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 Cuentos y Leyendas de Myrtana

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Dulcepsicópata
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Taokanimemetal
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Taokanimemetal
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MensajeTema: Re: Cuentos y Leyendas de Myrtana   Cuentos y Leyendas de Myrtana - Página 2 EmptyVie 18 Ene 2013, 19:45

-Psico, he puesto punto porque cambio de tema, pero si, creo que debería ir ";" thanks man.

-Vitali, no te impacientes aún queda relato XDD.

-Merce, si hay inspiración latina algo modificada XDD.

Posiblemente a lo largo del finde o a la siguiente semana publique otra parte Razz
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Antiheroe
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MensajeTema: Re: Cuentos y Leyendas de Myrtana   Cuentos y Leyendas de Myrtana - Página 2 EmptyVie 18 Ene 2013, 22:58

good chapter no esta nada mal, buena redacción como siempre, aunque la verdad, que geldern sea una ciudad tan importante no me convence mucho xd
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Zacunismo
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MensajeTema: Re: Cuentos y Leyendas de Myrtana   Cuentos y Leyendas de Myrtana - Página 2 EmptySáb 19 Ene 2013, 00:36

Ya están tardando los de Piranha en llamarte Razz Buen gran relato Taok Very Happy
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Taokanimemetal
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MensajeTema: Re: Cuentos y Leyendas de Myrtana   Cuentos y Leyendas de Myrtana - Página 2 EmptyDom 03 Feb 2013, 19:28

Cuentos y Leyendas


Cantar II "Justicia"


La tensión se apreciaba en el ambiente, todos los presentes tenían un único objetivo claro, tumbar a sus oponentes. El tiempo transcurría y cada cual planifica una estrategia de ataque, aunque al fin y al cabo, la improvisación sería quien decidiese al verdadero Bellatorr Sanguirn.

El anciano tocó un cuerno de bronce, alargado, dorado y ornamentado. Dicho cuerno no ostentaba la singular figura de un cuerno animal, sino que poseía una boquilla en forma de copa; una pieza metálica alargada puesta verticalmente con forma de tubo que a medida que subía se iba haciendo cada vez más amplia, es decir, la zona cercana a la boquilla era la más estrecha y a medida que subía verticalmente se ensanchaba hasta la cabeza, por la cual salía el aire y dicha pieza cortaba al tubo en ángulo recto, pareciéndose el cuerno a una "z". El ornamento ostentaba la forma del cráneo de un zorro rojo, animal típico de la región. Por aquél entonces, era uno de lo animales más característicos de la región y todo un símbolo para las gentes del lugar; su piel, sus dientes, su carne, prácticamente todo era práctico. La carne se cocía haciendo una delicatessen, estofado de zorro con un tipo de seta que crecía en dos lugares conocidos de este mundo, Khorinis y Faring. Esta seta era conocida como "Pan de esclavo" o "Panurn servurns", era comúnmente famosa y se combinaba con multitud de platos. Posiblemente el pan más antiguo de la región y de Myrtana, pero perdió fama al introducirse el trigo y en consecuencia la harina, aunque todavía había gente que mantenía viejas costumbres. El zorro rojo era un animal tan emblemático que el mismo rey al unificar Myrtana, tomó el color de dicho animal para bañar las telas de sus hombres y estandartes, pero ello nos conduce a otra historia, la cual reservaré para más adelante, ahora volvamos a la arena del pequeño pueblo de Faring.

Los campeones, al oír la señal, no vacilaron y cargaron unos contra otros. Erbin intentó alcanzar a Bledius, pero un golpe circular, propinado por Atillae le indujo a no llevar a cabo su menester. Erbin, dolorido por el golpe, se cubría fervientemente, pues desviaba todos los ataques que su oponente le lanzaba. Por el rabillo del ojo, observó como se dirigía hacia él un ataque de Agnus, que esquivó cual rayo. Atillae en un ataque dirigido a Erbin, alcanzó a Tillus y Erbin, aprovechando la confusión del momento, derribó definitivamente a Tillus, lo cual hizo que Agnus dejase a Tillus y comenzase a luchar contra Atillae. Los Bellatorr Sanguirn se batían con vehemencia y el combate se hacía cada vez más agotador. Atillae le propinó a su oponente un golpe vertical, de abajo a arriba. Agnus recibió un impacto directo contra la mandíbula, lo que le acarreó un noqueo. Erbin continuaba su camino hacia Bledius, pero Atillae le propinó un golpe en el cuello, tumbándolo. Bledius entró en cólera, pues era él quién debía tumbar a Erbin o al menos así lo sentía. Para infortunio de Atillae, Bledius atacó como si el mismo Beliar le controlase; los golpes eran raudos y secos cual roble. Atillae hacía lo posible por cubrirse, pero el agotamiento y los golpes recibidos hacían mella en él. Bledius continuaba con sus ataques, hasta que al fin, uno entró, fue una estocada directa a la boca del estómago; Atillae se retorcía de dolor, mas aún con ello, devolvió la jugada golpeando a las piernas de sus oponente, el cual perdió momentáneamente el equilibrio. Atillae lanzó otro ataque, Bledius lo desvió y su vara fue dirigida al pecho de su enemigo. Un golpe seco pareció resonar en todo el complejo, acompañando de un crujido. Atillae cayó el suelo, sin respiración, escupiendo sangre por la boca y con el pecho rojizo y fracturado.

Erbin se había levantado tiempo ha y observó el desarrolló de la contienda, al igual que el resto de los presentes. El anciano volvió a tocar el cuerno, dicho acto indicó el final de la lucha.

-¡Ahora nuestros Bellatorr Sanguirn competirán en la gran Viarn Durarn!- anunció el anciano- ¡qué los dioses les guíen!.

Bledius se acercó a Erbin.

-Bueno, parece ser que ahora podréis demostrar vuestra valía- dijo Bledius amistosamente.
-Supongo que tenéis razón- afirmó Erbin- ese maldito entrometido Atillae, sino se hubise...
-Nos os lamentéis tanto y recordad, la carrera será dentro de dos jornadas, tal como manda la "justicia" de los Innos.
-Maldigo a la justicia divina- bramó Erbin a los cielos.
-¿Eso creéis?- preguntó Bledius- ¿qué existe la justicia?.
-Por supuesto que existe- dijo Erbin- ¿acaso pensáis que los dioses no hacen nada desde sus reinos?, ¿acaso creéis que reyes, jueces y sacerdotes, no imparten justicia?, ¿acaso cre...-
-Acaso, acaso, acaso- repetía con una expresión que denotaba incredulidad por parte de Bledius- dejaos de sandeces de infantes. Los dioses solo intervienen cuando en ello se juegan sus intereses, no penséis que todo lo que llevan a cabo es justo o legítimo. Al igual que los reyes, jueces y sacerdotes, de los cuales ha habido tiranos, corruptos y pecadores. Solo son justos en los momentos que a ellos les son favorables y su justicia, digamos que hace justicia, ¡válgame la redundancia!, a su egoísmo e hipocresía. La justicia no existe amigo, es solo un cuento que dependerá de quien lo lea-.
-¿¡Entonces afirmáis que vos, como guardia, no hacéis cumplir la ley y en definitiva, la justicia!?-
-Claro- dijo Bledius- hago cumplir y cumplo las leyes de este pueblo, lo que los gentiles ciudadanos acuerdan que es justo, pero para un forastero bien podrían ser crueles o demasiado clementes-.
-¿Qué os hace pensar de tal forma?- preguntó indignado a la par que sorprendido el joven Erbin.
-La experiencia- afirmó Bledius- no siempre he tenido el menester de guardia de este pueblo y vos lo sabéis. Llegué aquí hará un año y medio. Mi padre, Ibn Battuta, afamado explorador me llevó a recorrer gran parte de Myrtana. Al ser yo tan pequeño no pude apreciar muchos de aquellos lugares, mas de los que tengo conciencia, los recuerdo bien, es más, me enseñaron mucho. Tuvimos multitud de problemas, pero también buenos ratos. Todo ello, los libros que leí y las lecciones de mi padre, me enseñaron y forjaron. Serví como paje, escudero, caballero e incluso como siervo. Serví solo una vez, hasta que organicé un motín y junto con mis compañeros matamos a nuestro señor, un sacerdote amante de las muchachas jóvenes. Ello ha sido mi vida y ahora solo deseo vivir en paz, ostentar un buen cargo y formar una familia.
-Pero aún sois algo joven- replicó Erbin.
-Si, pero ya he vivido suficiente- rió Bledius- seguramente tenga varios bastardos por los sendos rincones de Myrtana.

Ambos se separaron y cada cual siguió su camino.

Dos jornales después

Erbin se había equipado con sus mejores ropajes de montaña; botas de piel con suelas gruesas de cuero, pantalones de lana negra y una camisa de lana fina negra con un chaleco de cuero y unos brazales de cuero. Portaba una espada corta, un cuchillo de caza, cuerdas, un cuenco de madera y clavos de hierro; parte de dichos objetos los llevaba en su bolsón de cuero, a excepción de las armas, las cuales iban en sus respectivas fundas. Por otro lado, Bledius, portaba pantalones y jubón, ambos de cuero con piel; botas y brazales de iguales materiales; la espada de la guardia, junto con su daga y en su bolsón, un cuenco de madera, cuerdas, clavos de hierro, "Calidurn larpidern" (piedras para hacer fuego) y junto con varios objetos más.

El anciano subió al Gerrurst.

-¡Los hombres aquí presentes, lucharán por la supervivencia y la gloria de Innos!- anunció el anciano- ¡podrán emplear todas las artimañas posibles para la victoria, menos el asesinado tanto deliberado como indirecto de su oponente, es más, si está en situación de poder ayudar, en el caso de que peligrase la vida del otro competidor, deberá ayudarle!

Tras ésto, los competidores se dirigieron al comienzo de su camino. La primera etapa parecía fácil, bosque y riachuelos, pero a medida que conducían su mirada, podían observar las imponentes montañas, bañadas por la nieve y la niebla.

-¡La primera parte consistirá en la llegada al templo de Durharn!- gritó el anciano- ¡donde deberán hacer un presente a Innos!. ¡Posteriormente, se dirigirán al paso de "Kematiarn"!, ¡si sobreviven!, ¡seguirán por la senda de "Inżul" hasta los campos norteños!. ¡El primero en llegar será recibido por los justos, los cuales allí esperarán!.

Los hombres se prepararon para la carrera y el anciano tocó el cuerno, posteriormente gritó: ¡Qué comience la carrera!.
Ambos corrieron por la primera parte del camino; un camino rocoso, pero fácil de cruzar. Tras correr un rato, ambos acabaron agotados y llegaron casi al unísono a una pared rocosa.

-Parece ser que se nos presenta la primera piedra del camino- dijo Bledius.
-Cierto es-
-¿Os creéis capaz de llegar a un acuerdo?-
-No cabe ni mencionarlo, obviamente necesitaremos apoyo mutuo para poder escalar- dijo Erbin.
-Bien, comencemos pues- ordenó Bledius.

Erbin ató varias cuerdas entre sí, llegando a formar una única cuerda de varias varas de largo. Por otro lado, Bledius, sacó uno de los objetos de su bolsón, parecía ser un cabezal metálico con varios brazos de forma curva.

-¿Qué demonios portáis?- preguntó Erbin.
-Solíamos llamarlo, "el amigo cabezón"; utilízase para agarrarlo en un lugar firme y tener un apoyo en la cuerda- explicó Bledius- creedme, sirve de gran ayuda.

Bledius comenzó a balancear su brazo para cobrar el suficiente impulso como para que la cuerda llegase a la zona superior de la pared rocosa. Una vez creyó preparada la cuerda, la lanzó; ésta surcó el cielo, pero erró en su cometido y cayó de nuevo. Bledius la lanzó otra vez, pero de nuevo vio frustradas sus intenciones. Erbin recogió la cuerda e hizo lo mismo que su compañero; la cuerda surcó el aire y se agarró a pared rocosa, pero dos varas más abajo de su objetivo.

-¡Maldita sea!- gritó Erbin.
-Bueno, mejor que lo que hacía yo- dijo Bledius-. ¡En marcha!-.

Bledius aseguró la cuerda, parecía firme, por lo que comenzó a subir. Desde el suelo, Erbin sujetaba la cola de la cuerda para mantenerla firme. Bledius subía por la pared rocosa; el ascenso era fácil pues había muchos salientes donde poder apoyar los pies. Erbin observaba como su compañero llegaba hasta el cabezal.

-¡Erbin!-
-Decid-
-¿Habéis traído un martillo?-
-¡Si!-
-¡Lo necesito!-
-¿Cómo demonios queréis que lo suba?-
-¡Subid por la cuerda!-

El joven Erbin comenzó a subir, no tardó mucho en alcanzar a su compañero y oponente. Erbin tenía los pies apoyados en un saliente y se agarraba con una sola mano de la cuerda, pues con la otra sacaba el martillo. Bledius estaba sentado sobre un saliente, para así poder asegurar los clavos con mayor facilidad. Ponían dos clavos paralelos horizontalmente y en cada uno ataba un extremo de un trozo de cuerda. Una vez hecho el primero, apoyaba los pies en él y comenzaba con el segundo, así hasta hacer una escalera improvisada de clavos y cuerdas. Comenzaba a atardecer, cuando ya habían concluido la escalera y la había cruzado sin mayor dificultad.

-Bien- dijo Bledius- ahora que gane el mejor.
-¡Vamos!- gritó Erbin.

Ambos comenzaron a correr por un sendero que cruzaba un bosque de coníferas y poblado con multitud de arbustos y plantas; bastante frondoso. Este tipo de bosques eran conocidos como Borleans o boreal. El camino era de una tierra firme, lo que les permitía a los corredores ganar mayor velocidad. Bledius empujó a Erbin, pero éste no cayó y arrancó la rama de un árbol con la que golpeó los pies de Bledius provocando su caída. Erbin rió y continuó corriendo, hasta un claro, en el que se volvió para divisar el camino por el que había venido. Buscó con la mirada a su oponente pero no le divisó. Escuchó varios ruidos a su espalda y sacó sus armas. Vio como cinco carroñeros le rodeaban.

-¡Marchaos!- gritó al tiempo que hacía amagos, los cuales resultaban inútiles.

Uno de los carroñeros, aparentemente el jefe, sería justo pensar que lo era, pues era más grande y ostentaba un plumaje mayor al del resto; él atacó primero. Erbin lo esquivó e insertó su cuchillo de caza en el abdomen, lo cual hizo que el majestuoso animal cayese al suelo. Un río de sangre salía del animal. Erbin miraba a los carroñeros con fiereza, pues pensaba que se marcharían, pero no fue así y se abalanzaron sobre Erbin. Éste último insertó su espada corta en el cuello de uno de ellos, matándolo en el acto, y su cuchillo en el estómago de otro, acarreándole las mismas consecuencias que al anterior. Pero los dos restantes le rasgaron las ropas y picoteaban su piel arrancándosela a cachos. Erbin gritaba de dolor y golpeaba a los animales, causándoles no poco daño, pero aún así no cesaban en su empeño. Bleduis mató al primero propinándole tres tajos en el cuello y al segundo abriéndole el canal. Erbin yacía en el suelo, gritando por las heridas, estaba empapado en sangre, tierra y sudor. Bledius con magulladuras por su caída, ayudó a Erbin, le aupó al hombro y le llevó a un riachuelo, donde le lavó y vendó sus heridas.

-¿En qué demonios estabais pensando?- le preguntó Bledius con cierta acritud.
-Me rodearon, no pude plantarles cara- defendió Erbin.
-Deberíais estarme agradecido, debí haber dejado que te matasen esas bestias- bramó Bledius- ¿no sabéis jugar limpio? o ¿qué?.
-Lo siento y agradezco vuestra ayuda- dijo avergonzado Erbin.
-Estáis perdonado, espero que no lo volváis a repetir- amenazó Bledius- nada de palos, armas o piedras.
-No lo haré-
-Deberíais coseros la ropa-
-Cierto es, pero ello os proporcionaría una cuantiosa ventaja-
-Esperaré, si es lo que teméis- afirmó Bledius- el sol pronto se enconderá.
-Sois honorable-
-No lo hago por vos, lo hago por cansancio-
-Aún así, os lo agradezco-
-Callad y cosed- dijo Bledius al tiempo que sonreía- yo prepararé un fuego para degustar a una de esas bestias.

