de ellos se veía a la perfección una cicatriz que le cruzaba verticalmente.

-Sabes lo que has hecho, muchacho. Conoces el crimen que has cometido –dijo el gato con voz alta y clara.
Drafen no dijo nada. Tal vez su reacción no era la más apropiada en aquella situación, no todos los días se oía hablar a un gato negro.

-¿Sabes quién soy? ¿Te han hablado de mí? –Volvió a decir el gato-. Claro que te han hablado de mí, no hay nadie que no conozca a la muerte, pues yo soy quien primero llegó a este mundo.

Drafen seguía sin decir nada. Pareció enmudecer completamente, como si su lengua se hubiera escondido en lo más profundo de sus entrañas y que no fuese capaz de salir de allí. Pero aunque hubiese podido hablar, no habría sabido qué decir a un gato parlante que decía ser la Muerte.

-Te preguntarás qué hago aquí, cómo es posible que la Muerte te hable. En teoría, el destino te tenía reservada esa espada para ti, tú deberías de estar tendido en el suelo y no tu padre, pero, al parecer, el destino se equivocó y ahora, he de llevármelos a ellos y dejarte a ti –el gato miró con desprecio los cuerpo de la familia de Drafen-. No me gusta esa idea, pero no me queda otra alternativa y en cuanto a ti –el gato se volvió de nuevo hacia el muchacho, éste lo miró con la vista turbada por las lágrimas-, el acto que has cometido esta noche te marcará para siempre, seré tu compañera hasta el día en que tenga que llevarte conmigo. Nos volveremos a ver, Drafen.

Eso era lo último que Drafen recordaba de aquella noche. Días después despertó en una cabaña perdida en mitad de las montañas. Aquel fue el último lugar en el que estuvo antes de partir de su tierra para siempre. Después de eso se convirtió en lo que ahora es, un Vagamundos. La Muerte decía la verdad, no fue la última vez que Drafen la encontró, lo acompañó en cada paso que dio por el mundo desde aquel momento. Ahora, mientras el día avanzaba y atravesaba los bosques gélidos del norte, de grandes pinos de aguja, recordaba la última vez que habló con ella. Hacía tan solo un par de meses, cuando llegó a esta tierra recóndita. De nuevo se topó con otro animal que portaba la voz de la muerte. En esta ocasión se presentó con la forma de un cuervo de negro plumaje y negro corazón, de ojos oscuros y profundos. Éste, al igual que los demás animales que decían ser la muerte, tenía una cicatriz que atravesaba verticalmente uno de sus ojos.



-Día tras día me llevo miles de almas conmigo –le dijo el cuervo-, almas que se desvanecen para nunca volver y que dejan atrás a madres y esposas, hermanos e hijos. Muchos me ven con cara temerosa, hay otros que me llevan esperando largo tiempo y me ven como a un familiar añorado, tú, en cambio, me ves como a ti mismo, convencido de que eres tú, tu propia muerte.

En todas las ocasiones que se hubo topado con ella, Drafen nunca le había hablado. Llevaba viendo a la muerte desde los diez años y después de veinte años aún no sabía qué decirle, cada vez que la veía se limitaba a observar sus movimientos, sus expresiones, atentamente escuchaba sus palabras.

-El camino que recorres te ha llevado lejos y durante todo este tiempo has conseguido evadirme, pese a caminar a mí lado. Has recorrido la tierra cazando y matando, debes de estar agotado; el frío de este lugar es desconocido para ti, para mí en cambio, es confortable e incluso delicioso. Conoce bien estas tierras, elige el lugar que más te guste para descansar, porque esta vez no lograrás huir de mí.

Drafen pensó largo tiempo en aquellas palabras, palabras que significaban el final de su vida, pero no creía que eso fuese a suceder, él llevaba evadiendo a la muerte desde los diez años y seguiría haciéndolo durante el resto de su vida.

A media mañana llegó a una pequeña aldea, situada muy al norte de las tierras nevadas, en ella apenas vivían una docena de personas, las casas eran de madera y de paja y los tejados estaban cubiertos con pieles de animales para guardar el calor. Drafen entró en lo que parecía una posada, era el edificio más grande de la aldea y junto a él había unos establos, pero ningún caballo en ellos.