Erbin cogió los objetos que su compañero le proporcionó, una aguja de madera e hilo de lana, y como su padre le enseñó, comenzó a coser. Por otra parte, Bledius utilizó las "Calidurn larpidern" para hacer fuego; esquiló a uno de los carroñeros y posteriormente ensartó su carne en un palo para ser cocinada en el fuego; cortó unas hierbas, conocidas como "Haearn Taflen", hoy en día, Hoja de hierro. Dichas hojas le potenciaban el sabor de la carne, haciéndola más sabrosa y nutritiva, pues la hoja se depositaba sobre la carne y comía conjuntamente. Ambos se sentaron junto al fuego y comieron.

-Así que, vuestro padre era un viajero, ¿no es cierto?.
-Si, lo era y yo su mejor paje-
-¿Recordáis los lugares que visitasteis?- preguntó Erbin una vez hubo bebido de su cuenco.
-Tengo en mi morada un mapa, pero aún recuerdo múltiples lugares y encuentros desventurados y bienaventurados, todo cabe decirlo- Bledius se levantó y con la espada trazó la silueta de Myrtana.
-Sois un buen dibujante- dijo con sarcasmo Erbin.
-No os cachondeéis- replicó Bledius-. El punto de comienzo fue aquí, Faring. Nací, pero mi madre tuvo a bien morirse durante el parto, lo que obligó a mi padre a llevarme con él. Ibn Battuta, mi padre, de nombre completo: Shams ad-Din Abu Abd Allah Muhammad ibn Muhammad ibn Ibrahim al-Luwati at-Tanyi, pero era llamado por todos: Ibn Battuta. Originario de Varant, de una antigua dinastía o al menos eso afirmaba acérrimamente.
-¿Sabéis el nombre de dicha dinastía?-
-Los "Al-Luwati at-Tanyi"; fieros guerreros, bien conocimos por sus monturas, los Leornales; parecidos a los Leones, pero de mayor envergadura, del tamaño de caballos-
-Esas criaturas solo son leyenda-
-Podría ser, pero cerrad el pico y dejadme acabar- ordenó Bledius- Bien, dichos guereros, conquistaron y unificaron todo Varant, estableciendo su capital en la gran ciudad de Morlk Suth. Desde la colina principal donde está la corte, se podía observar como el resto de la ciudad rodea dicha colina; las casas se ven hasta donde alcanza la vista, es una ciudad fabulosa. Viajamos cruzando toda Myrtana, cuando yo era un bebé, y llegamos a Bregga cuando tenía cinco años, todavía me acuerdo de su fabuloso desierto. La ciudad tiene una zona de entrada, en la cual se encuentra el mercado y luego se extiende más allá, con casas, un cuartel, un templo y puestos de vigilancia que rodean las entradas de la ciudad, pues hay una empalizada que rodea todo el complejo. Posteriormente nos movimos con caravanas nómadas, sufrimos ataques y vimos a una criatura enorme, del tamaño de un castillo; cada vez que apoyaba sus pesadas patas, el suelo retumbaba. A mi vuelta a Myrtana, cuando ya tenía dieciséis años, ya solo quedaban los huesos. Llegamos hasta lo más profundo del desierto, recuerdo una colina que siempre me fascinó y siempre pensé por qué nadie había construido nunca una fortaleza allí. Pero la verdad era que en el lugar solo había un pequeño poblado nómada. Tras varios viajes más por el desierto, regresamos a Myrtana, como ya he dicho, yo tenía dieciséis años. Cruzamos el reino Gelderniano, comerciamos, vimos ejecuciones, exhibiciones de fuerza, en las cuales los hombres debían levantar la muela de un molino; alquimistas, hechiceros y demás gentes de Myrtana. Todos los viajes me parecieron fascinantes y en ellos conocí el alcohol, el sexo y la muerte a tempranas edades.
-¿Cuál fue vuestro primer amor?-
-¿Mi primer amor o mi primer coito?-
-Ambos-
-Mi primera vez fue cuando tenía quince años y mi padre me dejó solo en un burdel. Yo había ahorrado para comprar algo especial, pero me dejé llevar por mi pubertad y alquilé los servicios de una joven belleza del norte; cabellos rubios, ojos azules y una tez blanca como el alba. Ella ya tenía experiencia y me hizo sentir en los cielos, pero mi primer amor, fue en Varant, cuando tenía siete años. Era la hija de un mercader de Morlk Suth; tenía el pelo negro cual carbón y unos ojos color miel intensos. Pero mi primer amor de verdad, con el que pude hablar de cosas más interesantes y tenía momentos apasionantes fue con Kennerly, mujer de cabellos oscuros, pero ojos verdes; lista, idealista y apasionada. Me trajo muchos problemas con los mercaderes y guardias- Bledius comenzó a reír-. Creía que podía cambiar el mundo y yo también.
-¿Por qué reís?-
-Porque éramos ingenuos, ambos teníamos diecisiete años y pensábamos que podríamos cambiar nuestras realidades, pero ella estaba prometida al jefe de la guardia y yo obligado a seguir viajando con mi padre. Estuvimos juntos nueve meses, hasta que yo me fui.
-¿Aún la echáis de menos?-
-Si y también lamento lo que hice- Bledius tenía una expresión de dolor, pero no el dolor de un golpe o una enfermedad, el dolor del alma- la induje a que se escapase conmigo, ella aceptó, pero la guardia nos persiguió y mataron a mi padre, a ella y al resto del grupo. A mi me encerraron y el rey Wallia me obligó a servir de escudero al jefe de la guardia, el cual me pegaba y maltrataba. Hasta que a los veinte años me cobré mi venganza en la batalla de "Okerars", donde pude arrojar a ese cerdo por el barranco y librarme de mi deber para con él.
-A mi esa batalla me trae mala espina-
- Y ¿ello es debido a?-
-Ese autoproclamado rey Rhobar, no me parece un buen gobernante.
-Tiempo ha, hablé con él, después de la batalla, para que no ejecutasen a los prisioneros y les perdonó la vida a cambio de repartirselos como sirvientes a sus generales. Uno de esos sirviente fui yo y tuve que estar bajo la "protección" de uno de los comandantes menores. El cual tenía una fusta con la que nos pegaba al tiempo que insultaba.
-¿Esa herida que tenéis en vuestro rostro es de la batalla?-
-Si-
-Y ¿ese comendante fue al que asesinasteis cuando lo del motín?-
-En efecto, bien merecido lo tenía el muy cerdo- dijo Bledius con indignación- Bueno, continuaré la historia. Después de ser sirviente y matar a mi señor, fui libre, pero apresado al poco tiempo por los hombres de Rhobar. Mataron a todos los siervos excepto a mi, pues el rey quería verme. Todavía lo recuerdo era un día soleado y el rey estaba en su tienda de campaña; el campamento rodeaba la ciudad de Varant, la cual estaba bajo asedio. Sus hombres me tendieron delante del rey y éste sacó su espada, puso la punta en mi cuello y elevó mi cabeza hasta que nuestras miradas se cruzaron.

-Tenéis valor- dijo Rhobar- pero sois estúpido si pensáis que premiaré vuestra acción, vuestros compañeros han muerto y solo vos estáis aquí.¿Por qué?, os preguntaréis. Bien, yo os puedo contestar a ese interrogante. Vos me pedisteis que fuese clemente con vuestros compañeros y así lo hice, no obstante os envié con uno de mis peores comandante, para ver que clase de hombre eráis y al fin lo sé, un luchador por la justicia.
-¿Luchador por la justicia?- yo comencé a reírme- ¿acaso creéis que existe la justicia en este asqueroso lugar?. Aquí solo tienen valor el honor, el coraje y la palabra de un hombre; eso diferencia a unos de otros, su voluntad. Luché por lo que creí más beneficioso para mi, pues ese cerdo no me aportaba nada, además tengo dignidad y no iba a permitir por más tiempo sus abusos. Solo soy un hombre, un hombre de honor, que busca ser libre y poder vivir en paz.
-Me gusta vuestro punto de vista- dijo Rhobar- veo que no sois un estúpido idealista. ¿Qué os parecería servirme durante un tiempo?. Viviríais bien, tendríais equipo de calidad, comida y cobijo; y si me servís bien, seréis libre de nuevo.
-No declinaré vuestra oferta, no solo porque me sea favorable, sino porque sé que en esta vida hay que estar agradecido a quién te perdona la vida y está dispuesto a ayudarte. ¡Larga vida al rey!, ¡por Rhobar, legitimo dueño y señor de Myrtana!.
-¿Servisteis como caballero?- preguntó con interés Erbin.
-Así es, es más la guerra me hizo rico, lástima que tuviese que invertir gran parte en la guerra, pero el restante me sirvió para llegar hasta Faring y labrarme un futuro. Hasta día de hoy, que con veintiséis años he vivido la vida de sirviente, rico, nómada y guardia.
-Vaya historia- dijo fascinado Erbin- nunca habéis pensado en escribir un libro.
-Lo estoy escribiendo- afirmó Bledius- pero aún me falta por escribir lo que no he vivido. Bueno, ahora deberíamos descansar.
-Buenas noches-
-Buenas noches-

Continuará...


Última edición por Taokanimemetal el Miér 08 Mayo 2013, 23:53, editado 4 veces
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MensajeTema: Re: Cuentos y Leyendas de Myrtana   Cuentos y Leyendas de Myrtana - Página 2 EmptyLun 04 Feb 2013, 17:27

Muy buen relato, de lo mejor que has hecho hasta el momento, me atrevo a decir. Grandes frases y buen enfoque de la justicia.
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MensajeTema: Re: Cuentos y Leyendas de Myrtana   Cuentos y Leyendas de Myrtana - Página 2 EmptyLun 04 Feb 2013, 20:36

good chapter la historia de sus antiguas andanzas te sumerge por completo en la historia.
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MensajeTema: Re: Cuentos y Leyendas de Myrtana   Cuentos y Leyendas de Myrtana - Página 2 EmptyMar 05 Feb 2013, 18:51

Coincido con los demás, a mi también me ha gustado mucho. Espero el siguiente Wink
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MensajeTema: Re: Cuentos y Leyendas de Myrtana   Cuentos y Leyendas de Myrtana - Página 2 EmptyMiér 13 Feb 2013, 20:50

Cuentos y Leyendas


Cantar III "Eventualidades"


A la mañana siguiente, Erbin y Bledius tendrían que llegar al templo de Durharn. Hoy en día solo son las ruinas de lo que en su día fue, aunque aún queda en pie una majestuosa y primitiva estatua de innos. Se cree que es la única que conserva esa forma, pues va equipado con un jubón de cuero, cota de malla por encima; dos hombreras, dos brazales, dos grebas con símbolos de nordmarianos y porta un martillo y un escudo redondo. Éste tipo de representaciones se cambiaron por un dios guerrero que porta armadura de paladín y un mandoble.

Ambos continuaban subiendo por la falda de la montaña; el frío se hacía cada vez más intenso y cuando subieron a una altura considerable, el aire comenzaba a hacerse difícil de respirar. Bledius fue el primero en llegar, se internó en las ruinas que guarecían tanto a la estatua como a los transeúntes del gélido aire. Se asomó por lo que quedaba de la entrada y solo veía nieve caer a su alrededor impulsada por el aire. Erbin intentaba abrirse camino por la tormenta de nieve, pero a veces tenía que ir agachado por la fuerza del viento. Bledius pudo distinguir la figura de Erbin y observó que no se movía, por lo que decidió ir en búsqueda. Erbin se sentía congelado en todos los aspectos, su cara estaba recubierta de hielo y sus músculos agarrotados. Bledius le agarró de la piel que lo cubría y tiró de él, arrastrándolo por la nieve hasta llegar a las ruinas del templo.

-¿Estáis bien?-
-Creo que sobreviviré, os lo agradezco- dijo Erbin, no sin esfuerzo.
-No hay de que, además este es mi presente para Innos-
-El mio será haberos dado la oportunidad de realizar una buena obra-
-Maldita sea, no os recordaba tan tacaño- dijo Bledius al tiempo que se reía.
-Dejando bromas a parte, he traído dos monedas de hierro-
-¿Las que emplea el gremio de comerciantes?-
-En efecto- afirmó Erbin- pero estás son especiales, tienen tallada la figura de innos.
-Desde luego que el herrero que las hizo no era muy habilidoso-
-Será mejor que eso no se lo comentéis a Cronais- dijo riéndose Erbin.
-Cierto- Bledius se levantó al tiempo que reía- o nos perseguirá con su "esposa metálica".
-¿Ahora sois poeta?-
-Siempre lo fui- defendió cínicamente Bledius- ¿por qué creéis que el rey Rhobar me perdonó la vida?
-¿Acaso quería que le compusierais un poema para su amada?-
-Si, tal que decía:

"Oh noble amada mía, no me abandonéis, ni de noche ni de día,
más por la noche, con vos yacería, de no ser por el pelaje que vuestra señoría mostraría
oh orca mía, oh orca mía, con mi mineral os incrustaría
y os complacería, de ello no albergo duda y llevo a cabo tal osadía"


Ambos comenzaron a reír. Bledius cogió ambas monedas y las depositó al pie de la estatua.

-¿Qué hacéis?-
-Callad y escuchad- ordenó Bledius- la hora de la diversión ha de emprender la ida y dar llegada al conocimiento.

"INNOS ACOGE EN TU REINO A LOS JUSTOS.
DANOS EL PODER PARA DERROTAR AL ENEMIGO
AYÚDANOS EN LA BATALLA CON TU LLAMA PURIFICADORA,
PUES NOSOTROS TE SERVIREMOS HASTA EL FIN DEL MUNDO"

-Creo que el viejo estará contento por una temporada-
-No habléis así de Innos- le increpó Erbin.
-Tranquilizaos, seguro que estaba orinando y no ha prestado atención a mis palabras- dijo Bledius-. Ahora, en marcha.

Salieron de la ruina y Bledius ató una cuerda a su compañero. Caminaron durante un tiempo, hasta que comenzaron a descender por el paso de Kematiarn. Al tiempo que bajaban, las temperaturas se iban haciendo más llevaderas. Erbin tropezó y cayó colina abajo, no había nieve, pero las múltiples hojas caídas amortiguaban los golpes. Al estar atados Bledius cayó con él, intentando agarrarse a algún lugar. Erbin rodó y cayó por un barranco. Bledius, ante la amenaza, se agarró a unas ramas que colgaban del barranco. Por lo que ambos quedaron suspendidos en el aire y el único eslabón que los mantenía, eran los brazos de Bledius enganchados en las ramas.

-¡Erbin!-
-¿Bledius?-
-¿Estáis bien?-
-¡Si!, ¡pero estoy colgando de un maldito precipicio!- gritó Erbin.
-¡Tranquilo!, ¡saldréis de aquí!- aseguró Bledius.

Bledius intentaba escalar agarrándose a las ramas del precipicio, pero el peso era demasiado y las ramas comenzaban a ceder. Bledius vio como se iban desgarrando y gritó: ¡MALDITOS SEÁIS!. Las ramas cedieron y ambos cayeron por el precipicio.

Tres jornales después

Mientras tanto, los justos y el anciano esperaban impacientes en las praderas norteñas de nordmar, las cuales en aquella época del año rebosaban de hierbas y arbustos que potenciaban su color verdoso, pareciendo que eran enormes.

Una caravana de mercaderes conducían por los arenosos caminos de Myrtana. Erbin y Bledius estaban inconscientes en una jaula de madera, la cual portaba un carromato de bueyes. Uno de los mercaderes, con un palo, les empujo para que despertasen.

-¿Dónde nos lleváis?- preguntó enérgicamente Erbin.
-A un lugar mejor- respondió con sarcasmo el mercader.
-¡Cerdos!-

El mercader golpeó a Erbin en el estómago y éste cayó contra el suelo de madera. Una vez el mercader se hubo alejado, Erbin despertó a Bledius.

-¿Cómo os encontráis?-
-Algo mareado- respondió Bledius, no sin esfuerzo.
-¿Recordáis algo de lo pasado?-
-No, solo recuerdo que caímos-
-No he podido evitar oír la conversación- dijo el conductor del carromato-. Caísteis en un lago no muy lejos de Silden y allí os encontramos; moribundos y sin conocimiento. Mi jefe ordenó que os cambiásemos de vestimenta, recogiésemos todo lo que hubiese de valor y os encerrásemos cuales perros.
-¿Cuál es nuestro destino?- preguntó Bledius con un tono firme pero calmado.
-A Geldern-

Bledius miró a su alrededor y ,efectivamente, no habían salido de Myrtana; colinas verdes, montañas y bosques frondosos. Erbin, aún dolorido por el golpe, se masajeaba las zonas afectadas. Continuaron por los caminos y cuando comenzó a atardecer, se divisaron las puertas de Geldern; de ellas colgaban dos grandes estandartes muy característicos.