El interior de la posada era lúgubre y seco, pero después de tanto tiempo vagando en la nieve le resultó acogedor. En la chimenea de piedra ardía lentamente la leña seca y tras la barra, el posadero limpiaba unas jarras de barro.

-Si deseas comida te puedo servir un poco de sopa –le dijo el posadero, un muchacho de unos veinte años, de pelo rubio y grasiento, chupado y picado de viruela-, si lo que deseas es alojamiento te puedo hacer un hueco en los establos.

Drafen le indico con un gesto de la mano, mientras tomaba asiento en una de las mesas, que quería una jarra de cerveza. Junto a la mesa a la que se había sentado había un anciano de largas barbas canosas, ataviado con ropas de pieles de animales. Los ojos grises y cansados del anciano se perdían en el fondo de la jarra de barro que sostenía.

-¿Qué trae por estos lares a un Vagamundos? –Le dijo el anciano sin quitar ojo del fondo de su jarra- ¿A caso te has perdido muchacho o es que has venido a ayudarnos a matar al Oso?

Drafen miró extrañado al anciano pero no respondió, el posadero llegó con la jarra de cerveza, no era raro que aquel anciano supiese que era un Vagamundos pero sí que lo tratara tan bien, tal vez por la conveniencia de la necesidad.

-Esa maldita doble moralidad, os ven a todos como asesinos pero siempre os llaman cuando necesitan eliminar alguna bestia que les molesta –le dijo el anciano con una sonrisa-, chico esta es una aldea pobre, alejada de toda civilización, trabajamos la tierra y nos alimentamos de lo poco que nos ofrece y ahora la muerte viene a nosotros con la forma de un maldito oso, que mata a nuestros animales y asusta a los cazadores cuando salen a por comida a los bosques del este, dime, ¿si nadie te ha llamado, a que has venido? Tal vez sea coincidencia que llegue un cazador de bestias en el momento en el que más necesitamos uno.

<> pensó Drafen <>

-¿Qué harás muchacho? –Dijo de nuevo el anciano sin quitar ojo del fondo de su jarra-. ¿Cazarás a la bestia o beberás hasta reventar?

Drafen no dijo nada, si se trataba del destino lo comprobaría por sí mismo. Se terminó su jarra de cerveza y tras haber pagado al posadero, salió y se dirigió a los bosques que había al este de la aldea. Deambuló durante el resto del día, entre zarzas y monte nevado, entre pinos de aguja y abedules helados, buscando las huellas del oso, pero no encontró nada.


Cuando la noche cayó encontró refugio en una pequeña cueva, situada cerca de un arrollo de fría y cristalina agua. Una hoguera le dio luz y calor y con sus mantas se hizo una cama en el frío suelo de piedra. Trató de dormir acurrucado en las mantas y junto al fuego. El cansancio le venció a la media noche, pero poco tiempo hubo de dormir.

Tras un par de horas de sueño un fuerte ruido le despertó, abrió los ojos veloz, casi en un suspiro, y se topó con un grupo de sombras que correteaban por las paredes de la cueva al son de las llamas que crepitaban en la hoguera, entre las sombras apareció una más grande y terrible, esta sombra no danzaba, no correteaba, lo miraba fijo con unos ojos negros como el azabache.

Frente a Drafen acababa de aparecer un oso enorme, de largo y oscuro pelaje, salvaje y sombrío, de grandes zarpas y negros ojos. Una cicatriz vertical atravesaba uno de sus ojos. El oso lo miro feroz, impaciente, hambriento.

-Dicen de mí que soy el final, que una vez se me ve no hay nada más –comenzó a hablar el oso-, que soy la oscuridad más absoluta, pero en tu caso fue diferente, a ti te supuso un principio, fui el comienzo de tu camino, cuando se apartó de la luz y comenzaste a tropezar con las tinieblas.

El oso se relamía mientras hablaba.

-Nunca he oído tu voz pero nunca me ha hecho falta para saber lo que piensas. Te lo dije Drafen, este sería tu final, espero que hayas elegido un bonito lugar para descansar.