-Rhobar- dijo Bledius.
-¿Um?-
-Rhobar a tomado Geldern- explicó Bledius- una nueva era está a punto de comenzar, la empalizada del antiguo reino Gelderniano está siendo sustituida por la piedra del nuevo reino de Rhobar.
-A mi parecer es solo una reestructuración de la muralla-
-Es algo más que eso- dijo Bledius- es el comienzo de un cambio radical en Myrtana.. Su unión.

Los mercaderes miraron un tanto extrañados a Bledius y acto seguido, comenzaron a reír. Erbin miraba con perplejidad los estandartes de Rhobar. La caravana entró en la ciudad y se podía observar como había una multitud de soldados del rey, mercaderes, juglares, meretrices y gentes del lugar. Algunos comían carne y bebían: cerveza, vino o aguardiente de arroz exportado de Khorinis; otros bailaban, otros entrenaban con sus armas y otros llevaban a cabo acciones tales como discutir, fornicar, trapichear, regatear, vender y todo lo que un gran mercado conlleva. Pasaron la noche en los establos, atados con cadenas frías y pesadas, aguantando las inclemencias del tiempo. Vestían harapientas ropas negras de esclavo, las cuales no cubrían ni del frío, ni de los golpes.

A la mañana siguiente, el mercado volvió a despertar y los mercaderes sacaron a sus esclavos y los condujeron al cadalso de la ciudad. Al tiempo que cruzaban el mercado, veían el imponente castillo de Geldern, custodiado por las tropas de Rhobar. Erbin se percató de que alguien observaba desde las almenas, parecía un hombre joven, de unos treinta años, media melena y barba. Aunque no lo conseguía distinguir con exactitud, dichos rasgos destacaban. Ambos subieron al cadalso.

-¡La puja comienza con veinte monedas de hierro!- anunció el mercader.
-¡Son demasiado caros!- gritaron algunos de los presentes.
-¡Son jóvenes, fuertes y dóciles!- aseguró el mercader al tiempo que enseñaba a la gente sus cuerpos.
-¡Veinticinco!- gritó una señora.
-¡Treinta!- grito un hombre que parecía ser herrero.
-¡Cincuenta!- gritó un hombre vestido con telas de calidad, bordadas, y que ostentaba un sombrero de piel; también iba acompañado de un niño, vestido de forma similar.

-Erbin, ¿veis a ese hombre?- dijo Bledius al tiempo que señalaba al hombre rico.
-Si-
-Es Gómez, un aclamado mercader-
-¿Quién es el niño que le acompaña?- preguntó con interés Erbin.
-Es su hijo, Gómez- explicó Bledius- parecer ser que al primogénito siempre le llaman Gómez, aunque por lo que he odio, son gente bastante osca y agresiva.
-Debe ser algún tipo de rabia que, rauda como el viento, se transmite de padre a hijo- dijo Erbin cínicamente.
-Luego somos nosotros los perros-
-¡Callad, perros!- gritó el mercader.

La mujer había ofrecido setenta monedas, pero Gómez superó su oferta.

-¡Doscientas!- gritó la mujer.
-Señora, deberíais saber que no es bueno enojarme-
-No me dais miedo-
-¿No?- dijo al tiempo que hacía un gesto con la mano a sus hombres, los cuales desenvainaron. Al mismo tiempo, los guardias se giraron, ignorando lo que pasaba-. Yo, controlo las minas de esta ciudad y por lo tanto esta ciudad. Vos solo sois una rica viuda, así que os aconsejo retiraros.

La señora, con cara de impotencia, abandonó el mercado.

-La última puja a sido de doscientas, pero la señora se ha retirado, por lo que se queda en la puja anterior, cien- dijo el mercader- ¿alguien da más?.

Nadie habló, los hombres de Gómez pagaron al mercader y se llevaron a Erbin y a Bledius. Los guardias volvieron a su trabajo rutinario y los mercaderes, abandonaron el mercado. Erbin volvió a mirar a la almenas y vio que el hombre ya no estaba, lo buscó con la vista, pero no lo halló. Los condujeron a la mina interior, era llamada así, pues era la única que se encontraba dentro de la ciudad. Les internaron en unos barracones de madera, donde se encontraban cientos de esclavos. Ambos se sentaron, cada uno en su nueva cama, las cuales estaban juntas.

-Bledius-
-Decid-
-Creo que he visto al rey-
-¡Ah!, ¿si?, ¿dónde?- preguntó sarcásticamente Bledius.
-En las almenas del castillo-
-Creo que la sopa que te os han dado estaba rancia-
-Os lo digo muy en serio- defendió Erbin.

Erbin se dirigió a la ventana y vio al hombre de las almenas.

-¡Mirad!-

Bledius se acercó, bebía de su cuento de sopa. Miró por la ventana y escupió lo ingerido.

-¡Maldita sea!- bramó Bledius- cierto es.
-¿Veis?, os lo dije-
-Hay que llegar hasta él- dijo Bledius- hay dos guardias en la puerta y tres vigilando la única salida del recinto. Yo empujaré a los de la puerta y correré hacia la salida; vos habréis de distraer a los de la puerta, para que pueda llamar al rey y nos ayude.
-Entendido-

Erbin llamó a la puerta y el guardia abrió la visera de la puerta.

-¿Qué queréis?- preguntó el guardia.
-Es mi compañero- dijo Erbin- está indispuesto.
-Malditos perros sarnosos, sois más frágiles que los hierbajos-

El guardia abrió la puerta, Bledius le golpeó y Erbin se lanzó sobre el segundo guardia. Bledius cogió la lanza del guardia y comenzó a correr hacia la puerta. Erbin, momentos antes, ya había cogido la lanza del segundo guardia y se batía con los de la entrada. Bledius le clavó la lanza a uno de los guardias en la pierna, lo que le dejaba a Erbin solo dos oponentes, y salió del complejo. El hombre de las almenas, ante tal alboroto, se dirigió al complejo. Bledius le vio y comenzó a gritar: ¡Innos acoge en tu reino a los justos!, ¡danos el poder para derrotar al enemigo!, ¡ayúdanos en la batalla con tu llama purificadora!, ¡pues nosotros te serviremos hasta el final!. El hombre de las almenas quedó sorprendido y gritó: ¿Cuál es nuestro credo?. A lo que Bledius contestó: ¡Que me muera si flaqueo!. Pero los guardias habían reducido a Erbin y, momentos después, habían atrapado a Bledius. El hombre de la almena se quedó expectante, mientras varios guardias golpeaban y se llevaban a los esclavos de vuelta al barracón.

Al atardecer, el jefe de la guardia conocido por los presos como "Bösestier", que viene a ser algo como "Mala bestia"; entró en el barracón. Erbin y Bledius eran sujetados por dos guardias cada uno. Bösestier les miraba fijamente a los ojos, era una mirada siniestra. Pues su aspecto imponía, mediría casi dos varas de altura, pelo negro largo y ojos negros oscuros; corpulento y con múltiples cicatrices por todo el cuerpo.

-Haberr sido vosotrros unos mal pegos- pronunciaba una doble "r" y no pronunciaba bien muchas palabras- porg ello, serréis castigados, pues sois mal pegos.

Sacó un látigo de cuero negro, lo elevó en la aire y golpeó a Bledius en la espalda varias veces hasta que tenía la espalda totalmente ensangrentada. Lo mismo hizo con Erbin, la diferencia es que Bledius no gritó, su expresión era nula; Erbin, sin embargó, gritó y maldijo a los cuatro vientos. Tras lavarse las heridas comenzaron el trabajo en la mina, les asignaron un pico y un saco, a cada uno. Bösestier les amenazó con que si robaban algo, les castraría con un hierro viejo y golpearía con el látigo hasta matarlos.

-Bledius-
-Decid-
-Creo que empiezo a creer en vuestra teoría de la justicia-
-Ahora hemos de pensar una forma de escapar- dijo Bledius en voz baja-. Parecer ser, que el hombre de la almena no era el rey.
-¿Cómo lo sabéis?-
-Le vi de cerca y no era él, además si hubiese sido él- Bledius paró, dejó el saco en el suelo y comenzó a picar la beta- hubiese acudido en nuestra ayuda.
-¡Maldita sea!- dijo Erbin elevando la voz.

Bledius le tapó la boca.

-Sed inteligente y hablad en voz baja- aconsejó Bledius- ¿no querréis que sospechen?, ¿cierto?.
-Perdonad- dijo Erbin- entonces tendremos que apañárnoslas en solitario, ¿no es así?.
-Me temo que así es-

Estuvieron picando todo el día, con tres descansos: uno para comer, otro para merendar y otro para cenar; el plato estrella era la sopa de cebolla. Ambos se acostaron en sus respectivas camas.

-No solo castigan nuestro cuerpo , sino que también nos quieren matar de hambre-
-Por ello, Erbin, hemos que escapar cuanto antes-


Dos jornales después

Era por la mañana, Erbin y Bledius habían comenzado a picar en la mina.

-¿Habéis estado observando a los guardias como os dije?- preguntó Bledius.
-Si, hay cambios de turno antes de los descansos, es decir, que si queremos salir de aquí, deberíamos de hacerlo antes de los descansos- explicó Erbin- el problema reside en ¿cómo?.
-No os preocupéis he pensado en ello- dijo Bledius- he sobornado a un esclavo para que conduzca un carro de mano, con barriles de agua, hasta el pozo.
-No os comprendo-
-Nosotros iremos dentro de dichos barriles-
-Y posteriormente, ¿saldremos?-
-En efecto-
-¿Cuándo será?-
-En breves-

Pasó un rato hasta que apareció el hombre del carro de mano, ambos se internaron en los barriles y el hombre emprendió la marcha. Los barriles estaban húmedos y los sonidos del exterior parecían constantes murmullos. Al cabo de un breve periodo de tiempo, el carro paró y alguien golpeó los barriles. Ambos entendieron que era la señal y salieron. Una vez fuera, fueron golpeados, no veían quien les golpeaba hasta que uno dijo: ¡Pararr ya!.

Les pusieron de rodillas ante Bösestier.

-¡Traidor!- gritó Erbin al portador de agua, pero lo único que recibió fue el golpe de un guardia.
-Parrece serr que vosotros no entenderr mensaje mio- dijo Bösestier- porr ello, yo castigarros.
-Señor, les he traído a los rebeldes- dijo el portador del agua.
-Ah, porr supuegto- Bösestier hizo como si sacase dinero de un bolsa, aunque solo lo agitó las monedas para que sonasen- querréis la regcompensa, ¿no?.
-Ello se agradecería, señor-

Bösestier en vez de sacar la bolsa, sacó un cuchillo, lo insertó en la carne del portador del agua y dijo: "Bösestier no paga a trraidorres". El cuerpo del hombre cayó inerte en el suelo, la sangre le brotaba tanto de la boca del estómago como de la cara, dos hombres cogieron el cuerpo y se lo llevaron.

-Vosotrros, serréis ajusticiados- dijo Bösestier.
-¿Cuándo?- preguntó Erbin.
-¡Ahorra!-

Los guardias cogieron a ambos y los llevaron al cadalso. Bösestier y otros guardias iban abriendo camino y un hombre que tocaba un Aulos (similar a una flauta), iba anunciando la ejecución. Los guardias quitaron a los mercaderes del cadalso y pusieron una pieza de madera similar a un tocón. El primero fue Bledius, tenía las manos atadas y el cuello pegado al borde del tocón, por lo que su cuello quedaba al descubierto. Bösestier pidió un mandoble al jefe de la guardia, el cual le lo entregó con sumo gusto. Bledius pudo observar como la gente se comenzó a arrodillar y varios jinetes cruzaban al tiempo que la muchedumbre se apartaba.

-¡Alto!- gritó un hombre que ostentaba una poblada barba rubia, al igual que sus largos cabellos.
-Rhobar- dijo Bledius al tiempo que se incorporaba.
-Vaya, vaya, así que nuestro querido sureño vuelve tras un largo descanso- dijo Rhobar al tiempo que sacaba su majestuosa espada y cotaba las ataduras de su antiguo comandante- ¿quién eres?.
-Mi nombrre es Bösestier, señorr-
-¿Cómo osáis ajusticiar reos sin el permiso de vuestro señor?-
-El señorr Gómez...-
-¡Gómez no gobierna esta maldita ciudad!- gritó Rhobar enojado- sino mi sobrino, Cobryn.

Todos miraban expectantes al rey, menos Erbin que miraba a la almena del castillo. Parecer ser que el hombre ,semejante al rey, estaba de nuevo observando los acontecimientos desde la torre.

-¿Dónde está ahora mi sobrino?- preguntó el rey.
-En el castillo, señor- dijo el jefe de la guardia.
-Bien, pues allí iremos- ordenó Rhobar- ¡Bösestier!.
-¿Si?, señorr-
-Llamad a Gómez-
-Como orrdenéis-

Rhobar, Erbin, Bledius y los paladines se dirigieron hacia el castillo, pero cuando Rhobar pasó delante del jefe de la guardia, se paró.

-Ésto, por vuestra ineptitud a la hora de llevar a cabo vuestro menester, cumplir la ley- dijo al tiempo que le segaba el cuello con su espada-. ¡En marcha!.

Todos continuaron y entraron en el castillo. El cuerpo del jefe de la guardia era retirado por sus hombres, dejando un rastro de sangre a su paso. Al fondo del salón común, había sentado en un trono de madera un hombre joven de cabellos cortos, rizados y negros. Comiendo uvas con dos meretrices.

-¡Cobryn!- gritó Rhobar.

Cobryn ordenó a las meretrices que se fuesen, escupió las uvas en el tarro y se levantó y reverenció al rey.

-¿Por qué no gobernáis vuestra ciudad?- le increpó Rhobar.
-Eso hago, querido tío- defendió Cobryn- os envío los impuestos que pedís y los hombres que deseáis.
-¿Creéis que gobernar se limita a eso?, ¿pensáis que es un juego?- Rhobar se acercó a él- dejad que os de un consejo, querido sobrino. Gobernar es hacer justicia, gobernar es mantener el orden y las tripas llenas de tus ciudadanos, gobernar es ser un buen líder para el pueblo y hacer prosperar esta ciudad, sacar todo su potencial. No lo que vos lleváis a cabo. ¿Magnates gobernando?, ¿guardias que se toman la justicia por su mano?. ¿Qué demonios es ésto?, ¿anarquía?.

Por la puerta aparecieron Gómez, custodiado por diez hombres y Bösestier que tenía a una veintena de guardias.

-¡Por los dioses!, ¿cómo os atrevéis?, ¿queréis que os degolle aquí mismo?- bramó Rhobar enérgicamente.
-¿Qué ocurre excelencia?- preguntó Gómez con cortesía.
-¿Qué traéis a vuestro ejército con vos?- Rhobar miró fijamente a Gómez y luego a Bösestier- ¿además de estúpido sois sordo?.
-¿Señorr?...-
-Dije que llamaseis a Gómez y no a su séquito- Rhobar miró a Gómez- ¡Qué se marchen esos hombres!.
-Son mis hombres de confianza, Cobryn siempre me deja....-
-¡Cobryn es un inepto!- gritó al tiempo que desenvainaba la espada, sus hombres hicieron lo mismo y esta vez la guardia de la ciudad no hizo caso omiso y se giró, sino que también desenvainaron sus armas.
-¡Ésta es mi ciudad!- Gómez y sus hombres desenvainaron.

Rhobar no se lo pensó y mató de una estocada al primer hombre de Gómez, por lo que sus hombres comenzaron a batirse con el ejército del magnate. Bledius recogió la espada del hombre muerto y se dispuso a luchar. Erbin, aún con las manos atadas, buscó un lugar seguro desde donde poder observar. Los paladines eran buenos guerreros y abatieron a la mayoría de los hombres de Gómez en poco tiempo. Por toda la sala se oía el chocar de las espadas, los golpes de escudo y se veían los cadáveres ensangrentados con las muecas de dolor y odio reflejadas en sus rostros. Rhobar asestó un golpe en la cara a uno de los hombres de Gómez dejándole una brecha profunda en el cráneo. Gómez golpeó a Rhobar en la espalda y en las piernas, tumbándolo. El rey, yacía en el suelo y se tornó, poniéndose cuerpo arriba. Gómez atacó, el rey pudo ver como la espada de su adversario se dirigía a su cuello, pero ésta fue desviada por la espada de Bledius y Rhobar puso ensartar a Gómez con su espada. El cadáver de Gómez cayó encima del monarca. Bledius se lo quitó de encima y le ayudó a reincorporarse.

-Veo que aún conserváis el espíritu guerrero- dijo Bledius.
-Si, pero gracias a vos lo conservaré durante más tiempo-

Rhobar agarró del hombro a su segundo al mando, Thorben.

-¿Cuántas bajas?-
-Ocho guardias de la ciudad han fenecido y seis paladines se hayan heridos- informó Thorben- Valentino se encuentra grave, señor
-Llevadlo al curandero del castillo- ordenó Rhobar- sus aposentos están allí.

Rhobar señalaba a una sala que según se entraba en la primera estancia, se puede encontrar en la parte izquierda, antes de llegar al salón principal. Los guardias y paladines comenzaron a llevarse los cadáveres, todos menos el de Gómez. Rhobar le cortó al cabeza y se la dio a Thorben.

-Ponedla en una pica-
-Tío, habéis matado al jefe de las minas- dijo Cobryn.
-Creo que eso es evidente-
-Ahora, ¿quién dirigirá las minas de esta ciudad?-
-No os preocupéis sobrino- dijo Rhobar con un tono humorístico- estoy seguro de que encontraréis al hombre adecuado y a partir de ahora sabréis gobernar son disciplina, lealtad y justicia. Sino, bueno, os pasará como a Gómez.
-Pero...-
-Buena suerte en vuestra empresa-

Rhobar y sus hombres salieron del salón. Bledius le cortó las ataduras a Erbin.

-Me quedaré hasta que se restablezca el orden y mis hombres se curen- dijo Rhobar- por lo que tengo tiempo de sobra para que contéis vuestra historia y ese amigo vuestro abra la boca, pues se asemeja a un muerto.

Rhobar, Erbin, Bledius y Thorben se dirigieron a la planta superior del castillo, donde se hallaba el salón militar. Subieron unas escaleras de caracol de piedra y entraron en la sala, en ella se encontraba el hombre de las almenas.

-No sabía que os hallarais aquí- dijo Rhobar, no sin cierto asombro.
-Así es, hermano, así es- respondió el hombre de las almenas- llevo días observando a mi hijo y la verdad es que me decepciona.
-No es de extrañar-
-Bueno, ya hablaremos de ello más tarde-
-Cierto, ahora sentémonos- dijo Rhobar.

Todos se sentaron frente a la mesa, en la cual había un mapa del territorio conquistado. Unos instantes después, entraron dos comandantes en la sala.

-¿Nos habéis mandado llamar?, señor- preguntó el más alto de los dos, de pelo corto marrón y ojos verdes.
-En efecto, Torlof, así es- respondió Rhobar-. Vos también podéis sentaros, Archol.
-Gracias, señor- respondió el segundo de los hombres, el cual tenía el pelo largo y negro, acompañado de unos ojos marrones claros.
-Mi primer ejército, situado a las afueras de Trelis, marchará al mando de Torlof, quién deberá tomar el pequeño fortín y las granjas de sus alrededores- explicó Rhobar-. Tengo pensado hacer de Trelis una buena fortaleza fronteriza.
-Hermano- dijo el hombre de la almena- y ¿qué ocurrirá con Faring?.
-Ahora iba a esa parte, no seáis impaciente- Rhobar se levantó y con una pluma y un tintero de contenido rojizo, comenzó a marcar en el mapa.

Mapa
Spoiler:

-Bien, el segundo ejército, comandado por Archol, saldrá del campamento de campaña, en el cual ha comenzado de construcción de un fortín. Los hombre lo llaman "Ghosterrarn", pero he decidido acortarlo a Gotha.
-¿Tierra de fantasmas?, señor- preguntó Bledius con interés.
-Así es- Rhobar siguió marcando con la pluma y la tinta roja- al parecer hay fantasmas por allí. Fantasías de hombres que llevan meses luchando y necesitan descansar, no puedo culparles. Todavía recuerdo cuando esa maldita bestia me persiguió durante semanas por la fría nieve de mi tierra y...-
-Hermano, nos desviamos del tema que nos atañe- el hombre de la almena se levantó, se dirigió al ventanal, observó unos instantes, y se giró hacia los presentes-. Siempre que cuenta esa historia parece que está en los cielos en vez de en la tierra.
-Cierto es- Rhobar marcó la ruta del segundo ejército y del tercero-. El tercer ejército, comandado por Thorben, saldrá del campamento norteño. El cuarto saldrá de Vengard y será directamente comandado por mi hermano. Yo me uniré a los tres e iré con mis paladines. Los últimos ejércitos mencionados, atacarán Faring. Cabe mencionar que la ofensiva está prevista para primavera, cuando las temperaturas crezcan y la nieve de las montañas se funda.

Erbin y Bledius se miraron con cara de preocupación, quedaba poco para el comienzo de la primavera, tal vez treinta o veinte jornadas. Archol y Torlof miraban expectantes, mientras Rhobar y el misterioso hombre observaban el mapa.

-Señor- llamó Bledius.
-Decid-
-¿Podría hacernos una pregunta?-
-Adelante-
-¿Ese hombre es vuestro hermano?- preguntó Bledius.
-Bueno, es una larga historia- respondió Rhobar- y creo que hay tiempo para que os la cuente.

Continuará...


Última edición por Taokanimemetal el Miér 08 Mayo 2013, 23:59, editado 16 veces
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MensajeTema: Re: Cuentos y Leyendas de Myrtana   Cuentos y Leyendas de Myrtana - Página 2 EmptyMiér 13 Feb 2013, 23:59

muy buena historia, se agradecería una descripción física de rhobar.
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MensajeTema: Re: Cuentos y Leyendas de Myrtana   Cuentos y Leyendas de Myrtana - Página 2 EmptyVie 22 Feb 2013, 20:16

Cuentos y Leyendas


Cantar IV "Una nueva era"



-Yo nací en las frías tierras de Nordmar, donde los hombres cazan orcos por diversión y extraen el mejor mineral que existe en todo el mundo conocido- explicó Rhobar-. Después de mi encuentro con Innos, mi victoria y la desventurada muerte de la criatura, formé un ejército para cumplir con mi destino, unificar Myrtana. Mi hermano de armas y fiel guerrero, Rathgar, el aquí presente, reunió a varios grupos de hombres para mi ejército. Nos conocemos desde la infancia y siempre hemos sido grandes amigos, es más, desde que sus padre murieron en aquél lejano invierno, mi familia y yo siempre le hemos cuidado. Por si ello pudiera parecer de poca relevancia, se ha casado con mi hermanastra, Skadia, y han tenido a ese maldito haragán de Cobryn.
-Ya veo- dijo Bledius-. Ya nos conocemos, ¿no es cierto Rathgar?
-Cierto es- respondió con presura- más no por ello debéis guardarme rencor, lo pasado, pasado es.
-No os lo guardo, mas me gustaba en demasía aquella damisela- Bledius sonreía- aunque también cabe mencionar que me salvasteis la vida más de una vez.
-Y vos me salvasteis a mi cuando recibisteis aquella flecha en el asedio de Vengard- recordó Rathgar.

Ambos cruzaron la sala y se dieron un abrazo.

-No os recordaba con el pelo largo y la barba tan poblada- Bledius agarraba de los hombros a su antiguo conocido y sonreía-. Cierto es que vuestro tono rubio es inconfundible, ahora sois casi igual que el rey, solo que más feo.
-Vos tampoco mejoráis con el tiempo- dijo Rathgar y ambos rieron.
-Señor- llamó Bledius.
-Decid- respondió Rhobar.
-¿Podéis ponerme al día de los últimos acontecimientos?, si no os es menester.
-Por supuesto- respondió con aire jovial-. En un principio Myrtana estaba formada por comunidades independientes y pequeños reinos. Posteriormente ocurrió lo que hoy llamamos la "Guerra Orca". En un comienzo intentaron tomar los pueblos norteños, pero nuestros ancestros fueron hábiles y los construyeron en escarpadas colinas, además de la fiereza que le presentó nuestra gente, lo que acarreó que les resultase imposible y perdieran multitud de hombres en el intento. Al ver que no podían tomar el norte, continuaron hacia la tierra media, un territorio dividido, en un principio, por múltiples trifulcas. En la primera oleada ocuparon todo el norte de Myrtana, pero los hombres de las tierras centrales no se quedarían quietos mucho tiempo y pactaron el "Acuerdo de unión" en Montera. Dicho acuerdo comprendía a los reinos de Geldern y Vengard, con todos los territorios que ello conlleva, además de las ciudades libres de Montera y Cabo Dun, y con el apoyo de los restos de la dinastía Al-Luwati at-Tanyi, que se batían en una guerra civil contra los nómadas y una de las partes de su antiguo gobierno, los cuales se cansaron de la debilidad de su jefe y decidieron optar por el poder, eran llamados los Hashishins. Con este pacto los pueblos lucharon y tras un año de guerra de desgaste no han conseguido gran cosa. Han debilitado a los orcos y a ellos mismos, lo que me ha permitido conquistar el territorio más rápidamente, por si fuera poco, los orcos han ganado, pues controlan la zona meridional y oriental de Myrtana. Observen este mapa, con el que he estudiado las distintas batallas entre los orcos y las gentes del desierto, además de mostrar con bastante exactitud las zonas de influencia de cada uno.

Mapa

Spoiler:

Estas cinco batallas se desarrollaron hace relativamente poco. Hay cinco:

1-Batalla por el paso de Nemora: Los orcos querían controlar el paso y enviaron dos grupos de cien hombres cada uno, dirigidos por Urkass, tenían la intención de tomar el paso, pues es un punto estratégico clave. Pero se toparon con las fuerzas de los Al-Luwati at-Tanyi por el sur y el ejército libre de Myrtana por el norte, lo que les acarreó que fuesen envueltos en un movimiento de pinza y posteriormente masacrados. La batalla fue una cruenta carnicería.

2-Batalla de la sal: Fue tan solo dos días después de la antes mencionada. Un destacamento orco de trescientos hombres, dirigidos por Prakkar, atacaron las minas de sal, ya casi agotadas, de los Al-Luwati at-Tanyi. En un principio acabaron rápidamente con el pequeño destacamento sureño que custodiaba la isla e hicieron múltiples prisioneros, pero cuando las fuerzas sureñas contraatacaron los orcos hubieron de retirarse, viéndose superados en número, víveres y estrategia.

Tras ello se firmó una tregua conocida como, "La moneda de doble cara". A lo largo de dos meses los orcos habían creado una flota militar de cincuenta galeras con el dinero de los saqueos encubiertos y el comercio. A pesar de la que la dinastía Al-Luwati at-Tanyi estubiese en las últimas y el emperador fuese un mero títere en la guerra civil que se estaba desarrollando entre Hashishins y nómadas, que el nombre era solo porque eran realmente nómadas, hoy en día son una de las partes del gobierno del imperio. Dicho gobierno lo forman los Hashishins, que se encargan del ámbito militar y religioso; los nómadas que se encargan del comercio exterior y los suministros de agua, víveres, materias primas, etc... En el interior y el emperador, emisario de dios en la tierra y quien ostenta el poder de la justicia y religioso, además de ser el comandante en jefe de los ejércitos de Varant. Aunque en la práctica gobernasen las dos facciones de nobles. El emperador decidió tomar la iniciativa y sacar su antigua flota relucir, treinta Dromones, equipados con balistas y pequeñas catapultas.

3-Batalla de las aguas tormentosas: El día parecía despajado y los orcos salieron a la mar, rumbo al pequeño feudo de "بحيرة", en la lengua común, "Lago". Pero no muy lejos de Cabo Dun, en la bahía de agua tormentosas, se encontraron con la flota sureña.

Mapa: "Bahía de aguas tormentosas"

Spoiler:

La batalla fue dura, pues solo quedaron tres Dromones sureños y cinco galeras orcas. Fue una victoria pírrica por parte del comandante de la flota orca, Pirrock, cuyas palabras literales, según los presentes, fueron: "Otra victoria como ésta y volveré solo a casa".

Tras meses de continuos pequeños ataques de sabotaje por ambas partes, ataques tales como a caravanas, campesinos, campamentos, pequeñas localidades, etc... Decidieron firmar otra tregua, conocida como: "La Horma". En la cual decretaron la paz duradera. Un mes después, yo y mis ejércitos acabamos de derrotar al ejército libre de Myrtana y obtener todas sus posesiones, además de algunas regiones en manos orcas, como las del sur de Varant y la de Gotha. Los orcos, ante la oportunidad de tomar Varant sin el estorbo del ejército libre, decidieron atacar por un paso montañoso que conduce a Ben Frai.

4-Batalla del Frai: El emperador ante el temor de que tomasen Brega y posteriormente avanzasen rápidamente por el desierto, ordenó establecer un grupo de ejército en Ben Frai, ochocientos hombres. Por otro lado, los orcos desconocedores de tal información, atravesaron el paso con un ejército de quinientos hombres. Hubo un primer enfrentamiento en las llanuras de Ben Frai, donde los orcos sufrieron grandes pérdidas y tuvieron que retirarse. El general Salandinno, haciendo caso omiso de las órdenes del emperador de permanecer en Ben Frai, siguió a los orcos por el paso con un ejército de seiscientos hombres. Los orcos, antes tal amenaza resistieron en el paso durante tres días, hasta que llegaron refuerzos y expulsaron a los sureños. Salandinno murió en el enfrentamiento final con los orcos. Muchas fuentes dicen que tan solo quedaron cincuenta orcos defendiendo el paso, más los refuerzos de cien hombres, mientras que solo consiguieron salvar la vida treinta sureños. Las cifras varían, pero todos coinciden en que murieron más sureños que orcos.

Tras ello, el emperador perdió mucho prestigio, por lo que echando a un lado sus diferencias y tareas reunió a un ejército de mil hombres y cruzó el canal.

5-Batalla del asedio de Cabo Dun: Ésta fue la más sangrienta y larga de todas. Duró un mes y enfrentó a los "Mil hijos del emperador" con las fuerzas orcas de Cabo Dun al mando de Grobock, los orcos eran un total de seiscientos. El asedio duró un mes y se divide en tres partes:

-Asedio principal: El emperador lanza un ataque directo contra la fortaleza de Cabo Dun. Las murallas de madera no resisten los ataques de las armas de asedio y ceden. Los sureños se internan en la ciudad y tras una cruenta batalla, toman la zona baja de la ciudad. Mientras que en el faro resisten las fuerzas restantes, esta parte duró dos semanas.

-Toma del faro: Las fuerzas del emperador, tras semanas de lucha consiguieron tomar el faro y capturar a Grobock, pero este ya había enviado a un mensajero por las cuevas subterráneas de que cruzan Cabo Dun y éste dio el mensaje en Montera. El líder de los orcos en ese momento, Kurruk Khan II, envió a su tercer ejército, seiscientos orcos y doscientos gladiadores humanos como fuerzas auxiliares. El emperador no perdió el tiempo y organizó las defensas del Cabo.

-La batalla del último aliento: Las fuerzas orcas atacaron a los sureños quienes resistieron durante casi dos semanas, hasta que se desarrolló la batalla final, conocida por el "último aliento", pues el emperador se batió con Grobock, quien de una estocada mató al emperador y éste como última orden dijo: "Hasta el último aliento". Se dice que todos sus hombres murieron combatiendo causando grandes bajas al enemigo, pero otras fuentes más fiables afirman que es cierto que causaron grandes bajas al enemigo, pero muchos se rindieron al ver la imposibilidad de ganar la batalla o huir.