-He recorrido junto a ti un largo camino –dijo Drafen, quien por fin tenía algo que decirle a la muerte-, un camino en el que tú mismo me iniciaste y que aún no estoy dispuesto a abandonar.

-Crees que huirás del destino, que no es este el final que mereces, dime, ¿nunca has pensado que el destino te tenía este final reservado, que todo lo que has hecho te ha llevado hasta este momento, que este es tu hado y el final de tu camino?

-¿Y tú nunca has pensado que este puede ser el final del tuyo? –dijo el Vagamundos en tono amenazador.

El oso soltó una fuerte carcajada que rebotó por la cueva como un rugido atronador.

-Que insolencia hablar de esta manera a la muerte, he sido compasivo contigo Drafen e incluso he llegado a estar cómodo a tu lado durante estos años, pero jamás permito que nadie me hable de esta manera, tu final es este, asimílalo, será lo mejor para ti.

Sin previo aviso Drafen desenvainó la espada de su padre, asió la lanza que llevaba a la espalda y se lanzó contra el oso, contra la misma muerte, en una carga desesperada a favor de la vida. Primero descargó su brazo derecho con todas sus fuerzas, dirigiendo un ataque certero a la pata izquierda del oso. Este lo esquivó sin esfuerzo y de un revés arrojó fuera de la cueva al Vagamundos.

Era una noche clara, el cielo nocturno dibujaba un manto estrellado y el brillo espectral de la luna llena, corría un viento frío que movía las aguas del arrollo y las hojas del bosque. Drafen clavó la espada en la fría nieve y se colocó en posición de ataque con la lanza, de la cueva emergió el oscuro oso, la negra muerte. El Vagamundos cargó de nuevo, usando la lanza como si de una extensión de su propio brazo se tratara, ataques a la diestra, ataques de frente y a la siniestra, ataques rápidos y ágiles, ataques fallidos. El oso también se movía veloz, esquivaba sin esfuerzo alguno y contraatacaba con destreza, pero también fallaba. En una ocasión la lanza atravesó la pata derecha del oso y la zarpa del animal desgarró el pecho del Vagamundos pero aún así, el combate siguió. La lanza se había partido al atravesar la pata del animal y Drafen tuvo que recurrir de nuevo a la espada de su padre, de nuevo comenzó el combate, como una danza ensayada de toma y daca.

Y allí continuaron combatiendo, la muerte y el hombre, durante toda la noche, hasta que uno de los dos cedió por agotamiento. Cuando las primeras luces del alba se instalaban en la bóveda celeste, la zarpa del oso trazó el final de la contienda, cruzando de arriba hacia abajo el rostro de Drafen. El Vagamundos cayó, aún con vida, pero demasiado dañado como para sobrevivir durante mucho tiempo, sus profundas heridas le causarían una muerte pronta y segura.

-No podías vencer –dijo el oso con tranquilidad-, nunca nadie ha conseguido huir de mí, ni de su destino, acéptalo y asume tu final, pues este es el final que tenías predestinado desde el día en que tus manos acabaron con la vida de tu padre.

Drafen miró al oso, su vista se volvía borrosa, sus extremidades se entumecían y solo sentía frío. Una vez más, como antaño, no supo que decirle a la muerte, pero si sabía lo que deseaba, descansar. Allí yació, en las frías tierras del norte, tan lejos de su hogar, mientras el alba ocupaba el cielo y el frío de la mañana inundaba sus pulmones.
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MensajeTema: Re: El frío del alba.   El frío del alba. EmptyDom 04 Sep 2011, 00:21

Hombre Drakan cuanto tiempo eh, me alegro de verte por aquí de nuevo. No me he leido el relato todavía pero cuando lo haga te comento.
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MensajeTema: Re: El frío del alba.   El frío del alba. EmptyDom 04 Sep 2011, 00:31

Muy buena la histaria. Un poco larga, pero interesante.