Realmente la guerra orca solo abarcaría el periodo de conquista orco y la respuesta de las gentes de Myrtana, pero teniendo en cuenta que multitud de hombres de Myrtana apoyaron y se unieron a las fuerzas sureñas, lo podríamos considerar dentro de la guerra orca. Ésto, es beneficioso para nosotros, pues ahora ya no existe la dinastía Al-Luwati at-Tanyi, los nómadas han ganado la guerra civil y se dedican a reconstruir Varant. Mientras que los orcos, debilitados y sin oro, han firmado un pacto de no agresión con los nómadas y quieren reunirse conmigo cerca de Trelis, presupongo que para lo mismo. Pero mis intenciones son otras, a los sureños no creo que se les ocurra pisar Myrtana, yo de momento no tengo intereses en el desierto, por lo que no firmaré el tratado, mataré al enviado orco y ordenaré el ataque de Trelis.
-El fuerte de Trelis no será fácil de tomar- explicó Torlof-. He estudiado el fortín y utilizan un antiguo templo sureño subterráneo con algunas modificaciones como fortín, su punto débil, en teoría, sería la puerta, pero ésta es maciza y está fuertemente custodiada, es más, no conocemos las galerías subterráneas.
-Cierto es- dijo Rathgar-. Se me había olvidado mencionar que necesitamos voluntarios para llevar a cabo una misión de reconocimiento por las galerías, pues antes de atacar necesitamos estar seguros de poder llevar a cabo un asedio rápido, no podemos permitirnos perder mucho tiempo.
-También necesitamos información sobre Faring- objetó Rhobar.- Bledius.
-¿Si?, señor-
-¿Conocéis Faring?-
-Demasiado bien, señor-
-Explicaos-
-Hace un tiempo que estoy asentado allí, trabajo como guardia. Antes de encontrarme con vos realizaba una competición para elegir al gobernante de nuestro pueblo, la competición era contra aquél muchacho, Erbin y por una serie de contratiempos nos capturaron y vos nos salvasteis en Geldern- contó Bledius-. Señor, las gentes de Faring carecen de líder y son gente honorable.
-Os ruego que no derraméis sangre, señor- dijo Erbin alterado, al tiempo que se agachaba a los pies del rey.
-Vaya, parece que al final habláis, empecé a pensar que eráis mudo- dijo Rhobar con cinismo-. Ya veo, así que carecen de líder.
-En efecto, señor- Erbin se arrodilló- necesitan a un buen dirigente como vos, no derraméis sangre, os lo ruego.
-¿Acaso no tenéis honor?- preguntó Rhobar.
-¿Señor?- Erbin parecía confuso.
-Os arrodilláis y suplicáis a cada instante-
-Si con ello evito la muerte de mis compatriotas ante un adversario mayor, ello haré- Erbin se levantó y cambió el gesto de su cara- pero no os confundáis, si he luchar y morir, así lo haré también. Prefiero morir libre y con dignidad a ser el perro de nadie, señor.
-Eso ya me gusta más- Rhobar agarró a Erbin por los hombros-. No dudo de vuestro valor muchacho, es más, no derramaré sangre a no ser que sea atacado y antes preferiría hablar con esos compatriotas tuyos.
-¿Cuándo tenéis previsto partir, majestad?- preguntó Bledius con interés.
-Mañana al alba- ordenó Rhobar- vosotros vendréis conmigo.

Un jornal después

Partió una caravana conformada por Rhobar, Rathgar, Archol, Thorben, Bledius, Erbin, treinta paladines a caballo, veinte guardias a pie y cinco carromatos con sus respectivos siervos. Condujeron pasando caminos, valles, ríos, montañas y pueblos. Los paisajes se iban tornando, cuanto más al norte más taiga había, cuanto más al este más montañas y al oeste bosques frondosos y valle con llanuras extensas, todo ello bañado por ríos, cascadas y lagos.

-Esta maldita tierra es hermosa- dijo Rhobar- pero tiene un gran defecto.
-¿Cuál es?, hermano- preguntó Rathgar.
-Que no es mía-
-Por los dioses- Rathgar comenzó a reír-. No os preocupéis en demasía, pronto lo será.
-¡Así lo quieran los dioses!- bramó Archol.
-Dejad a los dioses tranquilos- Rathgar se giró la cabeza a la derecha- ahora es con los hombres con quien hemos de tratar y a éstos no basta con rezarles.

El grupo siguió su camino.

Dos jornales después

El sol se alzaba en lo alto, era mediodía, el grupo ya había parado para comer y había avanzado por el camino. Continuaron hasta que divisaron las montañas de Faring, altas e imponentes, tan hermosas como los valles que las rodeaban. El grupo subió la empinada cuesta de acceso a Faring. La gente se quedaba anonadada mirando al grupo y posteriormente todos se dirigían a la plaza central. Rhobar y el resto del grupo, a excepción de los paladines, desmontaron, así pues el grupo de seis personas, formado por el rey, su hermano, dos comandantes y los dos hombres de Faring, se subieron al cadalso.

-¡Conciudadanos!- llamó Bledius- muchos nos dieron por muertos, pero hemos vuelto y no hemos vuelto solos.
-¡Eso ya se ve!- gritaron algunos- ¿Quienes son?, ¿qué quieren?, ¡qué se vayan!.
-¡Conciudadanos!- Bledius pegó tal grito que resonó por las montañas y ello causó el silencio entre las gentes de Faring-. Estos hombres traen un mensaje de esperanza, de paz y no de consternación o sufrimiento.
-¡Silencio!- gritó el anciano de la aldea- ¿Dónde demonios estabais?, os hemos esperado casi una semana y no habéis aparecido.
-Subid, noble anciano- Bledius le ayudó a subir y le dijo al oído- luego hablaremos de nuestra pequeña desventura.
-Como queráis- respondió el anciano.
-¡Les ruego guarden silencio!- Bledius miraba al pueblo con aire jovial- Esta gente valerosa, tiene la intención de unir Myrtana bajo una sola nación, una sola bandera, una nación fuerte y unida, que jamás podrá ser vencida.

Ello causó sorpresa entre el gentío. Bledius dio paso para que Rhobar hablase.

-Ciudadanos de Faring, soy Rhobar, rey de poniente y espero que pronto de levante, pues los orcos acechan en cada rincón de Myrtana y no podemos permitir que nos invadan y conquisten. Matan, roban, saquean e incluso violan. Beliar le ha corrompido el alma y su sangre hierbe de odio, odio a los humanos, odio a nuestros avances, odio a nuestras costumbres; odio y prejuicios son sus ideales más pronunciados. No podemos permitir que esa plaga de seres peludos invada nuestra tierra y esclavice a nuestra gente como si de perros se tratase. ¿Qué haríais vosotros si violasen a vuestras esposas o a vuestras hijas?, ¿qué haríais si quemasen vuestra casa y luego tuvieseis que trabajar en minas o arriesgando vuestra vida en arenas y batallas?. ¿Sabéis lo que yo haría?. ¡Luchar!.
-¡Luchar!, ¡luchar!, ¡luchar!- gritaban sus comandantes y su hermano al unísono.

La gente se unió a los gritos, parece ser que el conjunto de palabras y emociones causó furor entre las gentes de Faring. Rhobar, Rathgar, Erbin, Bledius, el anciano, Hannivalae y Güelbels Romél, el hermano de Erbin. El edificio poseía un gran salón, pues era la casa comunal.

-Así que venís a salvarnos de la perdición, ¿no es así?- preguntó el anciano con aire de incredulidad.
-Veo que no sois un necio, pero ello no os da derecho a vuestra hostilidad- dijo Rhobar algo molesto-. No penséis que hago ello por ambición o gusto; lo hago porque es mi deber para con Innos y para con Myrtana.
-Si me entregasen una moneda de hierro por cada vez que un hombre de poder menciona tales palabras- el anciano se sentó- podría equipar al ejército nómada y aún me sobrarían para Myrtana y Nordmar.
-Cierto es que multitud de hombres han empleado dichas palabras- Rhobar copió el comportamiento del anciano y también se sentó- pero no exageréis en demasía, y por favor, intentad ocultar un poco vuestra incredulidad hacia mi persona y causa.
-Mi hermano quiere convertir nuestra tierra en un gran reino con un gran potencial del capital y del prestigio; todo ello con el favor de Innos, claro está- explicó Rathgar-. Es más, una unidad política, militar y monetaria nos beneficia en grado sumo.
-No le discuto dichos argumentos, pero la unidad no solo trae la fuerza, sino también trae la escased de libertad- afirmó el anciano-. Cierto es que si queremos ver esta tierra prosperar, debemos unirnos. Estoy dispuesto a conducir a mi pueblo a la seguridad, pero en el tratado que firmemos he de redactar varios puntos para no ver truncada nuestra libertad.
-Pero ello conllevaría cohibir nuestra libertad, nuestras tradiciones, nuestra forma de hacer política; sería borrar nuestra cultura y en definitiva nuestro espíritu, lo que somos- dijo Güelbels alterado-. Si lo hacéis será como si acuchillaseis a nuestro pueblo con una Varantiana (daga envenenada proveniente del desierto de Varant), tan fina que cuando osaseis insertarla, nadie se percataría, pero cuando comenzaseles a corroer la piel, la sangre y el alma, sería demasiado tarde, ya estaríamos condenados.
-No exageréis, Güelbels, ya tendréis tiempo para alcanzar el poder que tanto clamáis. dijo Hannivalae con aire jovial.
-¿Os puedo hablar con franqueza?- preguntó Bledius a Güelbels.
-Decid-
-¿De verdad pensáis que uniros a Rhobar ocasionará grandes perjuicios a Faring?-
-En efecto así lo creo y no nos uniríamos, nos someteríamos-
-¡No seáis testarudo hermano!- gritó Erbin a Güelbels.
-Vos callad, infante, que no sois más que un infante-
-¿Cómo osáis traidor?-
-¡Silencio!- gritó Rhobar-. Segun tengo entendido, señor Güelbels, usted no ostenta el cargo de justo en esta comunidad, por lo que la decisión recae sobre el anciano.
-Cierto es-dijo Güelbels intentando ocultar su enervamiento-. Me marcho presto pues.
-Bien, comencemos pues a redactar el tratado- dijo Rhobar.
-Como deseéis- respondió el anciano.

Güelbels salió de la casa comunal y habló con varios de sus secuaces, los cuales opinaban de su misma forma. La gente aún estaba reunida en el cadalso, por lo que Güelbels subió a él.

-¡Ciudadanos de Faring!- gritó-. ¡Hoy es el día en el que nuestro pueblo va a ser adquirido por el mejor postor, un mentiroso, egocéntrico y egoísta que solo piensa en sus arcas!
-¿Cómo sabéis ello?, ¿con qué derecho insultáis?, ¿qué habéis oido?- los ciudadanos preguntaban sin cesar y había diversidad de opiniones.
-Les seré franco, el anciano se ha sometido al poder de Rhobar, nos ha traicionado, nos ha clavado una Varantiana y no la quiere sacar. Pues yo os llamo para que os la saquéis y os limpies la herida; ¡luchad por el antidoto que protegerá a nuestro pueblo!, ¡luchad por vuestra vidas y la de vuestros predecesores!, ¡luchad por la libertad!.
-¡Libertad!, ¡libertad!- gritaron algunos de los presentes, pero otra parte de la población, la cual era mayor que la que se oponía, abandonó la plaza y se dirigió a la casa comunal. Por otro lado, los que asqueaban al poder de Rhobar siguieron a Güelbels, quien se dirigía al cuartel de la guardia. Solo una pequeña parte de los guardias estaban con él, pero los suficientes como para poder acceder a la herrería.

-¡Armaos!- ordenó Güelbels- ¡pues ha llegado el día de que demos nuestras vidas por la libertad!.

Continuará...



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MensajeTema: Re: Cuentos y Leyendas de Myrtana   Cuentos y Leyendas de Myrtana - Página 2 EmptyVie 22 Feb 2013, 23:47

good chapter, como no, siempre hay una revuelta.


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Cuentos y Leyendas


Cantar V "Valores"


Los ciudadanos contrarios a Rhobar se equiparon con las armaduras de cuero de los guardias y su armamento, el cual era desigual. Una vez estuvieron listos, siguieron a Güelbels. Fuera les esperaban un grupo de paladines a caballo, comandados por Archol y Thorben.

-Señor, dejad que hable con ellos antes de entablar duelo- pidió Erbin-. Os lo ruego.
-Como queráis, pero al mínimo ápice de hostilidad- advirtió Rhobar- daré la orden de cargar.
-Gracias, señor-

Erbin bajó la cuesta que iba desde la casa comunal hasta el cuartel de la guardia, su hermano, Güelbels, hizo lo propio y se acercó a él.

-Hermano-
-Decid traidor-
-Parad esta locura, más no soy un traidor- defendió Erbin-. Pero vos sois un necio, un necio que solo veis vuestro beneficio sin tener en cuenta a vuestro pueblo.
-¿Cómo osáis?- preguntó Güelbels molesto.
-Escuchad, no luchéis o los paladines cargarán tan raudos y letales cual rayo- advirtió Erbin-. Deponed las armas y pensad en vuestras familias.
-No le escuchéis, si de verdad pensáis en vuestras familias, vuestro pueblo y vuestra libertad- bramó Güelbels- lucharéis.
-¡Necios!- gritó Erbin-. ¡Vuestra búsqueda de la libertad será vuestra muerte!, ¡creedme!, ¡mordiendo el polvo podréis gozar de vuestras ansias de libertad!

Güelbels montaba un rocín blanco, blandía una lanza y ostentaba un escudo redondo; no pensó y cargó contra su hermano. Erbin le esquivó y agarró de la lanza, tirándolo al suelo. Posterioremente, bajó de su montura y golpeó a su hermano en la nuca con el mango de la espada. Erbin subió al caído a su caballo y partió con él. Los hombres de Güelbels quedaron harto sorprendidos y confusos. Güelbels no estaba inconsciente y agarró a su hermano tirándolo del caballo. Ambos comenzaron a pelear en el suelo, mano contra mano. Los rebeldes cargaron para ayudar a su líder, pero los paladines del rey, siguiendo sus órdenes, bajaban raudos la pendiente. El choque fue violento, solo se veían cadáveres, de hombres y caballos; sangre, hierro chocando y se oían gritos, de dolor, de furia, de desesperación.

Erbin consiguió incorporarse y asestarle un puñetazo a su hermano; este recogió su espada y lanzó una estocada, Erbin la esquivó y recogió su espada. Güelbels lanzó varios ataques laterales, uno de ellos alcanzó a Erbin en un costado. El herido devolvió el golpe con un ataque vertical que impactó en el hombro de su hermano. Posteriormente, lanzó otro de igual calibre, pero Güelbels lo desvió con la espada, golpeó con el mango en la cara de su hermano y rajó su malla desde el pectoral derecho a la pierna izquierda; Erbin cayó ensangrentado. Güelbels volvió al ataque, pero sus intenciones se vieron truncadas cuando recibió un golpe en la rodilla y cayó. Ambos yacían en el suelo, ensangrentados y sudorosos. Erbin se incorporó apoyándose en varios objetos, al igual que su hermano. Éste último cargó contra Erbin, llevaba la espada como si de una lanza se tratase, por lo que a Erbin no le fue difícil esquivar su ataque y propinarle un puñetazo en el rostro, acompañado de un golpe vertical, una finta, en la cual Güelbels cayó y por ello recibió un golpe en el costado, cayendo ensangrentado al suelo. Erbin tenía a su hermano en el suelo, indefenso, mientras a su espalda se desarrollaba una cruenta batalla.

-¿Veis lo que habéis conseguido?- preguntó Erbin.
-Si- respondió Güelbels al tiempo que sangraba por la nariz y por la boca- la libertad de mi pueblo.

Güelbels intentó golpear a Erbin en las piernas, pero éste último, lo esquivó y rajó el pómulo izquierdo de su hermano; éste chilló de dolor.

-Seguís siendo un necio- dijo Erbin- tendré que enseñaros una lección.

Erbin recogió un madero del suelo y comenzó a golpear a su hermano, a causa de sus heridas y el agotamiento no podía golpear con toda la fuerza que el quisiera; aún con ello, causaba daños a su hermano. Güelbels intentaba pararle, sin éxito, hasta que le asestó una estocada en el pecho. Erbin gritó y soltó el madero. Güelbels lanzó otra, pero Erbin la desvió y cegado por un ataque de ira, como si Beliar gobernarse sus actos, inconsciente de lo que hacía, atravesó en cuerpo de su hermano con la espada. Los ojos de Güelbels se abrieron como si platos fuesen y un río de sangre brotaba tanto su boca como sus heridas. Erbin, soltó la espada, la cual todavía se hallaba clavada en su hermano y sorprendido de sus propios actos, se alejó de su hermano. Éste yacía en el suelo, empapado en sangre y sudor, muerto. Erbin miró hacia la batalla y anduvo hacia ella, pero su paso era irregular y su visión algo borrosa. Tropezó con algo y cuando miró, pudo observar que era el cadáver de un zorro rojo. Lo recogió por el cuello y andando con él en lo alto, como si de la cabeza de un enemigo se tratase, caminó hacía el centro de la batalla. Mientras se iba internando en la batalla, bramaba: ¡Parad!, ¡parad!. Muchas veces escupía sangre al decirlo, pero a medida que iba avanzando la gente paraba de combatir. Miró fijamente a los ojos del herido Archol y se desplomó contra el suelo.

Erbin abrió los ojos lentamente, estaba acostado en una cama limpia, y miró a su alrededor pero no halló a nadie. Intentó reconocer el lugar donde estaba, miró las salas, las ventanas, la decoración y las puertas; indudablemente era su hogar. Al momento, entró por la puerta Bledius.

-¿Qué ha ocurrido?, ¿por qué yacía en cama?, ¿dónde se encuentra mi hermano?- preguntaba incesantemente Erbin.
-¿Acaso no recordáis nada?-
-Solo recuerdo que hubo una batalla y que peleé con mi...- el rostro de Erbin se tornó pálido y su cuerpo comenzó a temblar; llegó al punto de desplomarse y una vez en el suelo, comenzó a llorar; solo se podía distinguir entre gemidos: "Hermano, perdóname", "perdóname".