Tenes futuro como escritor.
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MensajeTema: Re: El frío del alba.   El frío del alba. EmptyDom 04 Sep 2011, 14:03

Dragoon escribió:
Hombre Drakan cuanto tiempo eh, me alegro de verte por aquí de nuevo. No me he leido el relato todavía pero cuando lo haga te comento.

Gracias por la bienvenida Dragoon, la verdad es que si que hace mucho tiempo que no pasaba por aquí, espero que ahora pueda estar mas tiempo foro muchachos

Umbekant escribió:
Muy buena la histaria. Un poco larga, pero interesante.

Tenes futuro como escritor.

Gracias hombre, me alegro que te haya gustado
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MensajeTema: Re: El frío del alba.   El frío del alba. EmptyDom 04 Sep 2011, 14:17

Me he dicho a mí mismo de no leer ninguna historia hasta que acabe los exámenes, por si me engancho y ya no me concentro estudiando. Bueno, a partir del 14 podré leer tu historieta y te la comentaré
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MensajeTema: Re: El frío del alba.   El frío del alba. EmptyDom 04 Sep 2011, 14:21

dulcepsicopata escribió:
Me he dicho a mí mismo de no leer ninguna historia hasta que acabe los exámenes, por si me engancho y ya no me concentro estudiando. Bueno, a partir del 14 podré leer tu historieta y te la comentaré
jejej ok, aunque esto es solo un relato corto que empieza y acaba ahí, de todas formas gracias, espero tu comentario.
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MensajeTema: Re: El frío del alba.   El frío del alba. EmptyDom 04 Sep 2011, 14:51

buen relato
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MensajeTema: Re: El frío del alba.   El frío del alba. EmptyDom 04 Sep 2011, 19:48

Que buen relato Shocked , es uno de los mejores relatos cortos que he leido, y he leido muchos eh, no me extraña que te lo hallan publicado en una revista online, no es para menos, tienes mucho talento para esto. bow
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MensajeTema: Re: El frío del alba.   El frío del alba. EmptyDom 04 Sep 2011, 22:15

Increible, esta genial.Incluso me ha inspirado para retomar una historia que estaba escribiendo "El Camino del Guerrero" cheers
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MensajeTema: Re: El frío del alba.   El frío del alba. EmptyDom 04 Sep 2011, 22:54

Skip escribió:
Que buen relato Shocked , es uno de los mejores relatos cortos que he leido, y he leido muchos eh, no me extraña que te lo hallan publicado en una revista online, no es para menos, tienes mucho talento para esto. bow

Muchas gracias me alegra ver que os gustan mis escritos, cuando tenga tiempo y escriba algunos más los subiré cheers

Taokanimemetal escribió:
Increible, esta genial.Incluso me ha inspirado para retomar una historia que estaba escribiendo "El Camino del Guerrero" cheers

Me alegra de que te sirva de inspiración, gracias.
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MercenarioOrco
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MensajeTema: Re: El frío del alba.   El frío del alba. EmptyMiér 07 Sep 2011, 22:10

creo que este es el mejor relato serio que hay por aqui. felicidades. Con paciencia, podrias ser un escritor nato.
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MensajeTema: Re: El frío del alba.   El frío del alba. EmptyJue 08 Sep 2011, 18:17

Muchas gracias mercenario.
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MensajeTema: Re: El frío del alba.   El frío del alba. EmptyLun 19 Sep 2011, 14:32

ya terminé los exámenes y me he podido leer tu historia...
Es magnífica de verdad. De una historia como ésta puedes sacar un filón de oro (no económicamente, me refiero a que da para más relatos o prolongaciones)

En serio, felicidades porque tu historia es increíble.
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MensajeTema: Re: El frío del alba.   El frío del alba. EmptyMar 20 Sep 2011, 17:36

dulcepsicopata escribió:
ya terminé los exámenes y me he podido leer tu historia...
Es magnífica de verdad. De una historia como ésta puedes sacar un filón de oro (no económicamente, me refiero a que da para más relatos o prolongaciones)

En serio, felicidades porque tu historia es increíble.

Muchas gracias, la verdad es que con esta historia ya he alcanzado lo que quería, así que supongo que poco más puede dar de si. Aun que el mundo en el que esta ambientada si que da para mucho. cheers
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