Bledius agarró del brazo e intentó levantar a Erbin, éste se incorporó y golpeó a Bledius en el rostro, lo cual provocó que comenzase a sangrar por la nariz.

-¡Todo ello ha sido por vuestra culpa!- gritó Erbin al tiempo que intentaba golpear a Bedius de nuevo, pero éste lo esquivó.
-Fuisteis vos quien mato a vuestro hermano, no yo- defendió Bledius- acarrear con las consecuencias.

Erbin gritó de furia y comenzó a golpear a Bledius, pero éste no se quedó quieto le devolvió los golpes. Erbin estaba débil y tras recibir varios golpes cayó al suelo, cansado y con sangre en la cara.

-No me obliguéis a haceros daño- Bledius se limpió la sangre de la cara-. Iba a informaros de que ya enterramos a vuestro hermano y que Rhobar también ha enterrado a los hombres que lucharon valerosamente en la batalla. A pesar de nuestra hostilidad nos perdona y en nuestro honor portará el rojo, el rojo del zorro de esta región, el zorro que vos portasteis para poner fin al derramamiento de sangre.
-Dígale que se vaya al infierno- dijo Erbin con esfuerzo- y vos también, iros al infierno.
-Al final resultará que la necedad os viene de familia-

Bledius se dispuso a salir pero Erbin le lanzó una jarra de madera a la nuca y éste cayó. Romél cogió un cuchillo que había sobre la mesa y le asestó una puñalada en el cuello a Bledius. La sangre bañó el suelo.

-¡Rhobar!- gritó Erbin con las manos ensangrentadas.

Salió de la casa con la espada de Bledius y cruzó la pendiente hasta la posición de Rhobar, Archol y los paladines. Rhobar al verle, le saludó.

-Os estaba esperando, al parecer Thorben a muerto- explicó el monarca- Innos se apiade de su alma.
-Señor, algo le ocurre a Erbin- avisó Archol.
-Cierto es- Rhobar sacó su espada-. ¡Deteneos!.
-¿Acaso no habéis oído al rey?- preguntó Archol con cierto nerviosismo-. ¡Deteneos o moriréis!.

Erbin no se detuvo y Archol cargó contra él. Erbin golpeó al animal en las patas y éste se desplomó. Archol se reincorporó y lanzó una finta a Erbin, pero éste no cayó en su engañó y le propinó un golpe en la mano derecha, cortándole un trozo del dedo corazón y más de mitad del anular. Ello acarreó que soltase la espada, pero cuando Erbin fue a asestarle una estocada una flecha impactó contra su pecho, tirándolo al suelo. Aún sangrando por su pecho, remató a Archol, atravesó su estómago como si de tocino se tratase. Otra flecha le impactó en el abdomen y luego varias más. Su visión era borrosa, pero todo se tornó negro cuando una última flecha le perforó el corazón.

Las sábanas estaban empapadas de sudor y Erbin se levantó bruscamente en mitad de la noche. Se tocó el cuerpo y observó que llevaba vendajes, los apartó y solo halló cicatrices, y algún que otro dolor al moverse. Se levantó y caminó, no sin cierta dificultad, hasta un cubilete con agua; se lavó la cara empapada en sudor y volvió a la cama.

A la mañana siguiente se levantó, quedó algo sobrecogido, pues era su casa, caminó hasta la sala central y todo parecía tranquilo. Se sentó en la silla. «Todo esto es demasiado estraño, es como si ya lo hubiese vivido antes» pensó Erbin. Antes de que pudiese continuar entró Bledius; ostentaba una bonita armadura de paladín, pero no eran como las conocemos hoy en día, éstas eran más rudimentarias, compuestas por: Botas de cuero y piel negra; pantalones de cuero negro y grebas de hierro; peto de cuero con placas, hombreras y brazaletes de hierro, todo ello acompañado de una capa roja oscura. Erbin se sobresaltó tanto que cogió casi instintivamente el cuchillo de caza que había en la pared.

-Tranquilizaos- dijo Bledius con aire jovial- podré aparentar ser persona de vista poco agradable, pero no llego a tales magnitudes.
-Me habéis asustado-
-¿Cómo os encontráis?-
-Físicamente mejor, pero en mi cabeza hay algo carcomiéndose los sesos- se quejó Erbin mientras buscaba algo de agua- algo que me impide recordar y me produce fuertes dolores.
-Tomad coged mi bota- dijo Bledius al tiempo que le lanzaba la bota con agua-. ¿Recordáis la batalla?.
-Um...-Erbin tragó antes de responder- miles de imágenes pueblan mis pensamientos, pero lamentablemente, son borrosas.
-¿Puedo recordaros los acontecimientos?-
-Adelante-
-Intentasteis parar a vuestro hermano para que no se llevase a cabo un baño de sangre, pero resultó fallido. Vos intentasteis capturar a vuestro hermano para detener la lucha, pero os peleasteis y bueno, la lucha desembocó en la...-
-La muerte de mi hermano- dijo Erbin mientras miraba fijamente a Bledius-. Luego, herido como estaba, caminé hacia la batalla, tropecé con el cadáver de un zorro rojo, lo elevé y caí en mitad de la batalla; posteriormente, no recuerdo nada.
-Conseguisteis parar el conflicto- Bledius se levantó y se acercó a Erbin, agarrándole por el hombro-. Vuestro hermano fue enterrado con honor, al igual que el resto de caídos.
-¿Cuánto tiempo llevo en cama?- preguntó Erbin con un rostro tan sombrío que con la misma noche podría haber sido confundido.
-Tres jornadas- afirmó Bledius- con sus noches.

Erbin suspiró y salió de la casa acompañado del nuevo paladín. Subieron la pendiente donde se desarrolló la batalla, aún se podían apreciar manchas de sangre; en lo alto estaban Archol y Rhobar sobre sus caballos, acompañados por varios paladines.

-Os estábamos esperando- dijo Rhobar-. Parece ser que vuestra gente lucha con fiereza, he perdido a...-
-Thorben- dijo Erbin- Innos se apiade de su alma y del resto de caídos.
-¿Cómo lo sabéis?- preguntó Rhobar- ¿acaso habéis hablado con Bledius al respecto?.
-No- explicó Erbin-. Por la noche tuve un sueño, un sueño algo tenebrosos y sangriento.
-Contad-
-Me levantaba y le echaba las culpas a Bledius, con el cual me peleaba y posteriormente asesinaba- Erbin hizo una pausa y miró un instante a Bledius y luego a Archol-. Más tarde subía por este pendiente y peleaba con Archol, matándolo, pero recibía a cambio, una lluvia de flechas que acababa con mi vida.
-Sabéis cosas de la realidad a través de dicho sueño- Rhobar se acarició la barba-. Tal vez sería justo pensar que se trate de una visión.
-No sabría deciros- Erbin suspiró profundamente-. Ahora solo quiero hablar con mi hermano.
-Pero...- Rhobar fue interrumpido.
-Señor, con el debido respeto- explicó Bledius- Erbin es conocedor del actual estado de su hermano.
-Como deseéis, se encuentra junto al almendro de aquél pequeño lago-
-¿Cómo diantres...?- Erbin miró a Bledius.
-Allí están enterrados vuestros ancestros- Bledius miró a Erbin con cara de culpabilidad- creí que era lo correcto.
-Perdonad mi sobresalto- Erbin se tranquilizó-. Os lo agradezco enormemente.

Erbin caminó hasta llegar al pequeño lago con el almendro. Allí, se encontraban varias tumbas de su familia; las familias más antiguas de Faring tenían lugares señalados para enterrar a su estirpe. Erbin Romél se acercó a la tumba de Güelbels Romél y posteriomente, se arrodilló.

-¿Qué nos ha ocurrido?, hermano- A Erbin le caían lágrimas y agarraba con ambas manos un colgante, un colgante que su hermano le regaló cuando eran pequeños y tenía en él, el símbolo de un zorro rojo; típico en su familia, es más, cuando su tatarabuelo fue nombrado Justo, en el pueblo ondeaban banderas con un zorro rojo, ese fue también el motivo por el cual en la competición portaba un banderín con dicho animal. Al recordar la escena, Erbin sintió un golpe emocional tal que comenzó a sufrir desvaríos , la mente le dolía horrores y su vista era algo borrosa- ¿quién eres?- preguntó en vano, pues no halló respuesta. Algo dominaba su mente, tal vez un espíritu, tal vez un dios o tal vez solo fuese un producto de su mente.

-Erbin- la voz resonaba en su mente-. Debéis saber que rencor no os guardo, mas mi hermano siempre seréis y si alguna vez estáis solo, en vuestro corazón hallaréis mi voz para respaldaros.
-¿Hermano?-
-Ahora debéis cumplir con vuestro deber, vuestros deber para con Myrtana-
-¿Hermano?, ¿sois vos?- Erbin preguntaba, pero respuesta no hallaba.
-Seguid a Rhobar, el conducirá a nuestro reino y familia a la gloria y el poder de Innos-
-¿No odiábais vos a Rhobar?-
-Que Innos os guíe en vuestro cometido- la voz resonó por última vez- marchad y el colgante con vos portad.

Erbin quería llorar, mas no quedaban lágrimas, quería gritar, mas no quedaba aliento, quería golpear, mas no quedaban fuerzas; solo había algo que poblaba su mente, el deseo de marcharse. Se levantó, pero cuando se giró, al anciano encontró.

-¿Qué hacéis vos aquí?-
-Lo siento por vos, Erbin-
-No hagáis como que os importa-
-No seáis impertinente, pues no es mi culpa-
-Cierto es, perdonad-
-¿Qué os dan dicho los dioses?-
-¿Cómo sabéis vos que han sido los dioses?-
-Oh, muchacho- el anciano se sentó en una roca- a los dioses les gusta jugar con los mortales. Desde sus cielos gobiernan e imparten justicia, la justicia divina. Nosotros somos sus peones y la tierra su tablero. Los reyes vienen y van; gente que dedica años de su vida a una vocación, lo pierde todo en un instante, un instante oscuro y aterrador, la muerte; los hombres matan, procrean y mueren, y ni a los dioses parece importarles pues ellos son eternos. Dejad que os de un consejo, ya lo que hagáis con él es cosa vuestra: "Seguid a vuestro corazón y no a vuestra mente".
-Y ¿cómo sabré cuál me llama?-
-Buena pregunta muchacho- el anciano le miró fijamente con sus ojos grisáceos, gastados ya, por tantas vivencias- mas yo no puedo responderla, sino vos-

Erbin dejó el lago y se dirigió a la plaza. Una vez allí, Bledius le entregó la indumentaria de paladín y se equipó. Antes de salir de su casa, cogió una tela con un zorro rojo bordado, la cual se puso a modo de capa, encima de la roja real. Salió de su morada y montó en su imponente rocín negro. Antiguamente había multitud de caballos en Myrtana, pero una enfermedad conocida como "Equusmortern" acabó exterminándolos. El grupo salió del pueblo, pero antes de perder de vista su antigua morada, Erbin, miró por última vez hacia Faring. Lo veía hermoso, con sus montañas, bosques, riachuelos, etc... Era una imagen cargada de sentimiento, de dolor, pena, alegría, satisfacción; los sentimientos eran contradictorios, al igual que sus pensamientos y acciones, le hubiese gustado cambiar el pasado, pero debía continuar y así lo hizo.

Dos jornales después

Ante ellos se mostraba la ciudad más grande de Myrtana, Vengard; sus altos muros de piedra, sus torreones, casas, templos, palacios, puertos... Todo era una combinación de piedra y madera, lo cual le daba un tono singular y hermoso. Las calles y callejuelas estaban abarrotadas de gente, sobre todo el puerto, donde se hallaban los mercados. Las puertas de la ciudad se abrieron y ellos se internaron. El grupo no tardó mucho en llegar a palacio, pero en su viaje pudieron percibir todas las peculiaridades del lugar, sus gentes, edificios, su sistema de comercio y en definitiva su cultura; una cultura milenaria. Antes de que Vengard fuese conquistada, pertenecía al reino Vengardio, gobernado por Carlodo III, quien según recogen los distintos historiadores, a excepción de los de su corte, era un tanto incompetente para gobernar. Sería justo pensar que ese fue uno de los motivos por los que el pueblo costero conocido por los nombres de Ardeas y Ardea, constituyese un fuero y dicho monarca no actuase en consecuencia, perdiendo poder e influencia, cabe destacar que a lo largo de la historia de Myrtana el rey no ostentaba todo el poder, sino que se repartía entre: nobles, asuntos internos dentro de sus feudos y asuntos militares; clero, asuntos religiosos y económicos y el rey, el jefe supremo del ejército y elegido de un dios en la tierra, podría variar según al dios que adorasen. El grupo llegó a las caballerizas que había frente al palacio y desmontaron. Acto seguido, cruzaron la puerta de la muralla que rodeaba el palacio. La ciudad estaba constituida por el muro exterior, que rodea toda la ciudad y el muro real, que rodea el área del palacio. Al pasar, los guardias hicieron la debida reverencia y el jefe de la guardia saludó al rey con el característico saludo militar, puño al pecho y luego al frente. Los guardias de la ciudad portaban: Pantalones, botas y guantes de cuero marrón, coraza de placas de hierro con forma cuadrangular y cota de malla en los brazos, además de unas hombreras doradas oscuras, con un tono entre el marrón y el dorado; cabe mencionar que el jefe de la guardia llevaba una capa marrón oscura, lo que le diferenciaba del resto. El jefe de la guardia, Gurand, era un hombre alto, moreno, de cabellos largos y negros; ojos marrones claros y brillantes como la misma luz del sol y todo ello acompañado de una barbilla y bigotes largos. Se internaron en el gran salón del palacio, en éste había un silencio sepulcral, lo único que lo perturbaba eran los murmullos provocados por los guardias, los cuales hablaban entre si, pero éstos cesaron al entrar el monarca y su séquito. Les recibió el mago de la corte, conocido como "Lurker", pues anteriormente sirvió como druida a Adanos, pero en dichos momentos, sirve al dios del fuego, Innos. Porta la característica túnica roja de mago, aunque ésta difiere con la actual, pues es más sencilla.

-¿Ya habéis conspirado bastante Lurker?- preguntó Rhobar con aire jovial.
-Aún me queda por concretar el cómo envenenaros, pero no sufráis majestad- Luker sonrió de oreja a oreja- sabré apañarmelas.
-¿Qué habéis descubierto?, querido Lurker-
-Al parecer alguien intento envenenaros, pero su intento se vio fallido- Lurker se acercó a la mesa del gran salón y señaló la silla principal- el catador, como bien tiene por costumbre, cató la comida y al cabo de unos instantes comenzó a expulsar sangre por la boca y oídos, lo que provocó su inmediata muerte.
-¿Sospecháis de alguien en particular?- preguntó Rathgar con interés.
-A parte de vos- Lurker y Rathgar sonrieron- tengo serias dudas sobre cierto cocinero, pagado por una meretriz, pagada por un mercader, pagado por los orcos, ordenados por el mal y la oscuridad de Beliar, el cual, al parecer, no necesita ningún incentivo.
-Veo que habéis estado trabajando- observó Rhobar.
-Como siempre, alteza- dijo con cinismo el mago- por ello pierdo continuamente la memoria, pues el esfuerzo es tal que...
-Toma, tu hierro- Rathgar le lanzó una bolsa con monedas de hierro.
-Oh, veo que habéis estado muy mal informado, Ser Rathgar- Lurker suspiró- ahora la nueva moda es el oro.
-Maldito sacacuart...-
-Muy bien- intervino Rhobar- tomad, cincuenta monedas de oro.
-Es curioso, pero el dorado me devuelve la memoria-
-Hablad o el único dorado que veréis será el del sol cuando estéis picando en Varant- amenazó Rhobar, quien se estaba cansando de los abusos del mago, pero ambos sabían que éste era demasiado importante como para dañarlo, aún así, el mago tenía respeto por los norteños, según él: "Son criaturas salvajes, pero honorables".
-Bien, el cocinero jefe, Rutfuls, fue pagado por la famosa meretriz llamada Varrtia- Lurker comenzó a dar vueltas por la sala- a su vez ella fue contratada por los orcos, es más, sé que orco fue, mas creo que su nombre es de un difícil recordar.

Rathgar agarró al mago por su túnica y lo arrastró hasta la terraza; el resto les siguió. Una vez allí, Rathgar le arrojó por la barandilla, pero agarrándole los pies.

-¿Veis aquellas rocas?- Rathgar bramaba enérgicamente- puede que no sean doradas, pero os aseguro que penetrarán tan ferozmente en vuestro cráneo que os harán recordar rápidamente.
-Está bien, está bien... Hablaré, hablaré- gritaba el mago- soltadme, os lo suplico.
-¡Rathgar!, ¡ya basta!- ordenó Rhobar.

Rathgar, Archol y Bledius ayudaron a subir al mago y a ponerle de pie.

-La gente del norte sois realmente criaturas impredecibles e indomables- dijo el mago mientras intentaba recobrar el aliento- su nombre es Hos-Prakthor, es el gobernador de Trelis.
-Ello me complace en sumo grado- dijo Rhobar mientras sonreía.

Siete jornales después

Rhobar había acusado a Hos-Prakthor de intento de asesinato, había tomado como testigos a la meretriz y al cocinero, ambos habían ido "voluntariamente" al juicio que Rhobar se disponía a celebrar. Como jueces actuaban: Rhobar, juez principal, Rathgar, juez de la derecha y Lurker como juez de la izquierda y posiblemente el más sensible en cuanto a sobornos se refiere. Como invitados estaban: los oficiales más relevantes, tales como Archol, Torlof y Gurand, además de múltiples ciudadanos prominentes y algún que otro gobernador extranjero, el más famoso, Khort, gobernador de la isla minera de Khorinis, el cual mantenía estrechas relaciones con el monarca. Posteriormente durante el reinado de Rhobar II, Khorinis sufrió una guerra civil y luego se desató un estado de anarquía, lo que obligó al rey a actuar y conquistar la isla. Como apoyo al acusado, acudieron los diferentes generales orcos: Hos-Urkass (Comandante ejércitos del sur), Hos-Prakkar (C. ejércitos del oeste), Hos-Pirrock (C. naval) y Kurruk Hos-Khan II (Comandante de los ejércitos norte y este, además de ser el líder supremo de las fuerzas orcas en Myrtana y mano derecha del Khan supremo orco, como se ha podido observar tanto a los orcos como a los humanos le encanta realzar los cargos, dándoles un valor artificialmente alto, su nombre es Khan Kenthork I, residente en Nordmar). La sala estaba repleta y todo el mundo estaba atento y situado en su respectivo lugar.

-Hemos venido hoy aquí para celebrar el juicio contra Hos-Prakthor- dijo Rhobar alzando la voz- quien ha sido acusado de asesinado e intento de regicidio.
-¡Acusado!- llamó Rathgar- podéis levantaros y exponer vuestra defensa, si así lo tenéis a bien.
-Yo levantar y defender frente a morra- dijo Hos-Prakthor- si estar hoy en tierra mía, vos realmente muerto estar. Yo no hacer cosa tal, eso ser mentira, morra.
-¿Ello es toda vuestra defensa?- preguntó Lurker con una despreocupación teatral y un bostezo, igualmente forzado.
-Si, esa ser- la respuesta fue rotunda y seria.
-Bien, ahora el juez Rathgar hará una serie de cuestiones al acusado- explicó Rhobar.
-¿No es cierto que contratasteis a una meretriz para que convenciese al cocinero y éste último tuviese a bien envenenar al elegido de Innos?-
-Jajaja- el orco reía sin parar, aunque parecía más bien una risa forzada, casi teatral; cesó de repente-. Si yo querer hubiera matar a Rhobar, pero eso deseo no ser ahora de Beliar.
-¿Acaso negáis la acusación?- preguntó Rathgar continuando su interrogatorio, él era consciente de la respuesta del orco, pero necesitaba hacer hincapié en la negación del mismo, sabía que se cansaría y enfadaría, esa era su oportunidad, su trampa.
-Los morras ser sordos-
-Traed a los testigos- ordenó Rhobar.

Los dos pasaron a la sala y se sentaron junto a los jueces.

-Estos testigos han venido hoy aquí voluntariamente a testificar contra vos- explicó Lurker-. Los testigos pueden contar su versión de los hechos. Primero la meretriz.

Los orcos hablaban entre ellos y el Rhobar pidió silencio, cuando se callaron, la meretriz comenzó a hablar.

-Bien, me encontraba en el lupanar, haciendo cierto menester, cuando...-
-¡Ser sucia morra, arpía y mentirosa!- bramó el acusado orco, quien acto seguido, pegó un puñetazo a uno de los guardias. Sus compañeros le contuvieron y Rhobar canceló la sesión, prolongándola a mañana; también avisó a los orcos que moderasen su comportamiento, pues era su última oportunidad, a la próxima se desataría la guerra. Llegó la tarde y en el castillo todo estaba revuelto; gente ordenando papeles, guardias vigilando y custodiando, tesoreros calculando y apuntando junto a sus escribas, artesanos trabajando a destajo... Los orcos eran vigilados por los guardias, pero ello no impidió a Lurker internarse en sus aposentos, al fin y al cabo los caminos de la magia son inescrutables, y están reservados a un élite, mas en palabras de uno de los magos más influyentes de Myrtana, Pírodas,: "Temed, pues si el poder llega al pueblo, seremos nosotros quien debamos pagar".

-Vaya, vaya- dijo Lurker mientras sonreía- parece ser que un orco necesita la ayuda de un humano.
-Yo no pedir ayuda de morra- respondió Hos-Prakthor con enfado- ¡fuera!.
-Callar Prakthor y escuchar lo que morra decir tiene- ordenó Kurruk Hos-Khan II.
-Gracias, Khan- Lurker se sentó en una silla de madera que había junto al ventanal-. Bueno, parecer ser que los testigos tienen a bien hablar, pero como vos conocéis muy bien, el menester de Beliar cierra multitud de bocas.
-¿Cuál ser menester de Beliar?- preguntó Hos-Prakthor.
-Morra referir muerte- dijo Kurruk Hos-Khan II.
-En efecto- Lurker se aclaró la garganta- y yo se como llevar a cabo ese menester y callar a los testigos, pero como bien sabréis todo en esta vida tiene un precio.
-y morra ¿ser sirviente de Innos?- preguntó Kurruk Hos-Khan II.
-Acaso Innos es todo pureza y gloria- Lurker agarró de los hombros al orco, el cual se apartó desconcertado-. En esta vida se vive del oro y no de la fe. Bueno, hay algunos que se benefician de la fe, pero el mero hecho de rezar no implica.... Beneficios.
-¿Qué querer?, morra- Kurruk Hos-Khan II cruzó sus fornidos y peludos brazos.
-Será ¿cuánto?- Lurker cogió un carboncillo y escribió una cifra en la mesa-. Con eso me conformaré.
-¿Qué?- Kurruk Hos-Khan II estaba sorprendido era una suma pequeña, pero de objetos muy valiosos, los cuales tenían en su poder los orcos- . No poder dar a morra tal cantidad.
-Eso o la guerra- Lurker se levantó de la silla y se dirigió a la puerta- ¿qué es más caro para vos?.
-Morra, esperar- llamó Kurruk Hos-Khan II-. Morra tener esa cantidad.
-¿Cuándo?- preguntó con acérrimo interés.
-Cuando vos resolver problema-

A la mañana siguiente

Gurand entró apresuradamente en el salón, donde Rhobar discutía como llevar a cabo la sesión de hoy. El monarca le ordenó que se acercase y hablase.

-Alteza, hay un problema-
-¿Cuál?-
-Los testigos- Gurand miró fijamente al rey- han muerto, alteza.
-¿Qué?- Rhobar dejó caer los papeles que portaba- ¡Llevadme frente a sus cuerpos!.
-Seguidme, alteza-

Ambos se dirigieron con brío a las mazmorras. Al entran vieron que en la primera celda, la meretriz estaba ahorcada y en la segunda el cocinero tenía sangre en el torso, la boca y la nariz.

-¿Qué demonios ha ocurrido?-
-Alteza, la meretriz se ahorcó y el cocinero ingirió algo que lo mató-
-Eso es apreciable- Rhobar miró de un lado para otro- quiero a los guardias que vigilaban las celdas.
-Pero, alteza...-
-¡Ahora!-
-Si, excelencia-

Gurand dio la orden a los tres hombres encargados de la custodia que entrasen.

-Señor, nosotros no asesinaríamos a los testigos- dijo el primer guardia.
-No nos matéis, alteza- suplicó el segundo.
-No dejamos entrar a nadie en las mazmorras y ninguno de nosotros osó internarse- el tercer guardia se mantenía sereno-. O bien se suicidaron, o bien alguien entró por otra parte.
-Habéis permitido que muriesen los testigos, unos testigos vitales para el juicio- Rhobar tenía un gesto sombrío-. Habéis fallado a vuestro pueblo y a vuestro rey, por lo tanto sois enemigos del pueblo de Myrtana, podéis huir o someteros a juicio, en el cual tenéis opción de defender vuestra honra, mas o diré que el pueblo de Myrtana no telera a los traidores.

El grupo salió de las mazmorras, los tres decidieron huir. El rey concretó una reunión de urgencia en el salón.

-Los orcos nos han jugado una mala pasada- Rhobar estaba alterado- algún conocedor del palacio les prestó ayuda, pero ¿quién?.
-Bueno- Lurker se miró las uñas y posteriormente miró al monarca- soy conocedor de nuevas interesantes.
-¡Hablad!- ordenó Rathgar.
-Dejadme recordar-
-¿Queréis tomar de nuevo la brisa?- preguntó Rathgar- dicen que ayuda.
-No os molestéis- dijo Lurker apartándose del hermano del rey- mi mente funciona cual reloj de arena.
-Si me contáis todas las nuevas os recompensaré- aseguró Rhobar- no temáis.
-Cierto jefe de la guardia conoce muy bien el palacio y ¿quién sabe?, quizá también las mazmorras y sus múltiples entradas-
-¿Gurand?- preguntó Archol-. Majestad, con el debido respeto, eso no es posible.
-Callad Archol- ordenó Rhobar al tiempo que levantaba el puño en el aire y golpeaba la mesa- todo en esta vida es posible.

Gurand hablaba con una apetecible muchacha que trabajaba en el mercado, cuando dos paladines se acercaron a su situación.

-Gurand-
-¿Si?-
-El rey tiene un mensaje para vos-
-¿No querrá decírmelo él en persona?-
-Ello no será necesario-

Gurand se temía lo que iba a suceder y sin pensarlo dos veces sacó su espada larga, con la zurda, pues ello era, y segó el cuello del primer paladín, echando el cadáver sobre su compañero para retrasar su persecución. Gurand corría por las calles del mercado mientras era perseguido por el paladín restante, el cual comunicaba a quien debían perseguir los hombres disponibles. El jefe de la guardia sabía que su aspecto era claramente reconocible, por lo que se desvistió el torso y las piernas, poniéndose un pantalón negro de tela y una camisa gris del mismo material; acompañado por una capa negra. La guardia y el paladín le buscaban, pero él les esquivaba con su improvisado disfraz. Una de las ventajas de la ciudad de Vengard era que aunque se implantó la moneda de oro, aún se podían llevar a cabo regateos y trueques. Antes de salir por la puerta de la ciudad, la guardia interrogaba a todos los ciudadanos. Le tocó el turno a Gurand.

-¿Nombre?-
-Austrel-
-¿Cual es vuestro nombre completo?-
-Austrel di golpe-
-¿Di golpe?- el guardia miró el registro-. Lo lamento no hay ningún golpe.
-En efecto, pues hay que crearlo.

Gurand golpeó la cara del guardia y salió corriendo. El paladín estaba en la muralla y ordenó a los arqueros que abriesen fuego, pero erraron sus disparos. El paladín informó a Rhobar, quien le dio muerte por su incompetencia. La ejecución se llevó a cabo como era habitual, el suicidio del deshonrado, mediante el "Cultro Mortem" (muerte por cuchillo). El juicio debía comenzar mañana y Rhobar no tenía nada, por lo que concretó otra reunión de urgencia. Bledius y Erbin se mantenían expectantes, hasta ahora.

-Alteza- llamó Bledius.
-Decid-
-Creo que tengo una idea que os complacerá, si tenéis a bien escucharla-
-Vos diréis-

Continuará...


Última edición por Taokanimemetal el Dom 05 Mayo 2013, 14:48, editado 9 veces
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MensajeTema: Re: Cuentos y Leyendas de Myrtana   Cuentos y Leyendas de Myrtana - Página 2 EmptyMiér 06 Mar 2013, 00:05

good chapter, nunca me han gustado mucho los magos, con razon, te ha quedado un buen capitulo.
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MensajeTema: Re: Cuentos y Leyendas de Myrtana   Cuentos y Leyendas de Myrtana - Página 2 EmptyMiér 06 Mar 2013, 20:00

Me ha encantado Taok, grandioso capítulo (o cantar, vaya xD) Yo diría que lo has escrito más poéticamente y las conversaciones recuerdan a las de las epopeyas. Aparte el argumento me ha gustado mucho,, no doy detalles para no spoilear
Gran currada Wink
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MensajeTema: Re: Cuentos y Leyendas de Myrtana   Cuentos y Leyendas de Myrtana - Página 2 EmptyDom 05 Mayo 2013, 15:03

Cuentos y Leyendas


Cantar VI "Por el oro, el honor y la gloria"


La oscuridad se cernía sobre Vengard, la noche había llegado y consigo, miles de luces brillaban a la par. En las casas la gente se disponía a cenar, dormir, beber y otros diversos menesteres. Erbin y Archol, portaban ropa civil e iban cubiertos por cortas capas negras con capucha y portaban, cada uno, una espada corta y un puñal. Caminaban apresuradamente hacia una taberna, "El Carroñero Feliz"; era la taberna-albergue más famosa de la ciudad, pues había mil y una historias sobre dicho lugar. Recuerdo haber leído cierto viejo libro que saqué del desván, su nombre estaba borrosa se podía distinguir algo como: "Sacrivia" o "Sacivia", más probablemente el primero mencionado sea el correcto, mas mi memoria me falla. Sin más dilación, continuaré la historia.

Ambos se internaron en el local, el cual estaba lleno de humo, alcohol, hombres, dinero y meretrices. El dueño del local, conocido por el nombre de "Willow", estaba limpiando la barra con un paño blanco, que pronto se truncaría en negro.

-¿Qué queréis?- preguntó el dependiente.
-Buscamos a cierta "amiga" vuestra- dijo Archol- y creemos que vos es el afortunado que nos ayudará.
-¿Afortunado?- preguntó inquieto Willow.
-¿Oís eso?- preguntó con cinismo Erbin.
-¿Um?-
-¡Shhh!- Erbin agitó una bolsa con veinte monedas de oro.
-Su sonido es cual dulce melodía- dijo Willow mientras sonreía de oreja a oreja.
-Pues podréis apreciarlo mejor- Archol agarró al tendero por los hombros- si nos conducís hasta una señorita llamada Frosiny.
-Bien, como guste- el tendero se encaminó a las escaleras que conducían a la segunda planta-¡síganme!

Anduvieron por un estrecho pasillo, las mayoría de las habitaciones estaban cerradas y las que no, estaban vacías, pues sus respectivas dueñas estaban al acecho en el salón. Llegaron a la penúltima puerta y Willow la aporreó.

-¡Ocupado!- dijo quien parecía ser un hombre.
-¡Frosiny!- gritó el dueño- ¡ven aquí!
-¡Voy!- dijo esta vez una mujer.

La puerta se abrió y les recibió una mujer desnuda y sudorosa. Detrás había un hombre gordo tumbado en la cama. Erbin y Archol se internaron. El hombre fue a gritar, pero el cuchillo de Archol fue más rápido y segó el gordo cuello. Erbin cogió una manta se la puso por encima a la mujer y la cogió en brazos.

-¿Tenéis una salida trasera?- preguntó Archol.
-En efecto, señor- Willow hizo una señal con el brazo y le siguieron.

Salieron un unos portones que daban a los establos. Erbin cargaba con ella en brazos y Archol iba delante, marcando el camino y esquivando posibles problemas. Continuaron hasta llegar a unas alcantarillas.

Rathgar y Bledius, caminaban apresuradamente por la galería de túneles. Al cabo de unos instantes ya se vislumbraba la luz de la luna. Oyeron paso y se ocultaron en las sombras con las armas en alto. Parecía un grupo de hombres, mas cuando éstos pasaron delante, ellos sacaron su armas.

-¡Detenos!- gritó Rathgar con la espada en alto.

El grupo se detuvo.

Erbin estaba sudoroso y decidió bajar rápidamente a la meretriz. Archol se mantenía atento. Casi al unísono, sacaron sus armas. La tensión era palpable. Todos se miraban y vigilaban.

-¿Quiénes sois?- preguntó Bledius enérgicamente.
-¿Bledius?- preguntó Erbin.
-Malditos seáis- dijo Rathgar aliviado- un susto de mal gusto nos habéis proporcionado. ¿Creéis que ello es de recibo?
-No podíamos saberlo- defendió Archol.
-¿Qué ordenes tenéis?- preguntó Rathgar.
-Dar escolta a la meretriz hasta el castillo y sonsacar la información allí- respondió Archol- y ¿las vuestras?
-Recopilar dicha información y posteriormente capturar al prioritario- contestó Rathgar.
-Muy bien, la interrogaremos aquí pues- ordenó Archol.

Bledius se acercó a ella.

-¿Vos conocíais a la meretriz que fue asesinada?-
-Así es-
-¿Por quien fue pagada?-
-Por el hombre con quien estaba copulando-
-¿Habláis en serio?- preguntó Archol alterado.
-Cierto es, señor-
-¡Maldición!- bramó el paladín.
-¿Qué os ocurre?- preguntó Rathgar.
-Dicho hombre está muerto- respondió Erbin rápidamente.

A la mañana siguiente

Rhobar concretó una reunión en el salón. Todos los interesados estaban presentes, Rathgar, Archol, Erbin y Bledius.

-Señores- llamó Rhobar para atraer la atención de los presentes- ya han muertos tres de los cabos que nos conducían al responsable de ésto. Dos asesinados por el jefe de la guardia y uno por negligencia de uno de mis hombres, aunque será perdonado por dicha falta.
-Señor- dijo Archol- creo que deberíamos intentar contactar con Gurand, no sabemos si realmente él, lo llevó a cabo.
-Mirad, puede que desconfíe de la sabandija de Lurker, mas os aseguro que decía la verdad- defendió el monarca- que el fuego de Innos me abrase si miento.
-Hermano, sea como fuere, creo hallar razón en las palabras de Archol- Rathgar se acercó al rey- debemos atar todos los cabos, ¿recuerdas?, todos. Pues si no os convence, haced memoria sobre cierto incidente ocurrido en el lago helado.
-No es comparable, querido hermano-
-No seáis reacio a viajar al pasado y pensad- explicó Rathgar- todo tiene relación, solo tenéis que comparar; la forma difiere, mas la esencia se mantiene.
-Vos ganáis- Rhobar se apoyó con ambas manos en la mesa- encontrad a Gurand, mas daos presura.

Tres días depués

Erbin y Archol llegaron al faro de Ardea. Un hombre cultivaba su pequeño huerto.

-Buena mañana- dijo Archol al tiempo que el hombre se giraba hacia ellos.
-¿Qué buscáis de un viejo?, buen hombre- preguntó el anciano.
-Aclaraciones- respondió Erbin.
-¿Sobre el arte del campo o el manejo de barcos?- preguntó cínicamente el anciano- pues otras aclaraciones temome no poderos dar.
-Mirad, buen hombre- dijo Archol al tiempo que desmontaba y se acercaba- dos días nos a ocupado hallar la situación de cierto hombre. El cansancio nos consume y la duda no alivia nuestro pesar. Podéis tomar dos caminos, tomar una bolsa con cierto oro o servir de abono a vuestro querido huerto. Yo si fuera vos, tomaría la primera senda. ¿Qué decís?
-Decíais algo sobre cierta bolsa-
-Hombre listo- dijo Archol al tiempo que lanzaba la bolsa- decid pues.
-Si al que buscáis queréis hallar, en el pueblo deberíais preguntar- recomendó el anciano- mas allí dicen que a esconder se ha ido.
-¿No sabéis más?- preguntó Erbin.
-No seáis impaciente- el anciano le entregó a Archol un trozo de tela con una inscripción- acercaos a cierta cuadra y leer lo que escrito está en la tela.

Erbin y Archol se internaron a pie en el pueblo. Caminaron por algunas calles hasta llegar a la cuadra, pasando desapercibidos pues vestían como anteriormente lo habían hecho en la capital para capturar a la meretriz. Una vez dentro, Archol sacó la tela y Erbin puso su mano en el pomo de la espada.

-¡Solo aquél que escucha las monedas de un bolsón antes que los latidos de su corazón es digno de recibir un blasón!- Archol hizo una breva pausa- ¡El blasón del ladrón!

Tres hombres salieron de entre la paja, dos de ellos con ballestas y el tercero una espada larga sobre su mano izquierda.

-No creo que sea de recibo vuestra actitud- dijo Archol con cierto cinismo.
-El vuestro no mejora- respondió el hombre encapuchado que sostenía la espada- mas no por ello habría que batirse.
-Coincido con vos- respondió Archol- nos teníais preocupados, pensábamos que habríais huido de Myrtana.
-Dudo que muchos lamentasen mi temprana muerte- dijo el hombre encapuchado- mas no por ello iba a huir, no soy una rata, sino un soldado.
-Necesito que vengáis a la capital y defendáis vuestra inocencia-
-Ésto me pesa más a mi que a vos- dijo el hombre- ¡disparad!.

Ambos virotes atravesaron el cuello y pecho de Archol, matándolo al instante. Al mismo tiempo, Erbin había atravesado al primer ballestero y se batía con el segundo, quien paraba sus golpes con la ballesta. Erbin enganchó la ballesta con la espada y la lanzó, casi instintivamente sacó el puñal de su cinto y trincho al enemigo cual pavo. El hombre encapuchado se descubrió y comenzó a batirse con Erbin.

-¿No tenéis honor Gurand?-
-Era necesario-
-Vos sabéis que no-

Erbin lanzó varias fintas y entre ellas lanzaba estocadas y algún que otro golpe vertical. Gurand se defendía con ahínco, más devolvía muchos de los ataques. Una estocada hirió a Erbin en el costado, pero un golpe horizontal le propinó un bonito tajo al brazo derecho del antiguo jefe de la guardia, quien pegó un grito de dolor. Posteriormente, lanzó una estocada, Erbin la desvió y el atacante con una patada lo tumbó. Erbin estaba en el suelo, pero el pomo de la espada su nuca encontró y lo noqueó. Gurand se acercó al cadáver de su antiguo compañero.

-Lo siento...Viejo amigo- las lágrimas poblaban la cara de Gurand- mas si mi vida he de salvar, no podrás negar que ello necesario fue.
-Y ¿qué es una vida sin honor?- preguntó retóricamente el anciano.
-¿Um?- Gurand se giró sobresaltado-. Buen susto me habéis dado anciano.
-Tranquilizaos, sé como calmar vuestras penas- el anciano inició lo que parecía ser un conjuro y de sus manos un rayo salió, atravesando en pecho del antiguo soldado, el cual cayó al suelo, muerto.

Erbin lo estaba viendo todo, pues solo había fingido en noqueo.

-Tranquilizaos muchacho, contra vos nada tengo- el anciano ya no era el anciano. Sino un hombre calvo, menudo, de ojos negros y con varios tatuajes en la calva y la parte derecha de la cara.
-¿¡Lurker!?- Erbin se reincorporó- ¿qué hacéis vos aquí?
-Huir-
-¿De quién?-
-De la realidad-
-¿Explicaos?
-Como queráis- Luker se sentó-. Todo comenzó con la gran guerra orca. Yo servía al antiguo rey de Geldern, Walia. Tras la batalla de "Okerars", Rhobar tuvo a bien tomarme como mago asesor. Tras un tiempo en el servicio, me destinó a Vengard, donde tuve que ser extremadamente suspicaz para sobrevivir. Yo sabía que la conspiración, no hace mucho, había comenzado. Los orcos querían ver muerto a su oponente y muchos codiciaban su parte del pastel. En realidad, la meretriz y el cocinero meros títeres eran; el círculo de poder era conformado por: Gurand, el mercader, Hos-Prakthor, Rathgar, y temo decir que yo.
-¿Vos?, ¿por qué queríais matar a Rhobar?- preguntó Erbin mientras se curaba la herida del abdomen.
-Bueno, cada cual tenía sus motivos- Luker suspiró profundamente- Gurand quería un puesto de poder dentro de los paladines y no de la guardia. El mercader, conseguir el monopolio de la venta de pieles. Hos-Prakthor, una larga paz para poder recomponer su ejercito y terriotorios. Rathgar, como es obvio, ansiaba ser rey; y yo, bueno, yo me introduje para defender a Rhobar.
-¿Rathgar?- preguntó Erbin- y si vos os metisteis como decís, para defender al rey, ¿por qué huis?
-Si, Rathgar, siempre envidiado había a Rhobar, el poder, la familia, el dinero, las armas, las mujeres; todo lo que Rhobar poseía el lo codiciaba, desde niño- explicó Lurker- en cuanto a mi, ¿quién iba a confiar en un mago?, nadie.
-Extraño me resulta- Erbin se sentó con la herida ya vendada-. Entonces ¿por qué el rey no fue por el mercader, y solo fue por la meretriz y el cocinero?, a pesar de que vos lo mencionasteis.
-Bueno, digamos que Rhobar tenía cierto trato con dicho mercader-
-¿Cuál?-
-Rhobar era conocedor de la traición, pero necesitaba desenmascarar a todos sus artífices y digamos que él no pondría la mano en el fuego por mí, pues decidió volcar toda su confianza en ese maldito bastardo- Luker se levantó-. Yo le aconsejé a Gurand que se deshiciese del cocinero y a la meretriz. Por otro lado, me ganaba a Hos-Prakthor prometiéndole matarlos. Una vez, Gurand hizo el trabajo, le acusé para quitármelo de en medio. Posteriormente, iba a ordenar el secuestro de Hos-Prakthor y los hombres que le acompañaban, aprovechando su confianza en nuestra palabra de honor de dejarle ir. Cuando los orcos hubiesen muerto, me las apañaría para deshacerme del mercader. Y en cuanto a Rathgar, no tenía nada pensado. Lamentablemente, solo pude deshacerme de Gurand y ello me puso como principal sospechoso en la lista de Rhobar. Seguramente Rathgar para evitar que le incriminase, me acusó y tuve que huir. Ahora Rhobar a declarado la guerra a los orcos. Todos están muertos menos Hos-Prakthor y yo. Por si todo pudiese parecer poco, Rhobar confía en Rathgar más que nunca, lo que indudablemente desembocará en la muerte del rey, seguramente por alguna flecha pérdida en la batalla o una puñalada trapera.

Sonaron aplausos y ambos se giraron. Rathgar dejó de aplaudir y sacó su espada; detrás de él había diez hombres, cinco paladines y cinco arqueros.

-Dejad ir al joven- bramó Luker- él nada tiene que ver. Cogerá el primer barco que zarpe a las islas y allí se quedará por siempre, tenéis mi palabra y la suya. ¿No es así muchacho?
-Así es- respondió Erbin, sin saber muy bien que hacer, mas solo pudo sacar su espada.
-¿Qué decís?- preguntó retóricamente Rathgar- y ¿dejar que desvele la trama?
-No os confundáis. En las islas nada podrá hablar, más nadie le creerá aunque así lo hiciese-
-Lo lamento, joven, mas el final llegado ha- Rathgar giró la espada en dirección a Lurker- ¡adelante!

Los paladines avanzaron, mas Luker creó un conjuro que lanzó a los paladines por el aire. Posteriormente abatió a dos de ellos con rayos y a otro con una bola de fuego. Los dos restantes llegaron a su situación y el mago solo pudo sacar su espada corta, pero fue reducido. Erbin mató al primer paladín de una estocada y al segundo de un tajo en el cuello cuando intentó darse la vuelta.

-Peleáis bien, mas me pregunto si podréis evitar las flechas-
-¿Me teméis?-
-En absoluto-
-Y ¿por qué no os batís conmigo?-
-Como queráis-

Rathgar iba montado sobre su rocín y cargó contra Erbin. Erbin golpeó al animal en las patas y éste se desplomó. Rathgar se reincorporó y lanzó una finta a Erbin, pero éste no cayó en su engañó y le propinó un golpe en la mano derecha, cortándole un trozo del dedo corazón y más de mitad del anular. Ello acarreó que soltase la espada, pero cuando Erbin fue a asestarle una estocada, una flecha impactó contra su pecho, tirándolo al suelo. Aún sangrando por su pecho, remató a Rathgar, atravesó su estómago como si de un jamón se tratase. Otra flecha le impactó en el abdomen y luego varias más. Su visión era borrosa, pero todo se tornó negro cuando una última flecha le perforó el corazón.

Mucho se ha hablado de lo que ocurrió después, mas tengan por seguro que lo que les cuento verdad es. Bledius y un grupo de guardias llegaron al lugar, acompañados por el rey y varios paladines. Al ver a cinco arqueros, les obligaron a deponer las armas y éstos así lo hicieron. Bledius y sus hombres cargaron en carros los cadáveres. Todos menos Lurker recibieron un entierro digno. El cadáver del mago fue echado al mar, pero unos pescadores lo recogieron y llevaron a Cabo Dum. Uno de los pescadores llamado "Nihil Secundi", encontró en dicho cadáver un frasco, el cual él creyó de incalculable valor. Fue a enseñárselo a su familia, creyendo que eran ricos y podrían ampliar su negocio de venta de alfalfa. Mas como fue corriendo tropezó y el frasco cayó contra el suelo, salpicando a la alfalfa. Cuando el hombre vendió esa alfalfa, fue distribuída a toda la ciudad y mezclada con más que iría a otras ciudades. Los caballos al comer aquella alfalfa comenzaron a fenescer y ello se extendió una parte de Myrtana matando a cantidades considerables de caballos. Lo peor llegó cuando los animales se descompusieron, pues aunque bajo tierra estuviesen, una maldición se cernió sobre ellos, se transmitía por el aire y solo les afectaba a ellos. Quién sabe si Beliar quiso tal fin para tales criaturas.

En cuanto a Bledius, dejó la corte y volvió a Faring como gobernador, nombrado por el rey. Rhobar nombró a otro mago como asesor y nuevos generales. Tras múltiples batallas, la guerra orca acabó y todo Myrtana estaba unida a excepción de Varant. El monarca tuvo un hijo Rhobar II. Años más tarde, en los primeros años de reinado de Rhobar II, Bledius regresó a Vengard y le preguntó la verdad al rey sobre el asunto que aconteció años atrás, pues ya no tenía nada que perder. Bledius, indignado e impresionado, volvió a Faring, donde se honró a contar la verdad, mas no solo a su pueblo, sino a todo el continente y más allá. Escribió un libro, un extraño libro que contenía la verdad. Para que el libro perdurase, Bledius se lo otorgaba a la persona que encontrase antes una serie de libros que conducían a su situación. El libro paso por varias manos y cada cual escribía las pistas para hallar el libro que creía oportunas. Sea como fuere, cuentan que el portador sigue esperando a la persona que encuentre los libros, para poder otorgarle el libro que contiene la verdad. Nadie sabe donde están hoy en día los libros, mas si se sabe el nombre de dicho libro: "Cromanín", un libro que según escribió Bledius, puede "romper las cadenas de este mundo".

FIN
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MensajeTema: Re: Cuentos y Leyendas de Myrtana   Cuentos y Leyendas de Myrtana - Página 2 EmptyDom 05 Mayo 2013, 22:56

no esta mal, ciertamente no me esperaba este final, pero me han gustado mas los otros capitulos, si bien este tambien te mete dentro de la historia, esta da demasiados giros en poco tiempo para mi gusto, igualmente good chapter.
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MensajeTema: Re: Cuentos y Leyendas de Myrtana   Cuentos y Leyendas de Myrtana - Página 2 EmptyLun 06 Mayo 2013, 12:11

Pues a mí me ha encantado la verdad, tanto los vuelcos en la trama como el estilo,,, todo
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Gorn
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MensajeTema: Re: Cuentos y Leyendas de Myrtana   Cuentos y Leyendas de Myrtana - Página 2 EmptyLun 06 Mayo 2013, 13:36

No queda mal el español antiguo en esta historia, aunque teniendo esta lugar en el mundo de Gothic queda un poco extraño. Buena historia en general, a pesar de que participen paladines y el rey de Innos. Buena cita al cromanin.

¿Carroñeros felices? Me cuesta imaginarme a un carroñero feliz salvo que se esten dando un festín con los caidos en una batalla.
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Taokanimemetal
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MensajeTema: Re: Cuentos y Leyendas de Myrtana   Cuentos y Leyendas de Myrtana - Página 2 EmptyLun 06 Mayo 2013, 22:16

Bueno, me alegro que os haya gustado a algunos y me apena que os haya disgustado a otros.
De todas formas gracias por leer. Yo solo intento ser un poco original y mantener, en cierto modo, el Gothic un poco más vivo, pues parece estar en estado terminal Razz

PD: Lo peor es que aunque sé que contra la muerte no se puede luchar, pero mi "amor" por Gothic me ciega y bueno, esto es como el dinero, fiduciario, hay que tener fe Wink
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